La senda del héroe
5“Haz sin apego el trabajo que tienes que hacer… cédeme todas tus acciones, con la mente concentrada en el Yo, libérate de la nostalgia y del egoísmo, lucha sin dejarte perturbar por la congoja.” Bhagavad Gita (2:22-24)
Joseph Campbell en su obra “El héroe de las mil caras” sostiene que la tarea del héroe es el proceso de desarrollo, psicológico e incluso metafísico, que sufrimos cada uno de nosotros. El mito del héroe es, por lo tanto, un arquetipo universal que se repite en todas las culturas con diversas variantes: el rey Arturo, Arjuna o Skywalker tienen más similitudes de las que podemos imaginar; en este trabajo analizaré este proceso con las fases que describe Campbell en la obra ya citada.
“El héroe mitológico abandona su choza o castillo, es atraído, llevado, o avanza voluntariamente hacia el umbral de la aventura. Allí encuentra la presencia de una sombra que cuida el paso. El héroe puede derrotar o conciliar esta fuerza y entrar vivo al reino de la oscuridad (batalla con el hermano, batalla con el dragón; ofertorio, encantamiento), o puede ser muerto por el oponente y descender a la muerte (desmembramiento, crucifixión). Detrás del umbral, después, el héroe avanza a través de un mundo de fuerzas poco familiares y sin embargo extrañamente íntimas, algunas de las cuales lo amenazan peligrosamente (pruebas), otras le dan ayuda mágica (auxiliares). Cuando llega el nadir del periplo mitológico, pasa por una prueba suprema y recibe su recompensa. El triunfo puede ser representado como la unión sexual del héroe con la diosa madre del mundo (matrimonio sagrado), el reconocimiento del padre-creador (concordia con el padre), su propia divinización (apoteosis) o también, si las fuerzas le han permanecido hostiles, el robo del don que ha venido a ganar (robo de su desposada, robo del fuego); intrínsecamente es la expansión de la conciencia y por ende del ser (iluminación, transfiguración, libertad). El trabajo final es el del regreso. Si las fuerzas han bendecido al héroe, ahora éste se mueve bajo su protección (emisario); si no, huye y es perseguido (huida con transformación, huida con obstáculos). En el umbral del retorno, las fuerzas trascendentales deben permanecer atrás; el héroe vuelve a emerger del reino de la congoja (retorno, resurrección). El bien que trae restaura al mundo (elixir).”
El monomito del héroe consta de tres partes bien diferenciadas y reconocibles: La Partida, La Iniciación y El regreso. Dividiré este trabajo en estas tres partes.
LA PARTIDA:
+ La llamada de la aventura
+ La negativa al llamado
+ La ayuda sobrenatural
+ El cruce del primer umbral
+ El vientre de la ballena
El primer momento de la partida es precisamente “La llamada de la aventura”. En la cotidianidad de la vida del héroe entra, de repente, la llamada hacia lo Otro, hacia otra realidad extraña lejana y misteriosa; en ese momento el horizonte familiar del héroe queda roto o, al menos, desquebrajado y se muestra insuficiente para colmar su anhelo. Esta ruptura con la cotidianidad hace que el heraldo de la aventura sea, en ocasiones, un ser extraño, inusual e incluso ominoso o terrible. Ahora la apacible tranquilidad del héroe queda rota para siempre.
En el héroe moderno Luke Skywalker los heraldos de la aventura son los androides C-3PO y R2-D2, figuras no humanas que casualmente aparecen en la vida de Luke trayendo el mensaje de la princesa Leia. Este es el esquema típico de la llamada como podemos ver en otros personajes míticos como los profetas llamados por Yahveh (v. gr. Jonás) o como Odiseo llamado para la Guerra de Troya por Menelao y Palamedes.
