Arrugas de Paco Roca: internamiento en la vejez
1“Arrugas” de Paco Roca es un cómic que trata sobre el internamiento de Emilio, un anciano aquejado de Alzheimer, en una residencia geriátrica. El relato no cae, excesivamente, en el melodramatismo sino que narra una historia en donde humor, ternura y tristeza se equilibran. Como toda buena historia, cuenta muchas cosas pero me resultó muy revelador el análisis que hace del internamiento de ancianos. Muchas sociedades, y desde luego la nuestra, construyen centros o delimitan lugares en donde los “otros” son apartados y segregados. Leprosos hace siglos, locos no hace mucho y ancianos hoy. Algunos consideran que se ha producido un progreso porque ya no se exilia a los “no válidos” en cuevas hediondas o sórdidos manicomios, “Arrugas”, efectivamente, habla de un internamiento más limpio y sanitario pero es la limpidez, precisamente, la que dota a esa segregación social de un cariz más hipócrita.
Hasta hace poco el anciano, la abuela… no eran un estorbo sino elementos que enriquecían la vida familiar; el respeto a los mayores ha sido un valor fundamental para muchas culturas. En nuestro sistema capitalista el anciano se ha convertido en un sujeto “improductivo” porque, en la mayoría de los casos, carece de la suficiente fuerza para ser explotado por el sistema de producción. Este trato a los viejos es síntoma de nuestro lamentable sistema de valores en el que la valía de un individuo adulto se mide según su capacidad productiva.
En cualquier caso, el internamiento es un asunto que no tiene solo una dimensión teórica o social sino también personal y familiar. Ciertamente, la mayoría de las familias que internan a un anciano o a un loco no lo hacen por gusto; las personas internadas, en ocasiones, adoptan conductas que dificultan e, incluso, pueden llegar a hacer inviable una convivencia segura para ellas mismas o su entorno inmediato. Antes de que el capitalismo expandiera su poder hasta debilitar los vínculos familiares, la persona mayor o discapacitada podía ser atendida dentro de su propio entorno familiar; hoy se hace imposible ese cuidado y tal imposibilidad se asume como normal. Actualmente, en nuestro estado, el derecho del trabajador a ejercer la maternidad o paternidad apenas está reconocido: unos días o semanas de permiso, con suerte. En este contexto plantear leyes que permitan al trabajador compaginar su faceta productiva con el cuidado de sus mayores es una utopía que sería tachada de ingenua por muchos; parece ser que exigir ser antes persona que eslabón productivo es un lujo que no nos podemos permitir.
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