Schopenhauer: El mundo como voluntad y representación
12La filosofía de Arthur Schopenhauer es la gran desconocida e incluso la gran despreciada de la historia de la filosofía del XIX que la presenta como una mera reacción al idealismo hegeliano. A mi juicio el pensamiento de este filósofo alemán es importante, además de por su profunda belleza, por dos razones objetivas: en primer lugar Schopenhauer y su giro copernicano de la ontología occidental (el giro copernicano de Kant fue gnoseológico) nos permiten establecer un perfecto puente entre Kant, y la modernidad en general, y las escuelas de la sospecha de finales del XIX y principios del XX (basta tener en cuenta la deuda que el psicoanálisis de Freud tenía con el pensamiento de Schopenhauer). En segundo lugar debemos considerar que si la filosofía del XX es incomprensible sin la figura de Friedrich Nietzsche, esta misma figura es ininteligible si no consideramos su fascinación juvenil por Arthur Schopenhauer y como esa fascinación marcó profundamente su posterior pensamiento.
En este artículo intentaré exponer brevemente la piedra angular de su magno y olvidado sistema: El mundo como voluntad y como representación. Empezaré con una introducción en la que explicaré el ya citado giro copernicano que supuso la filosofía kantiana y su relación con los conceptos de Schopenhauer que analizaremos en este artículo. Continuaré explicando el concepto de mundo como representación y posteriormente finalizaré exponiendo la idea del mundo como voluntad.
EL FENÓMENO Y EL NOUMENO:
Según Kant hasta que él expuso su filosofía crítica la reflexión acerca de las facultades del entendimiento humano se habían planteado la cuestión de la siguiente manera: ¿cómo se imprimen los conocimientos del mundo externo en la mente del sujeto? Para Kant esta pregunta denotaba una concepción pasiva del sujeto: el sujeto era un receptáculo de impresiones externas que las alojaba dentro de sí ordenándolas y jerarquizándolas… El filósofo de Königsberg propone que el sujeto pase a adoptar en el acto cognitivo un papel activo, de tal modo que el sujeto no quede anclado en un papel de “receptáculo” sino que se transforma en una instancia que recrea la realidad a través de estructuras mentales y de la sensibilidad propias, es decir, a priori.
Desde esta perspectiva, por lo tanto, el sujeto se dirige a lo que está fuera de él y reconstruye una materia amorfa e incognoscible llamada noúmeno. El noúmeno es lo que el sujeto recrea en el acto de conocer pero lo que realmente sea ese noúmeno es un misterio, no podemos saberlo. Cuando conocemos qué es el noúmeno ya no es noúmeno sino fenómeno, cuando percibimos algo ya lo hemos pasado por la criba de nuestra mente de tal modo que podemos saber cuál es el resultado (el conocimiento) pero no podemos saber de donde procede externamente (eso sería el noúmeno). Es como el koan zen del árbol que cae en el bosque sin que nadie lo oiga ¿hace ruido o no? Sin un sujeto que perciba el acontecimiento decir lo que ha pasado es dotar al sujeto de omnisciencia… no sabemos si el árbol hizo ruido o no ya que el concepto “ruido” es un concepto construido con nuestro entendimiento y con algo que está fuera de él. Podemos imaginar en nuestra mente el “ruido” pero no podemos concebir el ruido sin nuestra mente, sin nuestros oídos… el ruido es, por lo tanto, una realidad fenoménica, construida por nuestro entendimiento. Qué sea lo que hay ahí afuera de nuestro entendimiento escapa a nuestro entendimiento por que si lo captásemos ya lo captaríamos en nuestra mente y no fuera de ella.
Por lo tanto, este es el giro copernicano de Kant que dio el pistoletazo de salida a la filosofía del XIX (idealismo, neokantismo, irracionalismo etc.): el sujeto pasa de su posición de espejo del mundo a la posición de recreador de la realidad. Sin embargo este optimismo ilustrado que representa al hombre como sujeto activo y creador también entraña cierto pesimismo: estamos exiliados para siempre del ámbito de lo extrasubjetivo, de la verdad más allá del sujeto… Todo nuestro conocimiento es un conocimiento fenoménico y el conocimiento del Ser del Mundo nos esta vetado para siempre.
