Los paraísos artificiales
0 En su obra “Los paraísos artificiales”, el poeta francés Charles Baudelaire (1821-1867) analiza la influencia del hachís y del opio en la conciencia. El ensayo se divide en dos partes en las que diferenciadamente trata de cada una de estas drogas, la primera parte se titula “El poema del haschisch” y la segunda “Un comedor de opio”.
Publicada en 1860, esta obra está cargada de polémica aún en la actualidad. En la primera parte del ensayo Baudelaire hace una descripción de los efectos del hachís, de paso, nos retrata una sociedad en la que el acceso al hachís o a sustancias derivadas de él era común. El poeta francés describe los efectos del hachís en la conciencia como si este fuera un potenciador de los estados mentales del sujeto, pero admite que esta droga es incapaz de convertir en sabio al necio ni al mediocre en artista.
“Que las gentes de mundo y los ignorantes, curiosos por conocer placeres excepcionales, sepan, por tanto, que no encontrarán en el haschisch nada milagroso, absolutamente nada más que lo natural en exceso. El cerebro y el organismo, sobre los cuales opera el haschisch, solo producirán sus habituales fenómenos, individuales, aumentados, sin duda, en lo que atañe al número y a la energía, pero siempre fieles a su origen. El hombre no escapará a la fatalidad de su temperamento físico y moral: respecto de las impresiones y los pensamientos familiares del hombre, el haschisch será un espejo que aumenta, pero un mero espejo.”
op. cit.“El poema del haschisch” cap. III de la traducción de José Antonio Millán Alba para la editorial Cátedra.
Aunque la fama de maldito de Baudelaire pudiese hacernos pensar que en esta obra se iba a posicionar en favor del consumo de drogas, no es así. Implícitamente el francés describe los efectos del hachís y del opio de tal manera que puede parecer que está realizando una defensa encubierta de estas sustancias. En cierto modo, esto sería lo coherente con la biografía de nuestro escritor. Sin embargo, el ensayo contiene explícitamente advertencias sobre los peligros de la adicción y críticas a aquellos que pretenden hallar en las drogas un “atajo” para el desarrollo de las capacidades artísticas. Claramente critica Baudelaire que los efectos desmotivadores del hachís, lo convierte en una sustancia inútil para acrecentar el genio:
“…admitamos, por un instante, que el haschisch otorgue, o al menos aumente, el genio; se está olvidando que es propio de la naturaleza del haschisch el disminuir la voluntad y que, de esta suerte, concede por un lado lo que por otro quita, es decir, la imaginación sin la facultad de sacar partido de ella. Por último, y en el caso de que supusiéramos un hombre lo bastante hábil y fuerte como para sustraerse a esta alternativa, hay que pensar en otro peligro fatal, terrible, que es el de todos los hábitos adquiridos: todos ellos se convierten de pronto en necesidades.”
trad.cit “El poema del haschisch” cap. V
Vemos en este ensayo un compromiso con la verdad de las drogas, tanto con su parte luminosa: las drogas como sustancias que expanden nuestra conciencia y nos generan sensaciones enriquecedoras; como con su parte menos amable: las sustancias enteógenas pueden tener efectos secundarios adversos para la salud física y moral del consumidor, solo conociendo estos efectos se puede hablar de un consumo responsable.
La segunda parte del ensayo se titula, como he dicho, “Un comedor de opio”. No me detengo en esta parte porque básicamente es glosa de otro libro, “Confesiones de un inglés comedor de opio”, del poeta británico Thomas de Quincey.
A pesar de la prudencia que muestra Baudelaire ante el consumo de drogas, creo que no está de más terminar este artículo con un fragmento en el que el poeta describe los maravillosos efectos del hachís:
“A veces ocurre que la personalidad desaparece, y la objetividad, que es lo propio de los poetas panteístas, se desarrolla en vosotros de forma tan anormal, que la contemplación de los objetos externos os hace olvidar vuestra propia existencia, confundiéndoos pronto con ellos. Vuestra mirada se fija en un armonioso árbol curvado por el viento; en algunos segundos, lo que en el cerebro de un poeta no sería sino una comparación totalmente natural, en el vuestro se convertirá en una realidad.”
trad. cit. “El poema del haschisch” cap. III.