El problema del conocimiento
10Podemos decir que el conocimiento es la relación dinámica que se establece entre el sujeto cognoscente y el objeto-cosa conocido.
Los filósofos han discutido desde los inicios de la filosofía la naturaleza exacta de esta relación entre sujeto y objeto que hemos denominado conocimiento. Aunque existen muchos problemas asociados al conocer los tres principales son: ¿en el acto del conocimiento qué elemento tiene el papel preponderante, el sujeto o el objeto?; ¿es posible un conocimiento cierto e indubitable en algún grado?; y ¿con qué facultad conocemos la realidad prioritariamente, con el intelecto o con los sentidos? Hoy en día estos mismos problemas preocupan a los epistemólogos o filósofos de la ciencia que investigan el funcionamiento y la realidad del conocimiento científico.
Por cada uno de los tres problemas enunciados se han dado dos respuestas fundamentales que han constituido, a su vez, a escuelas filosóficas confrontadas. Estas respuestas y las propuestas de sus diversas escuelas es lo que veremos a continuación.
¿Objetividad o Subjetividad?
En la filosofía moderna se entiende por realismo aquella perspectiva filosófica que considera que las cosas comunes son en mayor o menor grado “tal cual” se nos presentan a los sentidos y, además, tienen la propiedad de existir fuera del acto de conocimiento. Para el realismo el sujeto actúa como foco pasivo en el conocer pudiéndosele considerar incluso como un mero espejo que refleja la realidad exterior a sí mismo con bastante fidelidad.
El idealismo, por el contrario, sostiene que la realidad de las cosas externas al sujeto dependen del sujeto mismo y que por lo tanto el polo positivo y activo del conocer es el sujeto mismo y no el objeto. Un idealista tenderá a no considerar que los objetos existan fuera del acto cognitivo sino que sólo adquieren realidad cuando son conocidos. Un idealista se preguntaría ¿cómo es posible conocer un objeto que no está siendo conocido? La respuesta sería que esto no es posible por lo que no podemos estar seguro que el objeto exista independientemente del sujeto que lo conoce; este rasgo de “existir fuera del sujeto” no se percibe en ningún objeto por lo tanto es una propiedad que atribuimos nosotros gratuitamente a la realidad.
Podemos ver lo que querían decir tanto idealistas como realistas gracias al famoso dibujo de el Cubo de Necker que aparece a continuación:
Intentemos ver este cubo con el cuadradito que está en el centro en la esquina izquierda posterior del cubo; después veámoslo en la esquina izquierda superior como si la cara que antes estaba delante ahora estuviese abajo sosteniendo el cubo. ¿Qué es lo que ha cambiado la posición del cuadradito? Nuestra percepción es lo único que ha cambiado aunque pensemos que ha cambiado el objeto la transformación es sólo fruto de nuestra mente. Este ejemplo mostraría para el idealista la importancia del sujeto en el acto cognitivo: el individuo es el que impone categorías a una realidad amorfa y designificada. El realista vería este hecho de modo distinto: lo único objetivo y real son rallas y cuadrados en el papel, eso es “lo objetivo”, todo lo demás (el cubo de un lado o de otro, el cuadradito etc.) son insignificantes juegos de nuestro intelecto. Estas elucubraciones sobre donde está el cuadrado pueden tener mayor o menor importancia pero no se refieren a “lo real”.
Generalmente en los autores más relevantes se dan posiciones intermedias o muy matizadas; una excepción a esta tendencia a la conciliación es el idealismo radical que tuvo bastante éxito en el romanticismo alemán del XIX, conocido como solipsismo. Para el filósofo solipsista lo únicamente real es la conciencia del propio sujeto entendiendo como “el propio sujeto” a sí mismo. Comprobamos que la realidad del mundo externo es muy controvertida y que en innumerables ocasiones lo que hemos creído más cierto se convirtió en falso; no podemos creer en la objetividad del mundo que, por otra parte, sólo es percibido cuando es percibido por el sujeto (¿quién nos garantiza que el mundo no es más que una mera recreación de la imaginación personal?). Pero tampoco podemos creer en la realidad de las otras conciencias, nada nos garantiza que las otras personas que vemos en el mundo posean pensamientos, sentimientos o sensaciones ¿por qué no podrían ser meros autómatas o meros constructos de mi fantasía? Ante esto el filósofo solipsista concluye que sólo sabe que existe el flujo de la conciencia que el denomina Yo pero que más allá de ese Yo solipsista no existe nada más que la incertidumbre.