A menudo en el mito, y en nuestra propia vida si lo pensamos bien, ocurre que el llamado no es escuchado, y entonces esa llamada gozosa a la aventura se transforma en una exigencia dramática y al héroe solo le quedan dos opciones: o seguir esa llamada o dejarse aniquilar. Este momento de esta fase la llama Campbell “La negativa al llamado” y denota un apego excesivo hacia el ego infantil, hacia la estructura psíquica o cultural que se nos ha presentado ya como insuficiente. Es la tentación que sufrimos todos de “quedarnos estancados”; de no seguir adelante; o de pensar “así se está bien”. En nosotros esa tentación a veces es tan poderosa que nos vence, en el héroe no porque caer en ella supone, como he dicho, su aniquilación.
Siguiendo con el ejemplo de Skywalker, esta negativa no es encarnada por él mismo sino por su tío que intenta evitar que su sobrino e hijo adoptivo siga los caminos de su verdadero padre “Darth Vader”. Odiseo también intenta desentenderse de la llamada a la aventura y Jonás de la voz de su Dios. Pero en todos estos ejemplos la negativa tuvo que retirarse, una tragedia mayor se aproxima si es desoída: en Skywalker es la muerte de su familia adoptiva, en Odiseo el peligro de matar a Telémaco con el arado; y en Jonás ser tragado por la ballena. Desoír el llamado de lo maravilloso nos condena irremisiblemente.
Una vez aceptada la llamada el futuro se le presenta al héroe como algo terrible, misterioso y casi insuperable para él; sólo gracias a una ayuda externa y sobrenatural que le otorga algún amuleto o instrumento de poder que le ayudará en la aventura puede el héroe acopiarse de fuerzas para su empresa. Esta fase es denominada por Campbell “La ayuda sobrenatural”. Una vez que el héroe asume su destino el Universo parece conjurarse para que alcance su objetivo.
Obi-Wan Kenobi una vez ha rescatado in extremi a Luke de los bandidos tusken le regala la espada de luz de su padre, arma poderosa y mágica de todo héroe jedi. O valga también el ejemplo de Aquiles que una vez que decide finalmente retomar las armas y enfrentarse a Héctor recibe las armaduras de Hefesto de mano de su madre Tetis.
Ya en posesión de una nueva fuerza el héroe debe enfrentarse a “El cruce del umbral”. Este umbral es la puerta abierta a lo desconocido, en este punto empieza la verdadera aventura y el primer peligro se le hace presente al héroe. Funciona algo así como una segunda ruptura con lo cotidiano pero esta vez radical y sin retorno; una vez pasado el umbral el héroe no puede volverse atrás. La aventura es siempre pasar de lo conocido a lo desconocido por lo que no es extraño que la frontera entre esos dos mundos esté protegida por un dragón, por un ogro o un monstruo.
La prueba a la que es sometido Skywalker por Yoda en el satélite Dagobah y en la cual Luke se enfrenta a una imagen de Darth Vader (que al caer la máscara resulta ser él mismo) es un ejemplo de este cruce del umbral: una lucha que implica un no retorno en su adiestramiento y un conocimiento profundo del misterio. Campbell utiliza las Simplégades de los Argonautas como ejemplo de este cruce del umbral.
Por último, se puede decir que el héroe cuando cruza el umbral ha roto definitivamente con su mundo cotidiano, es decir, ha muerto, ha dejado atrás para siempre la vida común. Está ya en el reino de la aventura que Campbell llama “El vientre de la ballena” es decir, entra de lleno en la iniciación de su renacimiento.
Hércules, sin ir más lejos, tras matar a sus hijos (renuncia a la cotidianidad) debe renunciar a sí mismo y someterse a su rival Euristeo para emprender los doce trabajos que le harán famoso.
LA INICIACIÓN:
+ El camino de las pruebas
+ El encuentro con la diosa
+ La mujer como tentación
+ La reconciliación con el padre
+ Apoteosis
+ La gracia última
Si el héroe ha renunciado a su vida no es para la muerte sino para alcanzar una vida más plena; no busca en su labor la disolución en la nada sino la reconstitución más profunda de su personalidad. Esta reestructuración del ego del héroe se realiza a través de las pruebas o, si se prefiere, de los retos parciales que llevarán al héroe paulatinamente hasta el final del camino. En estas pruebas el héroe se enfrenta continuamente a la muerte que nunca le alcanza pero que curte su espíritu hasta transformarlo en lo que “verdaderamente es”.
