¿Para qué sirven las mascotas?
1 Para la mayoría de nosotros es impensable comer perro o gato. Mantenemos con estos animales un trato cercano, los consideramos mascotas. En su obra de 1985 “Bueno para comer”, Marvin Harris se pregunta si este tabú de no comer mascotas es universal. Si entendemos que una mascota es un animal al que le damos un trato cercano y afectuoso, debemos admitir, según los indicios antropológicos, que muchas culturas se comen a sus mascotas.
El antropólogo norteamericano muestra, en el capítulo nueve del libro citado, que entre los grupos de Tierras Altas de Nueva Guinea, las mujeres tratan a los cerdos, que después sacrificarán sus maridos, como nosotros tratamos a nuestros perros y gatos, e, incluso, mejor. Las mujeres viven con los niños, separadas de los hombres; junto a sus hijos guardan a sus cerdos que transportan cuando están cansados y amamantan a los cochinillos separados de sus madres. Esto no impide que los cerdos formen parte de la dieta de la aldea o sea donado a otro grupo para su sacrificio.
Los occidentales se abstienen de comer perro por razones económicas: es un animal que en nuestro sistema agropecuario resulta ineficaz; una vaca, un cerdo o una gallina resultan mucho más económicos de alimentar que un perro que necesita carne para producir carne.
Pero entonces ¿para qué sirven las mascotas? A partir del siglo XVII, en Occidente, se puso de moda que las damas de alta sociedad llevaran perrillos falderos que las acompañaban. En una época en donde muchas personas veían morir de hambre a sus hijos, que alguien fuese capaz de mantener unas cuantas mascotas era un símbolo de prestigio. En muchas otras culturas se ha dado este fenómeno, por ejemplo en Roma donde el emperador se rodeaba de animales exóticos para exhibir su magnificencia.
Hoy en día cualquiera puede tener un perro o un gato, por tanto, ya no son ningún símbolo de prestigio (exceptuando a los amantes de los perros con pedigrí), ¿qué sentido tienen hoy los animales domésticos? El primer sentido es el lúdico: ver a un gato cazar una mosca o un perro perseguir una pelota es, al menos, “tan entretenido como la película del sábado por la noche”.
También los animales domésticos tienen un fin educativo. En las sociedades urbanas actuales es difícil que el niño observe a otros animales y sus procesos vitales como la preñez, la muerte, etc. Una mascota dará ocasión a los padres para que expliquen a sus hijos estos procesos vitales que afectan tanto a los animales domésticos como a las personas.
Sin embargo, siendo sinceros, nos percatamos que aquellos que tienen mascotas las tienen por otro motivo: la búsqueda de compañía. Nuestra sociedad industrial ha tenido éxito proveyéndonos de bienes materiales pero ha fracasado en dotarnos de relaciones humanas plenas, sinceras y basadas en el apoyo mutuo. En las grandes metrópolis modernas somos desconocidos unos de otros; la competitividad y la obediencia son valores que nos son inculcados desde pequeños en el colegio y la televisión. En esta sociedad de relaciones humanas insatisfactorias, las mascotas llenan en parte esa necesidad gregaria tan constitutiva del hombre.
¿Son las mascotas incomestibles de los occidentales unos lujos inútiles? Harris no lo ve así, ni es inútil para nuestra salud mental ni para nuestra salud física:
“Se han realizado experimentos que demuestran que mientras las personas acarician a sus mascotas disminuyen el ritmo cardíaco y la presión arterial, tanto en humanos como en animales. La mera contemplación de un pez en un acuarium casero rebaja la presión arterial en un grado clínicamente significativo. Otros estudios muestran que dividiendo a las víctimas de ataques cardíacos en dos grupos – los que tienen y los que no tienen animales en casa-, sólo el 72% de los que no poseían mascotas seguían vivos al año de su hospitalización, en comparación con el 96% en el caso de los que sí las poseían. Como es natural, otras variables contribuyeron a favorecer la supervivencia, pero la posesión de mascotas fue responsable de una proporción mayor de la diferencia que cualquiera de los restantes factores.”
Marvin Harris; Bueno para comer; traducción de Calvo Basarán, J. y Gil Catalina, G. para Alianza editorial, página 220 de la edición de Ediciones del Prado, enero 1994, Arganda del Rey.
Foto de: tumascotahaoraespartedetufamilia.blogspot.com.es
no tan largo viejo
holle es no es largo escribe lo mas corto