Consecuencias éticas del dilema del prisionero
0El dilema del prisionero es un problema que afecta tanto a las matemáticas como a la economía pero ¿qué tiene que ver con la ética?
La conclusión principal del dilema es que en un sistema iterativo la mejor opción es la cooperación pero en un mundo en el que todos tiendan a cooperar surgirán sujetos que aprovecharán esta tendencia, o al menos intentarán aprovecharla, en su propio beneficio. Si todo el mundo tiende a cooperar quien se aproveche de esta circunstancia y no coopere se verá premiado; por otro lado un exceso de elementos no-cooperantes destruyen el sistema de cooperación y hacen más racional la no cooperación. Este esquema puede ser uno de los factores que permitió el surgimiento del sentido moral. Veámoslo con un ejemplo:
“Dos tribus primitivas están formadas por veinte miembros cada una, mientras en una la táctica común es la no cooperación, en la otra es la cooperación”.
El ejemplo muestra que la cooperación es un factor que permite la pervivencia de una tribu frente a otra ya que ¿en la lucha por la subsistencia cuál de las dos tribus tiene más posibilidades de sobrevivir frente a la otra? Sin embargo este hecho no quita que en la tribu cooperativa no vayan a surgir elementos parasitarios de la cooperación. Para el individuo esta son las situaciones posibles ordenadas de mayor a menor preferencia:
1ª Que los miembros de su tribu cooperen y él no. Se asegura la subsistencia y un mejor nivel de vida.
2ª Que tanto él como los miembros de su tribu cooperen. Se asegura la subsistencia y un nivel de vida medio.
3ª Que nadie coopere. En este caso su subsistencia corre peligro, como la subsistencia de la tribu, pero no es explotado por otros miembros del grupo ni por el trabajo extra de la cooperación.
4ª Que nadie coopere en su tribu excepto él. En este caso la subsistencia de la tribu está en peligro pero la suya propia más por que se ve obligado al trabajo extra de la cooperación.
Teniendo en cuenta que cada individuo busca su máximo beneficio y que este se encuentra en la primera opción es fácil que muchos miembros del grupo opten por ese camino. El problema ocurre, lógicamente, cuando el optar masivamente por esa opción nos llevaría a la situación tercera que pondría en peligro la subsistencia del grupo y la suya propia. Cuantos más elementos parasitarios en un sistema de cooperación mayor es la tentación del individuo cooperante para cambiar su actitud (en la línea de la estrategia “Tit for tat”); a la vez cuanta menor cooperación mayor probabilidad de desastre total. Esto es lo que se llama técnicamente “la tragedia de los comunes”.
La vida corriente no es tan sencilla como este dilema ya que la matriz de pagos varía mucho en la vida real y, de hecho, es difícilmente calculable. No obstante, nos plantea la cuestión ¿qué puede hacer un sistema de cooperación para evitar su autoderrumbe? Por lo general será suficiente el sentido común de los participantes del sistema que son los primeros interesados en que no se venga abajo. Lamentablemente “el sentido común” es el menos común de todos los sentidos por lo que se imponen otras estrategias de control que veremos a continuación.
1ª) El individuo parasitario del sistema además de sacar provecho de él debe hacerlo inteligentemente. Si siempre se inclina hacia la no cooperación su conducta es detectada por los otros miembros del sistema y expulsado de él. La actitud parasitaria debe ser puntual e inteligente. Esto es ya un factor de control del daño que el parásito de la cooperación puede hacer al sistema.
2ª) Otro factor de control que hemos insinuado en el párrafo anterior es el propio control del sistema ante elementos parasitarios. Cuando el elemento no cooperativo es detectado por el sistema ya no disfruta de los beneficios de la cooperación de tal manera, que su conducta se vuelve rápidamente contraproducente. Este elemento de control se encuentra en la estrategia ganadora “Tit for tat”: el que la hace la paga.
3ª) El último factor, que se encuentra en la estrategia “Tit for tat” con capacidad de perdón, es la tolerancia relativa del sistema a los elementos parasitarios. Si ante una actitud no cooperativa el sistema actúa de manera inflexible es probable que se vea perjudicado, ya que no permite al elemento parasitario reintegrarse en el sistema de cooperación y esto conlleva la perdida definitiva de un elemento de ese sistema. Por otro lado una excesiva transigencia con el parásito promovería esas conductas en otros sujetos del sistema de cooperación lo que sería igualmente contraproducente. Este factor es el más complejo pues es difícil saber hasta donde debe de llegar la capacidad de perdón del sistema para su funcionamiento óptimo.
El dilema del prisionero muestra cuatro cosas interesantes para la reflexión ética:
· Un sistema cooperativo es ventajoso para la mayoría de sus integrantes. Por ello, probablemente las estrategias cooperativas estén íntimamente ligadas a la historia evolutiva del hombre y de otras especies.
· Un sistema cooperativo es destruido si no contiene elementos que permitan controlar los elementos parásitos de la cooperación.
· Los elementos de control del parasitismo en un sistema cooperativo deben tener cierta capacidad de reintegrar a los elementos parasitario para optimizar el funcionamiento del sistema. Castigo y perdón son caras de una misma moneda en los sistemas de cooperación. Un sistema cooperativo debe admitir cierto nivel de parasitismo como algo inevitable. El nivel de parasitismo admisible es difícil de determinar.
para consultar las fuentes utilizada visite el artículo «El dilema del prisionero iterado: la estrategia «tit for tat».
artículo publicado originalmente en 2006.