El hombre unidimensional de Herbert Marcuse
9“La expansión que salva al sistema, o al menos lo fortalece, no puede ser detenida más que por medio de un contra-movimiento internacional y global. Por todas partes se manifiesta la interpretación global: la solidaridad permanece como el factor decisivo, también aquí Marx tiene razón. Y es esta solidaridad la que ha sido quebrada por la productividad integradora del capitalismo y por el poder absoluto de su máquina de propaganda, de publicidad y de administración. Es preciso despertar y organizar la solidaridad en tanto que necesidad biológica de mantenerse unidos contra la brutalidad y la explotación inhumanas. Esta es la tarea. Comienza con la educación de la conciencia, el saber, la observación y el sentimiento que aprehende lo que sucede: el crimen contra la humanidad. La justificación del trabajo intelectual reside en esta tarea, y hoy el trabajo intelectual necesita ser justificado.”
Herbert Marcuse; El hombre unidimensional; prefacio a la edición francesa 1967, traducción de Antonio Elorza.
El hombre unidimensional (1964) de Herbert Marcuse, es una obra que analiza la sociedad capitalista de su momento desde una perspectiva crítica. Este libro fue influyente para los movimientos contestatarios que convergieron en las movilizaciones de 1968 y aún hoy en día es de lectura obligada para aquellos que pretendan comprender las razones profundas de nuestro actual sistema político y económico.
El filósofo alemán, en el contexto de la Guerra Fría, es igualmente crítico con el comunismo y lo compara sin ambages al “totalitarismo capitalista”. Ambos movimientos, gracias a los órganos de control de la opinión, han planificado y racionalizado no solo la producción sino también el consumo. El exceso de producción, obtenido gracias al avance de la técnica y de la racionalización, promueve un exceso de consumo; esto fomenta, a su vez, que los órganos de control del poder político-económico induzcan en los individuos pautas de consumo pseudo liberadoras que acaban convirtiendo al sujeto en un engranaje más del sistema de producción-consumo. El hombre unidimensional es el hombre creado por esta racionalidad acomodaticia, ya que el sentido de nuestra propia existencia no es un bien cuantificable y, por tanto, no es racional. Son cuantificables y cosificables los objetos y bienes de consumo, sabemos cuanto valen y que representan una realidad tangible. Frente a esto, la lucha por la libertad en el ocio o la dignidad en el trabajo son tareas “irracionales” en tanto que no son medibles y no generan ningún bien objetivable. Por ejemplo, la felicidad para el hombre unidimensional, si significa algo, significará capacidad para consumir o para adoptar conductas cuantificables: poder comprarse un coche más grande, poder ver más canales de televisión o poder mantener relaciones sexuales con más gente, son ejemplos de aspiraciones unidimensionales que anulan otros conceptos de felicidad que no hacen referencia al más ni al menos sino al “ser”. Así el hombre unidimensional queda libre dentro de unos parámetros bien definidos, como un borrego en un cercado, y es incapaz de ver más allá de los barrotes impuestos por la sociedad del “bienestar”.
Es precisamente la eficiencia la mejor arma del capitalismo. El capitalismo es relativamente eficiente en proveer de comodidades a sus fieles, aún cuando esta comodidad sea a consta de inferir un profundo sufrimiento material y moral a los individuos que viven dentro y fuera del sistema de producción total. Ese sufrimiento es convertido en espectáculo, y la compasión mercantilizada con donativos o modernos mensajes solidarios de SMS. Pero la verdadera contradicción del capitalismo es más profunda: el enorme nivel de producción material que hemos alcanzado y la mecanización de ciertas tareas productivas, parecía que iban a llevarnos a una sociedad en donde el trabajo ocupara cada vez menos tiempo. Sin embargo, en vez de liberarnos del trabajo para que los sujetos busquemos nuestro propio autodesarrollo en un mundo superabundante, el capitalismo lucha contra nuestra propia liberación. La liberación del hombre no entra los balances de cuentas y por tanto es una empresa irreal y utópica desde la óptica unidimensional. No obstante, lo que propone Marcuse es sencillo de entender, para poner un ejemplo concreto podríamos preguntarnos si la fuerza de trabajo que hemos ganado con el progreso de la tecnología y la organización no debería haber liberado de horas de trabajo al obrero para que buscase su autodesarrollo en otras actividades no productivas: cuidar a sus hijos, cultivar un huerto, aprender algo nuevo, etc. En vez de esto, el avance tecnológico produce más y nosotros, en consonancia, debemos consumir más, olvidándonos de otros modos de ser y estar ajenos al propio sistema de producción. En este sentido dice Marcuse que el capitalismo es un movimiento totalitario, como el comunismo y el fascismo, ya que pretende totalizar la vida y el universo de discurso de todos los hombres.