Pero, como ya se señaló, los autores no suelen ser tan radicales, de hecho Immanuel Kant (1724-1804) propuso a finales del XVIII una reconciliación entre ambas escuelas. Según Kant está claro que no podemos saber que existe fuera del sujeto y cuales son las propiedades, si lo conociéramos sería un acto del sujeto y por lo tanto ya no sería un saber desubjetivizado. Es imposible, concluía Kant conocer lo externo al sujeto sin el sujeto por propia definición. Sin embargo, observamos que si existe cierta objetividad que nos permite crear ciencia, literatura, filosofía, en definitiva: comunicación ¿a qué objetividad hacía esto referencia? A la objetividad de nuestra subjetividad, diría Kant. Efectivamente, aunque no conocemos el mundo externo objetivamente si lo conocemos subjetivamente a través de nuestras estructuras de la sensación y de la razón; como hombres que somos es posible el acuerdo y el diálogo en tanto que poseemos unas estructuras conformativas de la realidad idénticas unos de otros. La objetividad es la objetividad de nuestros esquemas cognitivos pero no la objetividad de lo real. De este modo Kant pretendió reconciliar subjetividad y objetividad.
¿Qué es la verdad?
El segundo problema del conocimiento que expusimos más arriba era el que se planteaba si era posible establecer verdades ciertas sobre algo. Para el dogmatismo la respuesta es que sí, el conocimiento cierto e indubitable es algo posible y alcanzable con mayor o menor dificultad. La palabra “dogmático” tiene hoy en día un matiz peyorativo en el lenguaje vulgar que no tiene en la filosofía. Un filósofo dogmático es aquel que cree que no absolutamente todo depende de la opinión sino que existen verdades absolutas.
El dogmatismo ético es aquel, por ejemplo, que admite que ciertas afirmaciones éticas son fundamentalmente ciertas como, por ejemplo: “la vida humana es valiosa”; “no debes dañar a alguien por el placer de hacerlo”; etc. La creencia de que existen cosas justas y cosas injustas más allá de las opiniones particulares es otro ejemplo de creencia dogmática. La gran mayoría de los filósofos han sido dogmáticos es decir, han creído en la capacidad del hombre para descubrir la verdad.
En el polo contrario del dogmatismo está el escepticismo. Para el escéptico el conocimiento cierto e indubitable de la realidad no es posible, nada de lo que conozcamos o podamos conocer es absolutamente fiable sin ningún género de dudas. Desde los orígenes de la filosofía han existido corrientes escépticas en su seno que, por lo general, han sido fuertemente criticadas desde las posturas dogmáticas. Una crítica usual al escepticismo es que es autocontradictorio: si un escéptico afirma que nada se puede conocer con certeza ¿no está admitiendo que, al menos, se puede conocer que “no se puede conocer nada con certeza”? Por lo tanto, argumentan los dogmáticos, sólo hay dos posibilidades: que el escéptico sea en realidad un dogmático sobre la imposibilidad de conocer o que sencillamente se contradiga. La respuesta escéptica suele ser que ellos cuando afirman que nada se puede conocer están diciendo que no se puede conocer ni siquiera que nada se pueda conocer, puede que sí o puede que no pero no lo podemos saber.