DEL MUNDO COMO FENÓMENO AL MUNDO COMO ILUSIÓN:
Schopenhauer declara en las primeras páginas de su obra principal, El mundo como Voluntad y Representación, que su sistema se basa en tres tradiciones filosóficas principalmente: las tradiciones que fueron iniciadas por Platón, Kant y las Upanishad. El primer concepto que vamos a tratar aquí de su filosofía, “el mundo como representación”, es, de hecho, una reinterpretación del concepto de “lo fenoménico” de Kant a través de la filosofía india que considera al mundo como una ilusión, como Maya.
El mundo aparece desde la citada concepción como una realidad onírica. Los seres que se presentan a nuestra percepción no son más que fantasmagóricas recreaciones de nuestra mente… Todo lo considerado sólido no es más que un simple juego de la imaginación: rey o mendigo, santo o libertino no son más que personajes en este Gran Teatro del Mundo. Schopenhauer hace suya esta perspectiva del mundo como una mera construcción de nuestra imaginación: el mundo, nuestro conocimiento cotidiano es sólo representación.
¿Qué diferencia existe entre la idea kantiana del mundo como realidad fenoménica y la idea india y de Schopenhauer del mundo como ilusión? A un nivel de teoría de conocimiento ninguno reseñable aquí, el matiz diferenciador se introduce a un nivel más profundo, a un nivel ético. Lo que diferencia la perspectiva kantiana de la de Schopenhauer es el acento que se le ponga al elemento pesimista que comenté al final del anterior punto de mi exposición. Kant no prestó atención a las consecuencias negativas de su concepción fenoménica del conocimiento y acentuó las consecuencias positivas que ya comenté: el hombre es un ser activo en el conocimiento y aunque le esté vetado lo extrafenoménico en el ámbito del fenómeno puede desarrollar su actividad cognitiva casi hasta el infinito; de hecho para Kant lo nouménico es algo así como un límite que nunca se alcanza pero que alienta al conocimiento fenoménico a desarrollarse. Schopenhauer, por contra, subrayará en su perspectiva no el carácter activo del conocimiento humano sino su carácter ilusorio y fantasmagórico: las representaciones de nuestra mente nos engañan y nos empujan a amar, odiar o querer lo que no son más que volutas de humo de nuestra mente.
¿Pero eso es todo, el único conocimiento del mundo que tenemos es el que lo percibe como una realidad externa a nosotros? ¿No hay posibilidad alguna de vislumbrar lo extra representativo, de penetrar en el Ser del Mundo?
EL MUNDO COMO VOLUNTAD:
Para Schopenhauer hay un solo objeto de nuestro conocimiento en donde el conocimiento de lo fenoménico y de lo nouménico se producen a la vez. Si todo proviene del noúmeno (sea lo que sea esto) la pregunta de Schopenhauer es: entonces ¿no somos nosotros también una realidad nouménica además de fenoménica? En otras palabras: aceptamos que el árbol que vemos como representación tiene una causa externa a nosotros mismos: el noúmeno; luego nosotros mismos también debemos tener una causa externa a nosotros mismos, al igual que el árbol: el noúmeno. Nosotros somos usualmente representación, pero cuando elaboramos un profundo conocimiento intra subjetivo estamos penetrando en la esencia de lo real que nos conforma. Este es el significado de la máxima délfica “conócete a ti mismo”. El “si mismo” de nosotros, al igual que el de toda representación, es lo nouménico. Pero ¿qué encontramos cuando hacemos ese ejercicio de introspección y miramos dentro de nosotros, cómo se nos presenta esa, nuestra íntima esencia? Según Schopenhauer cuando miramos al Ser del Mundo dentro de nosotros mismos vemos que lo que define a esa esencia es la Voluntad.
