¡Romanos, vigilad a vuestras mujeres!
0Cuenta Suetonio en el libro primero capítulo 51 de su obra Vidas de los doce césares que tras la guerra de las Galias, los soldados que iban con Julio César en aquella campaña, en su vuelta a Roma cantaron los siguientes dísticos:
“Romanos, vigilad a vuestras mujeres: os traemos al adúltero calvo;
en la Galia te gastaste en putas el oro que aquí tomaste prestado.”
traducción de Rosa María Agudo Cubas para la editorial Gredos
Más allá de lo que esta anécdota nos pueda revelar sobre la vida privada del Julio Cesar, estos versos son un ejemplo de esa actitud, tan frecuente en algunos pueblos mediterráneos y del mundo, de burla y mofa hacia los poderosos. Los «bienpensantes» presuponen en el político altas virtudes y una capacidad excepcional, por tanto, exigen en consecuencia; por el contrario, los soldados romanos ni siquiera se guardaban de zaherir con sus bromas al mismo conquistador de las Galias. Frente al frío ataque de la razón o la crítica demagógica, el humor se nos muestra como una de las mejores armas contra los poderosos. Pues la risa inteligente no pretende humillar o dañar, sino que quiere relativizar esa diferencia tan artificial entre el que manda y los que obedecen. La broma puede esconder el desprecio pero también impone una cercanía, o ¿qué otra cosa quería decir la tropa sino que Julio César, por muy subido a un carro triunfal que estuviera, no dejaba de ser solo un hombre como otro, sujeto a las mismas veleidades que todos y, por tanto, perfecta diana para las chanzas?
Karl Popper, en su defensa de la “sociedad abierta”, comentaba que un rasgo típico de una sociedad totalitaria o cerrada, era que en estos sistemas el líder político es idealizado y, por tanto, no está sujeto a críticas y mucho menos puede ser objeto de risa. Un pueblo que bromea sobre sus políticos es un pueblo más libre que aquel que no quiere o no puede hacerlo. Constatación de esto es la falta de sentido del humor que observamos en el usurero, el iluminado o el mediocre; tres tipos humanos que se combinan inopinadamente en el alma de cualquier usurpador de la soberanía popular, es decir, en el alma de cualquier político.
imagen de: http://www.biografiasyvidas.com/monografia/julio_cesar/