Al abandonar a Yoda Luke “no está preparado” pero esta falta de preparación es también condición para llegar a estarlo, el héroe sólo se hace gracias a las pruebas que supera total o parcialmente; así llega a ser un definitivo caballero jedi. En las doce pruebas que realiza Hércules consigue su libertad, sus armas y su famosa armadura de piel de león (el león de Nemea). No sólo es que el héroe hace las pruebas sino que también las pruebas hacen al héroe. Este es “El camino de las pruebas”.
Campbell dedica dos apartados dentro de la fase de la iniciación al encuentro del héroe con la mujer que denomina “El encuentro con la diosa” y “La mujer como tentación”. Este encuentro con lo femenino representa el matrimonio místico, el encuentro con lo más sagrado; la mujer simboliza la totalidad de lo que puede conocerse y es a veces representada por una princesa o, en ocasiones, por la Naturaleza entendida como “Alma del Mundo”. La unión o fusión con la mujer en el acto sexual (implícito o explícito) representa en el mito la comunión con el Ser del mundo. Pero este encuentro con la mujer, como he dicho, también tiene su faceta negativa: “La mujer como tentación”. Y es que la Naturaleza puede ser dulce y tranquila o terrible y destructiva como la madre del niño pequeño que puede representar el amor edípico o la amenaza de castración. Así el héroe se encuentra a lo femenino conjuntamente en la princesa y en la bruja, en la madrastra o en el hada madrina asumiendo en este encuentro que bien y mal, odio y amor, destrucción y construcción no son más que facetas de la misma esencia del Todo.
Huelga poner ejemplos de la presencia de la mujer en los cuentos heroicos pero, en el ejemplo de Luke Skywalker, que nos ha venido acompañando desde el inicio de este estudio, se ve claramente la importancia de la unión con lo femenino cuando el héroe busca esa “Fuerza” que es entendida como una potencia cósmica subyacente que mantiene y alimenta el Universo y lo vivifica (como una madre que mantiene y alimenta a sus hijos). Y a pesar de esta faceta gratificante de la Fuerza existe otro lado, el “lado oscuro” de la Fuerza… violento, salvaje, terrible pero tan real como el lado luminoso de los caballeros jedis.
Justo después del reconocimiento y la asunción de la doble faceta de lo femenino el héroe llega a “La reconciliación con el padre”. Esta fase es dependiente de las anteriores; en el desarrollo infantil el niño sólo supera la animadversión hacia el padre cuando ha comprendido el papel de la madre en la unidad familiar y su relación con ella, sólo así el niño supera el complejo edípico (o de Electra según el caso). En el mito heroico ocurre algo parecido: el protagonista del mito, el héroe, se reconcilia con el padre (rey que no quiere casar a su hija) tras haberse reconciliado con lo femenino (rescatar a la princesa). El padre puede ser representado por un ogro, un dragón, un monstruo, un rey o cualquier otra cosa que tenga presa a una dama. Cuando el héroe comprende que el padre representa las facetas de sí mismo que le impiden aproximarse a lo femenino (madre, mujer, verdad…) es cuando se reconcilia con él y se reconcilia consigo mismo.
Aquiles se reconcilia con Agamenon en la guerra de Troya, el hijo pródigo o Luke Skywalker con sus respectivos padres etc.
En la siguiente fase, “Apoteosis”, el héroe reconciliado con el padre y la madre reconoce que ellos no son más que una realidad aparentemente polar pero realmente una. La apoteosis ocurre cuando el héroe ha superado la conceptualización dual y comprende la unidad prístina del todo, en este momento obtiene un conocimiento más profundo de la realidad y de sus múltiples formas. Aquí, a mi juicio, Campbell cae en un exceso de misticismo e introduce una fase en el desarrollo del mito del héroe que estaba ya implícita en las dos anteriores.
