«El gran carnaval» de Billy Wilder. Morbo, literatura y periodismo
2“Una buena noticia no es noticia.”
Charles Tatum (Billy Wilder; Ace in the Hole; 1951 Paramount Pictures)
De la filmografía de Billy Wilder, El gran carnaval es sin duda mi película favorita. Charles Tatum (Kirk Douglas) llega a un pueblo perdido de Nuevo México buscando encontrar trabajo como periodista; exiliado de su idolatrada Nueva York por conflictos con los editores de su periódico, encuentra trabajo en un pequeño rotativo local. Deseoso de retornar a Nueva York, Tatum busca la gran noticia que le permitirá abandonar Nuevo México. Tras un año de tediosa estancia llega el ansiado suceso.
La película tiene muchas lecturas, sin embargo, el retrato que hace de la incipiente cultura de masas y del consumo de información es sensacional. Dos domingueros ávidos de morbo se convierten en “el señor y la señora América”; el espectador de las sociedades de masa no solo consume información sino merchandising y, sobre todo, sensiblería afectada.
Pero ¿cuál es el sentido del morbo y del falso sentimentalismo asociado a él? El hombre es un animal curioso por naturaleza, por tanto es razonable que sienta deseo de conocer cosas extrañas y novedosas. Las noticias con carga emocional liberan al espectador de cierta tensión ya que le permiten manifestar emociones que usualmente no expresa. Si alguien sufre el rapto de su hijo se verá sometido a un fuerte sentimiento de frustración y desasosiego; el espectador de tal noticia sentirá lo mismo pero desapegadamente pues el hijo que se ha perdido no es el suyo sino el de otro. El espectador siente conmiseración por personas que están en una situación peor que la suya, así que la noticia de “sucesos” permite la descarga emocional sin necesidad de implicar al espectador de manera directa; es decir, sin afectarle a un nivel interno.
Si lo pensamos bien las noticias sensacionalistas satisfacen la misma curiosidad que los dramas. ¿Por qué alguien visualiza una película que le hace llorar? Entre otras razones lo hacemos también para tener esa descarga emocional de la que nos provee las noticias funestas. El problema es que el drama es arte, literatura, por tanto observar las desgracias del Edipo de Sófocles o la Carmen de Bizet no supone censura social alguna. Sin embargo, tendemos a pensar la noticia como algo objetivo, como algo que ocurre “realmente”, por tanto censuramos el morbo y el sensacionalismo porque consideramos que recrearse en el sufrimiento ajeno real es un acto reprobable de falta de empatía.
Pero como muestra la película de Billy Wilder el verdadero periodista no es solo un escribano que da cuentas de la realidad sino también un literato que conmueve a su público con un discurso creado. Que el discurso se llame novela, verso o noticia es lo de menos, la voluntad de captar la atención y emocionar a la audiencia es algo común en el escritor literario y el redactor de noticias. Sin embargo, es muy diferente el nivel de verdad y objetividad que se espera de unos hechos narrados a modo de noticia o a modo de recreación literaria. Precisamente eso es lo peculiar del periodismo frente al arte: su imperiosa necesidad de mantener y superar la tensión entre hecho y recreación o, si se prefiere, entre objetividad y literatura… ¿Charles Tatum o Jacob Boot?
He llegado buscando la diferencia entre un anarquista y un libertario y he seguido un poco más. Me encanta tu enfoque. Refrescante y liberador. Gracias. Me quedo.
Gracias por tu consideración, se hace lo que se puede.
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