Gracias a la propaganda del estado y al adoctrinamiento que sufrimos en nuestras escuelas, para muchos es difícil aceptar que los sistemas capitalistas democráticos sean sistemas totalitarios. Una vez tuve esta conversación con un compañero de trabajo y hablando de qué hubieran hecho los nazis si hubieran descubierto la bomba atómica antes que los “buenos” yo le respondí que hubieran arrojado la bomba sobre poblaciones modestas de la costa de Inglaterra, Rusia o EE. UU. Lo sé porque eso fue lo que, precisamente, hicieron los yanquis cuando la descubrieron. Efectivamente para los que estaban en el bando de los vencedores tras la II Guerra Mundial y la Guerra Fría su sistema político y económico es el “bueno”. Preguntemos a los desheredados de Latinoamérica, África o Asia o, mejor aún, a las víctimas de Hiroshima y Nagasaki, sobre las bondades de este imperio y encontraremos una respuesta bien diferente. La historia política del siglo XX en Europa se puede resumir con que salimos de la sartén para caer en el cazo, la sartén del fascismo y el cazo del comunismo y el capitalismo. Esta perspectiva no es planteada en los medios de masa que reproducen la idealización de la «vencedora» democracia capitalista. Los órganos de propaganda del sistema fomentan la indiferencia hacia el sufrimiento ajeno que, en definitiva, impide el surgimiento de un nuevo concepto de ciudadanía global que pondría fin a la mentira tan flagrante e inhumana que supo denunciar Marcuse hace casi cincuenta años y que padecemos aún hoy.
“El mundo de los campos de concentración… no era una sociedad excepcionalmente monstruosa. Lo que vimos allí era la imagen y en cierto sentido la quintaesencia, de la sociedad infernal en la que nos sumergimos cada día”
E. Ionesco; citado por H. Marcuse en el capítulo tres de El hombre unidimensional [traducción citada]
imagen extraída de:
http://germanhistorydocs.ghi-dc.org/sub_image.cfm?image_id=622
Saludo y aviso
Como suele ocurrirme en la red, y no fuera de ella, la afinidad me ha conducido a este lugar, que leo con agrado y respeto. Este comentario no tiene de momento más objeto que saludarte y avisarte de que el link que tan amablemente has dejado no funciona.
Una sonrisa también.
Veda
Veda, ya he quitado el link que fallaba.
Gracias por tu aviso.
salud
Muy bueno tu ensayo del hombre unidimensional, precisamente estoy leyendo el libro y tu ensayo me ayudó a entender y a rectificar algunas partes del libro que no creía haber entendido bien.
Eso es verdad.El capitalismo genera la alienación del hombre al ponerle talanqueras a su sentimiento más sublime : La solidaridad.
«Lo sé porque eso fue lo que, precisamente, hicieron los yanquis cuando la descubrieron»
La bomba atómica fue inventada, no descubierta
Fae, en nuestro idioma existe esta distinción que en otros no existe. Invento y descubrimiento serían lo mismo. Puede entenderse que el desarrollo tecnológico «descubre» posibilidades.
Si Ana, pero eso no justifica no usar las palabras correctas para ciertas cosas que lo ameritan. En este caso, es un claro error, si usted interpreta el «descubrimiento de posibilidades», esa es usted, pero para temas como estos, se necesita precisión y coherencia. En ese sentido, si se quiere usar una palabra con un fin específico que en la lengua no está señalado de ese modo, debe exponerse así, de lo contrario, se está cayendo en una mediocridad del pensar. Es un buen aporte Fae, gracias por señalarlo
Pues el descubrimiento radica precisamente, en haber descubierto la radiactividad. Y todo el conocimiento posterior que condujo a la creación de la bomba A. En un principio todo fue teoria y en base a trabajos, como en los aceleradores (ciclotrones), se llego a la invención práctica de la bomba A. Y que posteriormente llevo a la invención de la bomba H y de la bomba N. O sea, como dicen algunos, va junto con pegado.
Buenas y santas estimados desconocidos
Es verdaderamente interesante que recién después de tantas décadas se descubra para algunos este texto anticipatoria y que en definitiva no se supo utilizar como detonante. De la acción estratégica . Ya que la evidencia de los hechos nos refriega las narices y nos las ingenia los para no abandonar y/o perder nuestro espacio de confor (como buenos perritos de Pavlov) , como destacaba María Elena Walsh en sus canciones «ingenuas» en dónde los intelectuales , luego de criticar y ser concientes de las aberraciones que sucedían se disponían a pasar a la acción
Cuestión que se detenían en la esquina analizado a los pajaritos.
Buenas y buenos muchachos y muchachas dejemos de cuestiones que agonizan en casuísticas ( que ya advertía Marcuce sobre la caída de la URRS , no por cuestiones ideologícas si no más bien por la eficacia de los nuevos sistemas de control social del capitalismo- se avisaba hace más de 50 años- ) … Por favor o no pero maduremos o nos comemos y nos hagamos los. Boludos Olímpicos o el harakiri y lo disfrutemos. Pero BASTA !!!!!!!!!!! ?…
Exitos. RDR
Por