La última fase de la Iniciación es “La gracia última” y sigue la dinámica mistificante de la fase anterior. La gracia última se esconde en el corazón del héroe pero es representado como el tesoro o el reino que se gana tras haber vencido al dragón (padre) y rescatado a la princesa (madre). La gracia última es “La fuente de la eternea juventud”, “El vellocino de oro”, “El santo grial” o “La piedra filosofal” metáfora del tesoro que guardamos cada uno de nosotros en nuestro espíritu. En palabras de Campbell:
“ La agonía de romper las limitaciones personales es la agonía del crecimiento espiritual. El arte, la literatura, el mito y el culto, la filosofía y las disciplinas ascéticas son instrumentos que ayudan al individuo a pasar de sus horizontes limitados a esferas de realización siempre creciente. Conforme cruza un umbral después de otro y somete a un dragón después de otro, aumenta la estatura de la divinidad a quien él implora su más alto deseo, hasta resumir el cosmos. Finalmente, la mente rompe la esfera limitadora del cosmos hacia una realización que trasciende todas las experiencias de la forma, todos los simbolismos, todas las divinidades: la apreciación del inevitable vacío.
[…]
Esa fuente de vida es el corazón del individuo y dentro de sí mismo ha de encontrarla, si puede romper las capas que la cubren.”
EL REGRESO
+ La negativa al regreso
+ La huida mágica
+ El rescate del mundo exterior
+ El cruce del umbral del regreso
+ La posesión de los dos mundos
+ Libertad para vivir
Tras haber alcanzado el triunfo en su aventura el héroe debe volver a llevar la “buena nueva” para el mundo del que partió. El primer inconveniente en este regreso es que el héroe se niega a regresar rechazando su responsabilidad: es la fase denominada “La negativa al regreso”. Una vez satisfecho el anhelo ¿qué razón podría tener para volver? Este nuevo impulso asocial del héroe triunfante es finalmente superado pero con dificultad.
Ejemplo paradigmático de la fase del regreso en el monomito es “La Odisea” de Homero en la cuál el héroe griego sufre la tentación de permanecer eternamente con la ninfa Calipso en su isla (precisamente Calipso promete a Odiseo la inmortalidad si se queda con ella) pero al final Odiseo rechaza su ofrecimiento y comienza su regreso. El episodio de los lotófagos, que olvidan el deseo de regresar a su hogar, en el canto IX de la Odisea es un ejemplo más de esto.
Una vez superada la negativa al regreso el héroe emprende “La huida mágica”, una huida apresurada para no ser atrapado por el sosiego reconfortante que ofrece el tesoro hallado. Esta fuga es impedida por los demonios y ángeles del Otro Mundo que quieren evitar que el héroe escape con un pedazo de ese Universo.
La ira de Hera que cae sobre Odiseo al abandonar la isla de Calipso es un nuevo ejemplo de esto. Un héroe moderno, Indiana Jones, suele encontrarse también en esta necesidad de huida presurosa: cuando coge la joya el templo se viene abajo o salta el dispositivo de una trampa que le obliga a correr. El héroe que ha conquistado el tesoro debe huir para poder salvarse a él y a su triunfo.
Campbell identifica a “El rescate del mundo exterior” como la tercera fase de este nivel. Esta fase tiene su paralelo en la fase de “La partida” denominada “La ayuda sobrenatural”: de la misma manera que al iniciar la aventura el héroe necesita algún poder mágico que le auxilie en su empresa, de igual modo necesita un último apoyo para volver al mundo exterior. Así como para cruzar el umbral de entrada necesitó el amparo del Otro Mundo (de un dios, un ángel, un gnomo etc.) ahora para volver al mundo cotidiano el héroe precisa del sostén de ese Otro Mundo para subir el último peldaño de la escalera.