Nuestra esencia más intima es una voluntad; voluntad de conocimiento, de satisfacer apetitos, de aferrarnos a los deseos, voluntad de vivir, de reproducirnos, de luchar… La esencia de nuestro ser es una voluntad informe, insaciable e incansable que si pudiera fagocitaría al universo. El deseo es la esencia del hombre y la piedra maestra sobre la que se construyen todos los actos humanos. La esencia del mundo no es un algo ordenado y armónico sino todo lo contrario: el desorden, la hybris, la desmedida más absoluta es lo que definen la esencia de todo. Cuando salimos de nuestra mirada introspectiva y miramos al mundo comprobamos que en la representación se nos corrobora esta intuición radical: vemos la voluntad en la naturaleza destruyendo y creando incesantemente, en la historia en donde imperios nacen y desaparecen, en la política, la prensa diaria, etc. Para la mirada atenta del filósofo todo esta enseñoreado por la guerra como dijo Heráclito… y la guerra se llama Voluntad.
Este es el giro copernicano que dio Schopenhauer a la ontología occidental. Mientras que anteriormente la esencia del mundo había sido “El Bien”, “La Belleza”, “Dios”, “La Razón” etc. es decir, concepciones tranquilizadoras que presentaban la esencia de lo real como un orden bondadoso, Schopenhauer introduce en la ontología la idea de que la esencia de lo real es precisamente lo contrario: irracionalidad desmedida. La Voluntad sustituye a la “Idea” hegeliana, al “Dios” cristiano y al “Orden” del cientificismo materialista. El universo no se apoya en la sosegada y firme concha de una tortuga sino en el febril e inestable espinazo de un tigre hambriento… Entendiendo esta concepción de Schopenhauer quizás comprendamos por que algunos críticos de su pensamiento lo han considerado el padre del irracionalismo y el pesimismo filosófico moderno. En contra de este pesimismo anti vital, se posicionó de una manera rotunda y afilada años más tarde el inspirador de buena parte de la filosofía del siglo XX, Friedrich Nietzsche.
publicado originalmente en octubre del 2006
Schopenhauer
Les envío a vos ya diego una breve reseña del pensamiento de Schopenhauer. Así no tocamos tanto de oído y no nos ilusionamos con q es un delicioso plato de la cocina alemana. Abrazo. Bado
Schopenhauer
Una reseña sobre Schopenhauer. No es un plato de comida alemana. Abrazo. Bado.
Schopenhauer escribió un ensayo sobre el ruido y el bullicio, alguien me podría indicar en dónde podría encontrar ese texto, por favor?
Está en Parerga y Paralipómena, t. II, cap. XXX, parágrafo 378, «Sobre el ruido y el alboroto».
Espero todavía te sirva. Saludos.
Muy bueno Gracias!
Gracias. Muy bien explicado
Extraordinario el artículo.
Excelente artículo. Quisiera algunas referencias acerca de la idea de Dios que tenía Schopenhauer, así como saber qué criterio tenía él acerca del Panteísmo. Mi correo es bravomachado@gmail.com
Muy bueno y claro el articulo. Felicitaciones
[…] El noúmeno para Kant no puede ser reconocido por medio de la intuición sensible, sin embargo, Schopenhauer entiende que tenemos un modo de acceder al noúmeno, a la cosa en sí. “Nosotros mismos somos la cosa en sí”, pero puede ser conocido por medio de la intuición intelectual. El noúmeno es lo que el sujeto recrea en el acto de conocer pero lo que realmente sea ese noúmeno es un misterio, no podemos saberlo. Cuando conocemos qué es el noúmeno ya no es noúmeno, sino fenómeno, ya es algo consciente, conocido. (https://www.lasangredelleonverde.com/schopenhauer-el-mundo-como-voluntad-y-representacion/). […]
[…] La sangre del león verde. (Octubre de 2006). Obtenido de https://www.lasangredelleonverde.com/schopenhauer-el-mundo-como-voluntad-y-representacion/ […]
Quería yo citarte pero hacerlo como «ciudadano no sé qué» se ve raro en un texto académico, amigo. Ojalá lo tomes en cuenta.
Me gustó mucho tu articulo. Gracias y saludos.