Michel Houellebecq, profeta del desaliento
0A finales de febrero y principios de marzo de este año tuve la oportunidad de leer dos obras del autor francés Michel Houellebecq: “Las partículas elementales” y “Ampliación del campo de batalla”. Ambas obras son interesantes, aunque quizás los perfiles psicológicos de sus personajes sean algo repetitivos. Entre las dos novelas me quedo con “Ampliación del campo de batalla”, es más breve y concentra mejor el veneno y la crítica que Houllebecq quiere verter sobre nuestra sociedad contemporánea.
En “Las partículas elementales” se narra la historia de dos hermanastros víctimas de unos padres irresponsables obsesionados por el éxito de la sociedad de consumo y la “eterna juventud”. Michel es un investigador del genoma y lleva una vida desapasionada dedicada al trabajo y con relaciones sociales casi inexistentes; su hermanastro Bruno es un profesor de literatura obsesionado por el sexo y el odio hacia su madre hippy que le abandonó. La lucha de estos dos personajes en un mundo deshumanizado es un paulatino camino hacia la locura, el suicidio y la amargura. Esta obra es muchas cosas pero principalmente es una oda contra la irresponsabilidad parental con respecto a los hijos que se implantó en Francia y en el norte de Europa en algunas capas sociales en los años 60. El final es impresionante y permite reflexionar sobre las potencialidades futuras de la ingeniería genética como camino hacia una nueva humanidad deshumanizada.
“Ampliación del campo de batalla” es una novela en primera persona cuyo protagonista, un ingeniero informático de 30 años, se desliza por la vida sin pena ni gloria con un sentimiento íntimo de hastío y soledad. Nueva crítica a la liberación sexual y a la cultura del culto al cuerpo que convierte a los hombres y las mujeres de las sociedades de consumo en eternos adolescentes desorientados sin prioridades vitales, sin capacidad de compromiso y cargando con una vida diseñada por la teletienda.
Houellebecq en estas obras carga contra la deshumanización de la sexualidad pero, irónicamente, haciendo uso de un lenguaje y de unos escenarios sexualmente muy explícitos. En este sentido Houellebecq es una víctima de su época que atrapada en ella intenta ser un aviso para navegantes. El autor refleja en su obra el mundo de cierta burguesía intelectual (profesores, ingenieros, científicos…) que desligada de valores religiosos tras la muerte de Dios se ha visto también huérfana de valores políticos tras la caída del comunismo; sin embargo, el francés parece olvidar el otro mundo de hombres y mujeres que por ignorancia o por fuerza de voluntad siguen viviendo vidas con solo las mentiras imprescindibles, más allá de las felicidades de diseño y los sueños prefabricados. Una visión parcial la de Houllebecq, una visión de decadencia, de pérdida de valor y de claudicación constante, pero no por parcial menos real, menos posible. Conviene estar alerta y como una clarividente y amarga alerta conviene leer estas obras.
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