La huida de Odiseo de la isla de Calipso es frustrada por Poseidón que lo abate de su barca pero cuando el héroe va a ser tragado por las olas Ino, divinidad marina menor, lo salva de morir ahogado y le da una piel mágica sobre la que podrá nadar y llegar al país de los feacios (canto V de la Odisea). Este rescate del mundo exterior viene también representado en las modernas películas de aventuras por la mano que salva al héroe de caer en el último momento o por el pasadizo secreto que se abre repentinamente cuando todo parecía perdido.
En la fase siguiente “El cruce del umbral del regreso” el héroe se enfrenta a un nuevo peligro: la incomprensión por parte de sus antiguos compañeros de su misterio. El héroe ya no es él mismo y su reino “no es de este mundo”; su mensaje pronto se anquilosa y el héroe pierde su pristina pureza y se enfanga en el mundo de la cotidianidad. La palabra viva se transforma en letra muerta, en dogma, en racionalizaciones superficiales; el héroe de salvador se convierte en tirano que ha olvidado su destino… al final de su andadura se ha transformado en el Ogro con el que luchó, un Ogro que defiende un mensaje que otrora estaba preñado de vida. Pero el verdadero héroe sabrá como superar esta fase.
El destino desigual de dos iconos del siglo XX se me antoja un buen ejemplo de lo que Campbell quiso decir; me refiero a Fidel Castro y El Che. Ambos participaron en el derrocamiento de una tiranía y en la instauración de una sociedad más libre y más igualitaria; uno quedó atrapado en esta tarea y se convirtió en su celoso guarda; otro supo superar ese anquilosamiento, ese ensimismamiento en el poder terrenal y tras la instauración de una nueva sociedad prefirió ser su heraldo antes que su guardián. Y es que, de hecho, la tarea del héroe es inacabable como veremos a continuación.
Pero el auténtico héroe vence este último riesgo y es capaz de bailar entre los límites de ambos mundos: “La posesión de los dos mundos”. Queda explicado en la fase anterior lo que supone esta posesión: no dejarse atrapar por el tesoro, por el mensaje, por lo conquistado; en definitiva, no dar nunca la aventura por concluida.
Valga el ejemplo de antes del Che o el ejemplo, más actual, de Gollum que no puede llegar a esta fase y es dominado por su tesoro convirtiéndose en su guardián y en su prisionero.
Y llegamos al final de todo… ¿cuál es el resultado del pasaje milagroso y del regreso? Campbell responde que “Libertad para vivir”. El héroe que no es atrapado por su mensaje no se diviniza o más bien sólo se hace Dios humanizándose. Esta es la libertad absoluta en la que el héroe, el hombre, nosotros mismos nos reconciliamos con la muerte y por lo tanto con la vida. La finalidad del héroe es la reconciliación total no sólo consigo mismo sino con la colectividad y con el mundo. El héroe, por eso, sólo se transforma en Dios tras su muerte y se transforma en Dios porque ha sido verdaderamente hombre.
Skywalker renunciando al poder del lado oscuro de la Fuerza consigue unirse en ella; Frodo, renunciando a la posesión del anillo consigue llegar a la Tierra de los Elfos; Jesús renunciando al Reino Terrenal sube a los Cielos; y Heracles arrojándose al fuego llega al Olimpo. La libertad suprema es el desapego supremo y la meta final de toda aventura. En palabras de Jorge Guillén:
Ser nada más. Y basta.
Es la dicha absoluta.
muy buen trabajo!
me sirvio mucho porque
entendi todo mejor
Gracias, me alegro de haberte sido de ayuda. saludos
Te AMO ! ♥
gracias es lo que necesitaba para Lengua ^^
Llegue a tu blog, por accidente. Busque la frase que pones al inicio, porque actualmente estoy leyendo el libro de Campbell. Y siento que Campbell es buen mitólogo pero como escritor es muy redundandete. En pocas palabras explicas lo que dice el libro de manera muy concreta. ¡Enhorabuena!
Muchas gracias, me alegro que te haya resultado útil este trabajo, un saludo.