La piedad en Rousseau
0Para el ginebrino Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) el hombre antes de vivir en sociedad vivió en naturaleza. Este hombre natural, como cualquier otro animal, tenía dos sentimientos fundamentales: el amor de sí y la piedad. El amor de sí es el deseo de supervivencia que también poseen los otros animales; es, en otras palabras, lo que nos impulsa a buscar cobijo, reproducirnos, alimentarnos, etc. Además de este instinto de supervivencia el hombre en estado de naturaleza tiene el sentimiento de piedad hacia sus semejantes; este sentimiento es natural en muchos animales y en casi todos los mamíferos; gracias a él los animales se compadecen del sufrimiento de sus semejantes e intentan aliviar este dolor. Ejemplo de esto serían las hembras que cuidan de las crías de otras hembras muertas o los animales gregarios que se protegen entre sí.
La piedad natural del hombre solo se ve corrompida cuando empieza a construir un cuerpo social y desarrolla su razón. La razón acalla los impulsos piadosos de nuestra naturaleza. Por ejemplo, el patético espectáculo de los toros en donde un animal es torturado ¿no es justificado con alambicados argumentos del tipo “es una tradición” o “si no existieran corridas de toros no habría toros”? Seguro que estos mismos argumentos fueron los que usaron los romanos para justificar el sufrimiento de los gladiadores o los cristianos presas de los leones ya que nuestra naturaleza necesita una razón para observar el dolor ajeno sin perturbarse y compadecerse. La razón corrompe nuestra piedad natural desnaturalizándonos.
Personalmente el análisis de Rousseau me parece atractivo pero no del todo real y muy tendente a caer en el mito del buen salvaje; mito que, por otra parte, Rousseau reconstruyó para la Modernidad. En la naturaleza observamos gestos de piedad de unos animales con respecto a otros e incluso casos de ayuda entre diferentes especies animales pero también vemos casos de crueldad deliberada y gratuita. Es cierto que se han observado hembras de muchas especies cuidar las crías de otras hembras pero también se han observado a leones machos, por ejemplo, matar las crías de un macho dominante anterior. No podemos ni ser ciegos ni bizcos ante los hechos de la etología: denominar crueldad y piedad a conductas animales que son meramente adaptativas es un ejercicio de antropocentrismo. No obstante sí me parece acertada la idea de Rousseau de que la piedad, ya sea adquirida en sociedad ya sea como instinto natural del hombre, es desoída generalmente a través de argumentos y no de sentimientos. Incluso cuando sentimos un odio hacia alguien y le hacemos sufrir, el odio no basta para autojustificarnos sino que necesitamos razones del tipo “se lo merece” o “él en mi lugar haría lo mismo”. La relación de la razón y los sentimientos con la crueldad merece un análisis detenido porque aunque, a mi juicio, la indiferencia ante el sufrimiento del otro nace antes de una argumentación que de un sentimiento no obstante las relaciones entre razón y emoción son más complejas de lo que el análisis de Rousseau intenta hacernos ver.
Por último, aunque consideremos que los sentimientos de empatía pueden tener y tienen una función adaptativa al entorno social en animales tan gregarios como el hombre, no debemos de olvidar que la capacidad de instrumentalizar al otro para mi propio provecho también tiene una función biológica de adaptación e incluso esta capacidad puede sustentarse, irónicamente, en la propia empatía.
En todo caso, para los optimistas discípulos de Rousseau aquí dejo un vídeo que a buen seguro hará reflexionar sobre las ideas de este filósofo ilustrado.
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