Un argumento escéptico a favor de la imposibilidad es el conocido como el argumento de “la regresión infinita”. Según este argumento para conocer la verdad sobre un objeto deberíamos establecerla con un observador externo que comparase nuestro pensamiento y el objeto al que se refiere nuestro pensamiento; si ambos coinciden el pensamiento sobre ese objeto es verdadero y si no coincide , es falso. El problema es que ¿cómo sabemos que este segundo observador tiene en su mente un pensamiento concordante con la realidad que pretende observar? Necesitaríamos a un tercer observador que comparase el pensamiento del segundo observador y el acto del primer observador y su objeto para corroborar que entre ese pensamiento y esos hechos existe una concordancia. Se comprende que continuando así se necesitarían infinitos observadores. Como esto es obviamente imposible podemos decir que no podremos conocer la verdad sobre algo por muchas corroboraciones que hagamos. (Véase dibujo)
En el escepticismo radical, denominado nihilismo (del latín nihil = nada), se sostiene la imposibilidad de conocer con certeza cualquier cosa. Como dijo Nagarjuna “Todo está vacío”, el bien, el mal, lo bello o lo feo son sólo construcciones personales o sociales que nada tienen que ver con el mundo real. Toda pretensión de conocer es fruto de la soberbia humana; los sistemas de valores, de códigos o de verdades no tienen mayor solidez que la de un castillo de arena a la orilla de un mar mientras sube la marea. La historia y la experiencia muestran que las ideas que creíamos más ciertas eran en realidad quimeras y las verdades ciertas y firmes de hoy no serán mañana más que ruinas y olvido. Como es obvio, los dogmáticos atacan ferozmente esta concepción nihilista y sobretodo sus consecuencias prácticas.
De todos modos, no es usual un escepticismo radical sino más bien una postura intermedia entre el dogmatismo y el escepticismo o sino, un escepticismo relativo. Ejemplo de esto es Carnéades (c. 214-129 a.C.), fundador de la Academia Nueva, que sostuvo que ningún conocimiento es totalmente cierto pero que sí existen grados de probabilidad entre unos conocimientos y otros.
También en esta problemática intentó Kant mediar analizando los límites de nuestro conocimiento. Como ya vimos para Kant podemos conocer el mundo de los fenómenos de la experiencia tal y como se nos presentan pero no tal y como realmente son; igualmente sobre conceptos como Dios, el alma o el Universo no podemos tener ningún conocimiento verdadero ya que no son objetos de nuestra experiencia sino sólo de nuestra razón. Con esto no quiere decir Kant que Dios o el alma no existan sino simplemente que no podemos conocer nada de ellos, ni siquiera su existencia o inexistencia. Kant creyó en la posibilidad del conocimiento empírico (ciencias positivas) y en esto podría ser considerado dogmático pero negó la posibilidad de un conocimiento que fuera más allá de esta experiencia y en esto otro, puede ser considerado un escéptico.
¿Razón o experiencia?
El tercer y último problema sobre el conocimiento que vamos a tratar es el de si conocemos la realidad prioritariamente por los sentidos o por el intelecto. Por ejemplo, al ver una rosa y al identificarla como tal ¿qué es lo prioritario el concepto rosa en el que subsumimos la percepción o esa realidad-objeto a la que denominamos rosa?
El racionalismo responde que lo prioritario son los conceptos de la razón frente a los datos de los sentidos. El lenguaje es el instrumento básico de la supervivencia del hombre, este instrumento trabaja con conceptos o ideas: “rosa”, “mujer” o “caballo” son conceptos que engloban una pluralidad casi infinita de objetos dispares; gracias a estos conceptos podemos percibir esa realidad agrupada en conjuntos homogéneos. Ya que la realidad es un puro fluir de percepciones de objetos disímiles entre sí la razón es la herramienta fundamental que nos permite captar esa realidad en continuo cambio y comprenderla. La ciencia actual aprehende la realidad a través de un potente aparato matemático, es esta construcción matemática la que sustenta la realidad cambiante ya que sin este fundamento fijo la realidad sería un caos inasible por nuestro intelecto. El mundo de los sentidos es un mundo aparente pero gracias a la razón y a sus conceptos unificadores podemos comprender la verdadera esencia de lo real.
Los filósofos racionalistas, desde Platón hasta hoy, siempre han sentido una peculiar atracción por las matemáticas como forma de conocimiento privilegiada. El hecho de que las matemáticas sean un conocimiento asentado, analítico y de resolución calculística es lo que las hace tan atractivas a los racionalistas. El deseo de un conocimiento estático se ve de sobra colmado por las matemáticas. Pitágoras, Descartes o Russell no sólo han pasado a la historia de la filosofía sino también a las de las matemáticas por sus aportaciones.
