Principios de la argumentación
9Toda argumentación tiene además de un método unos principios básicos que cumplir. Vamos a citarlos por orden de importancia.
Principio de no contradicción:
Este es el principio más importante de la argumentación racional. Ya Aristóteles en el siglo IV a.C nos habla de él en su Metafísica. Según este principio no puede ser al mismo tiempo una afirmación y su contraria; o en otras palabras una cosa no puede ser verdadera y falsa a la vez. Sobre este principio se asienta el edificio de la racionalidad occidental (filosofía, ciencia, etc.) pero ha sido criticado duramente desde los inicios de la filosofía (Heráclito s. VI a.C) hasta la actualidad (Nietzsche s. XIX).
Principio de la deducción:
Este principio se basa en el valor lógico de la relación causa y efecto, y viene a decir que si ocurre la causa, ocurre el efecto. Cuando alguien afirma: «si llueve se mojan las calles» y, efectivamente llueve, podemos afirmar que las calles se mojan. Las cadenas de causas-efectos pueden ser amplias, por ejemplo: si llueven se mojan las calles, si llueven las calles puedes resbalarte y caer, si te caes… En lenguaje lógico podemos enunciarlo así: si de una premisa se sigue una consecuencia y ocurre la premisa, entonces ocurre la consecuencia.
Principio del tercio excluso:
Este principio tiene mucha menos validez que los dos anteriores y ha sido rechazado abiertamente por muchos lógicos en los siglos XIX y XX. Según este principio si una cosa no es verdadera es falsa y si no es falsa es verdadera. La similitud, al menos a primera vista, con el principio de no contradicción es evidente, pero se critica, como dijimos, su amplitud ya que hay situaciones en donde las afirmaciones no son ni verdaderas ni falsas sino solamente probables o tienen valor de verdad desconocido.
Principio del Onus Probandi o de Carga de la Prueba:
Es el principio según el cual el que hace una afirmación debe dar pruebas de su veracidad (affirmanti incumbit probatio) o, en otras palabras, no corresponde al que refuta la refutación sino a quien afirma la demostración. Por ejemplo, si alguien afirma que existe una raza de enanos invisibles en los bosques debe probar que esta afirmación es cierta y no solicitar a terceras personas que prueben que es falsa. Si pensamos en este ejemplo nos damos cuenta de que es imposible demostrar la falsedad de una afirmación infundada ¿cómo demostrar que no existen seres invisibles si su característica principal es, precisamente, que no se pueden observar?
Tiene aplicación especial cuando lo que se afirma es algo extravagante o que choca con lo que conocemos. Si alguien afirma que sabe bailar salsa probablemente le creamos sin necesidad de que nos lo demuestre pero si esa misma persona afirma que puede volar entenderemos que debe dar pruebas fehacientes de que tiene esa capacidad o estamos en nuestro legítimo derecho al pensar que miente.
El onus probandi es fundamental en Derecho, y nos dice que todo acusado es inocente hasta que no se demuestre lo contrario: quien afirma que alguien ha cometido un delito debe probarlo y no solicitar que el acusado pruebe la falsedad de la acusación.
Este principio tiene una validez menos firme que los dos primeros e incluso que el principio del tercio excluso; es perfectamente posible que alguien haga una afirmación extravagante que no puede demostrar y que esta afirmación sea verdadera. Aún siendo esto cierto debemos considerar que sin la aplicación de este principio nos veríamos forzados a pensar que afirmaciones de desequilibrados como «Yo soy la reencarnación de Napoleón» o «He visto a la Virgen María mientras me duchaba» son, al menos, posibles. Efectivamente, en nuestra vida cotidiana no estamos dispuestos a admitir esto como cierto hasta que no se nos demuestre.
Debido a su carácter más subjetivo que los principios anteriores podemos caer en un razonamiento falaz si aplicamos este principio de manera excesivamente laxa o excesivamente rígida.
Se comete una falacia de abuso del onus probandi cuando se dan por falsas todas las afirmaciones que no se pueden demostrar fehacientemente. Esta falacia se denomina también argumentum ad ignorantiam. Un ejemplo podría ser el siguiente:
«Tu dices que eres mi amigo pero no tienes ninguna prueba de ello, luego es falso que seas mi amigo».
De igual manera se comete una falacia de desprecio del onus probandi cuando no se tiene en cuenta la aplicación de este principio y se solicita al refutante la demostración y no al afirmante. Por ejemplo:
«Aún no me has demostrado que Dios no exista, luego Dios existe».
Principio de Economía o Navaja de Occam:
Este principio nos dice que entre dos teorías que expliquen un mismo fenómeno la más sencilla es verdadera, a menos que se demuestre lo contrario. Este principio se encuentra al final así que debemos considerar que para que se aplique deben haberse cumplido todos los demás principios; la explicación más sencilla debe ser racional y estar en coherencia con el corpus de conocimientos previamente adquiridos, si no es así no es aplicable este principio.
Como en el principio anterior, dado que este principio está abierto a un mayor grado de subjetividad puede dar lugar a una aplicación incorrecta generando dos modos de aplicación falaz.
Cuando en una argumentación se utiliza la simplicidad de una afirmación como único o principal fundamento de su verdad se dice que se comete un abuso del principio de economía. Por ejemplo:
«Es más sencillo pensar que Dios creó el mundo en seis días que pensar que se produjo por el Big Bang hace, nada menos que, 15.000 millones de años, luego Dios creó el mundo en seis días».
Por contra, se comete un desprecio del principio de economía cuando se busca de un modo tozudamente irracional la explicación más compleja existiendo respuestas más sencillas y convincentes.
«- No se donde están las llaves, eso es que el gnomo verde invisible y volador que hay en mi casa las ha robado.
– Oye ¿no será que has olvidado donde las pusiste?
– ¡Nooooooooooo! Ha sido el gnomo, te lo digo yo.»
Los presupuestos de la argumentación y las definiciones:
Ninguna argumentación empieza ex nihilo, es decir, ningún debate parte sin presupuestos y conceptos previos a ese debate. Por ejemplo, si queremos debatir sobre porqué permite Dios el mal en el mundo debemos partir del presupuesto de la existencia de Dios, además, debemos definir los conceptos de Dios, mal, bien, libertad etc. para que la discusión sea posible. Esto es así en toda reflexión pero a veces ocurre de una manera manifiesta y otras sobreentendida. Es importante aclarar estos presupuestos y definiciones al empezar un debate para saber las ideas previas desde las que se parte.
Con esto termino el presente artículo sobre los principios de la argumentación. Entiendo que quedan muchas cosas en el aire pero este trabajo no trataba de epistemología ni de teoría del conocimiento en sentido estricto sino que lo entiendo como un trabajo que toca las disciplinas de la lógica y de la retórica.
tarea logica
espero este bien
Muchas gracias, esa tarea de lógica aee.
.
ae que poner mas resumidas las cosas pero esta bien
esos son los principios de la argumentación?
Muchas gracias esto me sirvió de mucha ayuda
Gracias de verdad 🙂
es muy bueno que lo hayan subido…me salvaron del 0!!
Me ayudó mucho
Voy por el 10 en lógica 😂✌️
cómo se llama al principio que dice que deben eliminarse en una argumentación todos los elementos que no aportan a la demostración y dejar solo los que son comunes o que si demuestran lo que se quiere demostrar?