El futuro de la manipulación: el biocontrol
0A su debido tiempo —quizás alrededor del año 2.000—todas estas manipulaciones psicológicas profundas parecerán divertidamente anticuadas. Quizás entonces los biofísicos las reemplacen por el «biocontrol», que consiste en la persuasión llevada a sus últimos grados. Biocontrol es la nueva ciencia de regular los procesos mentales, las reacciones emotivas y la percepción sensorial mediante señales eléctricas.
La Conferencia Electrónica Nacional reunida en Chicago en 1956 escuchó la palabra del ingeniero electricista Curtiss R. Schafer, de la Norden-Ketay Corporation sobre las sobrecogedoras posibilidades del biocontrol. Según sus previsiones, la electrónica podía regular a los seres humanos poco dóciles, lo cual ahorraría a los adoctrinadores y orientadores del pensamiento una cantidad de molestias. Según dicho ingeniero, el proceso sería relativamente simple.
Los aviones, los proyectiles y las herramientas mecánicas ya son guiadas por cerebros electrónicos, y el cerebro humano —que es en esencia una máquina de calcular— también puede serlo. Ya los hombres de ciencia han cambiado el sentido del equilibrio humano mediante el biocontrol y han conseguido que animales con el estómago lleno sientan hambre y que tengan miedo cuando no hay nada que temer. Tide publicó este extracto de las explicaciones de Schafer:
«El último logro del biocontrol puede ser el control del hombre mismo… A los sujetos regulados nunca se les permitirá pensar como individuos. Pocos meses después de su nacimiento, un cirujano equiparará a cada niño con un tubo debajo del cuero cabelludo, tubo por el cual los electrodos llegarán a regiones elegidas del tejido cerebral. .. Las señales bioeléctricas radiadas desde transmisores del Estado podrán modificar o regular completamente las percepciones sensoriales y la actividad muscular de la criatura.»
Añadía luego la reconfortante noticia de que «los electrodos no causan ninguna molestia».
Estoy seguro de que los psicopersuasores de hoy se espantarán ante la perspectiva de que se cometa tal indignidad con el hombre. Ellos son en su mayoría gente decente y simpática, producto de nuestra época despiadadamente progresista. La mayoría quiere influirnos sólo un poquito, para vendernos un producto que puede parecemos útil o difundir entre nosotros ideas que pueden ser totalmente valiosas.
Pero cuando uno se pone a manipular, ¿cuándo se detiene? ¿Quién determinará el punto en que el manipuleo se hace socialmente indeseable?
Vance Packard; Las formas ocultas de la propaganda; capítulo veintiuno de la traducción de Martha Mercader de Sánchez-Albornoz para la editorial Sudamericana. (las negritas son mías)
Otros fragmentos de esta obra de Vance Packard:
Análisis de Las formas ocultas de la propaganda