La idea de que el hombre posee ciertas estructuras y conocimientos innatos es una idea también cara a los racionalistas. Los conceptos estáticos gracias a los cuales podemos percibir la realidad no están en la realidad misma… entonces ¿dónde se encuentran? Para los racionalistas suele estar claro: dentro de la mente del individuo antes de su propio nacimiento ya que no han podido ser aprendidos de una experiencia en cambio continuo. Este debate sobre si el hombre posee estructuras innatas en su cerebro es una controversia aún muy actual entre diferentes escuelas de psicología.
Frente al racionalismo se sitúa el empirismo como la escuela filosófica que pretende que todo el conocimiento que poseemos proviene de la experiencia. El hombre al nacer es una “tabula rasa”, es decir, como una pizarra en blanco sobre la que la experiencia lo escribe todo. Aunque no todos los empiristas negaban absolutamente la existencia de ideas innatas sí se mostraban cautos en admitir su existencia, si es que lo hacían. Sólo la reiteración de las experiencias hace que nos formemos los conceptos en nuestra mente por lo tanto, los conceptos no son más que constructos de nuestra sensación. No existe “rosa” sino que sólo existe “esta rosa”; el objeto concreto que percibimos es el que posee realidad mientras que el nombre-concepto es sólo una construcción artificiosa de nuestro intelecto. Desde esta posición Hume llegó a plantear que los conceptos de sustancia o de causa-efecto no eran más que imposiciones de nuestra fértil imaginación a la realidad. ¿Percibimos por los sentidos que este folio tenga la propiedad de existir fuera de nuestra percepción? ¿Percibimos que si una bola de billar choca contra otra la mueve o más bien una serie de hechos concurrentes en el tiempo? Para Hume estaba clara la respuesta: observamos hechos que son reales y les endosamos etiquetas o relaciones que pertenecen a nuestra imaginación pero no a los objetos mismos.
El empirismo tuvo especial importancia en el ámbito anglosajón; no sólo en la época moderna con autores como Hume o Locke sino que ya desde la edad media con el inglés Roger Bacon, el mundo anglosajón mostró una acusada tendencia hacia la experimentación y la supeditación de la teoría a la experiencia. Probablemente esta mentalidad propició que el que se considera fundador de la ciencia moderna Isaac Newton naciera en Inglaterra.
Kant propuso en su filosofía una conciliación entre la experiencia y la razón o, si se prefiere, entre el racionalismo y el empirismo. Para Kant es indudable que los datos de nuestro conocimiento proceden de la experiencia; el conocimiento sin experiencia es como un engranaje que rueda en el vacío inútilmente. Pero también reconoce Kant que la mera experiencia no produce conocimiento sino que sólo sería acumulación de hechos sin ligazón alguna. La razón es la encargada de “procesar” esos input de datos dándoles un sentido y construyendo realmente el conocimiento.
el problema del conocimiento
esta perfecta esta investigacion.. !!!
EL CONOCIMIENTO ES UN PROCESO QUE SE INICIA EN LOS SENTIDOS
Idealismo radical
Te felicito por este artículo, con todo respeto.
Pensé que había inventado el término idealista radical, pero vengo a darme cuenta que como Hegel reconoció sus ideas no eran nuevas, pero que todas las filosofías anteriores habían sido incompletas. jejeje
Si estos temas me apasionan, ¿qué me recomendarías?.
¿Qué carreras existen afines a estos temas?
De antemano te agradezco mucho por tu respuesta.
No sabría decirte qué estudos reglados realizar. Yo hice filosofía pero creo que también alguna carrera humanística puede interesarte. En todo caso, la filosofía es una actividad muy autodidacta, así que si estudias una carrera no humanística pero dispones de tiempo para dedicarlo a la lectura, puede también satisfacerte.
salud
Que es la verdad¿?
no me aclaro con lo de verrdad…no entiendo lo que kiere decir
Muy muy buena investigación!!
Impresionante artículo, enhorabuena!
Quiero la bibliografía de este conocimiendo
Exelente gracias hptas
muy bueno me sirvio muchisimo