El asno de Buridán
4El argumento del asno de Buridán es celebre no solo para los aficionados a la filosofía sino que ha traspasado las fronteras de la disciplina. Irónicamente, en la obra conservada de Juan Buridán (1295/1300-1360) no hay referencia a su famoso asno.
El problema es el siguiente: si a un asno hambriento se le sitúa equidistante a dos montones de paja exactamente idénticos ¿hacia que montón se dirigiría? Como el asno carece de razón por la que preferir un montón de heno a otro estaría paralizado para tomar una decisión y quedaría inmovilizado en medio hasta morir de hambre… Este argumento lo que quiere dirimir es si existe libre arbitrio o no. La libertad del hombre ha sido puesta en entredicho de una manera sistemática desde, al menos, los estoicos; estas teorías deterministas vienen a decir que todos los actos del hombre están determinados por razones que son procesadas por los individuos de un modo prescrito por su “programa” mental. Por lo tanto, el hombre nunca es principio de una cadena de causa sino un eslabón más, como el aparato que dependiendo de la intensidad de la corriente enciende una luz verde o una luz roja. El ejemplo que analizamos hoy, viene a mostrar que si todos nuestros actos estuviesen determinados por motivos el asno, al carecer de motivos para ir a un montón de paja u otro, no podría decidir. Si la solución al problema del asno resulta absurda es porque sabemos que efectivamente existe libre arbitrio, es decir, que el hombre no es un mero eslabón de la cadena de causas y que, por tanto, puede decidir más allá de razones deterministas.
El ejemplo del asno resulta muy chocante, pero si lo pensamos bien en más de una ocasión nos hemos encontrado con situaciones en donde era imposible, tras sopesar todos los pros y contras, encontrar una razón para actuar de un modo o de otro. Por ejemplo, al ir al supermercado a comprar me he encontrado con diferentes tipos de aceites con precios diferentes, como no tengo datos sobre cual aceite es de mejor calidad ¿qué decisión tomar? Si no conoces ninguno es una decisión que no se puede tomar racionalmente. En esta situación he pasado algunos segundos intentando determinar cuál aceite comprar y cuando era imposible una decisión tomada con los datos que tenía siempre he optado por el mismo sistema: el azar. Una manera racional de elegir entre dos productos al azar es escoger uno u otro por algo irrelevante pero que resuelve el conflicto: el código de barras, el diseño del producto…
Creo que este sistema para tomar de decisiones que no se pueden resolver de una manera racional es un sistema con el que trabajamos todos, incluso los animales, de un modo más o menos consciente. En multitud de circunstancias decidimos entrar en un bar, doblar por una calle o bajarnos una película y no otra a través de hechos irrelevantes o anecdóticos que en realidad no son más que elementos que aleatoriamente hemos admitidos como relevantes sin serlos. Sin esta capacidad de tomar decisiones racionalmente irresolubles a través del azar en más de una ocasión en nuestra vida nos hubiéramos quedado paralizados, como el asno de Buridán.
Casualmente mientras escribía este artículo leí un fragmento de “Fiasco” de Stalisnaw Lem en donde DEUS, el cerebro cibernético de una nave del futuro, debe tomar una opción entre dos posibilidades pero no puede saber racionalmente cual de ambas es la mejor. La solución a su dilema es la misma que he propuesto, el azar:
“Cuando DEUS puso en marcha los sistemas de reanimación, el Hermes estaba ingrávido, una condición favorable para la operación. Gerbert, reanimado el primero, recuperó el pulso y la temperatura corporal normales, pero no despertó. DEUS le examinó cuidadosamente y vaciló, obligado a tomar una decisión. Tenía que actuar de forma independiente. Para ser más exactos, no vaciló, sino que comparó varias probabilidades de éxito. El resultado de esta anamnesis fue binomial: DEUS podía reanimar al capitán -Steergard- o sacar al médico del embrionador y transportarle al quirófano. Hizo lo que hace un hombre que, ante una incógnita, lanza una moneda al aire. Cuando no se sabe qué acción es la más adecuada, la mejor táctica es dejar la elección al azar. El generador de azar indicó al capitán, y DEUS obedeció”.
En definitiva, creo que la paradoja del asno de Buridán se solventaría si admitiésemos que todos, incluso un sencillo asno, contamos con la capacidad de tomar al azar las decisiones que no pueden ser racionalmente determinadas. Evolutivamente es una capacidad imprescindible para la supervivencia.
sé feliz
Mediocridad ó no?
No comparto la opinión de José Ingeniero. Dudar no es sinónimo de mediocridad. En veces la duda es aconsejable. Lo malo es ser un burro que duda constantemente.
prueba
prueba
SI O SI
LA VERDADERA LIBERTAD DE ELECCION NO CONSISTE EN ELEGIR ENTRE ALGO BUENO O ALGO MALO , COSISTE EN PODER ELEGIR ENTRE DOS COSAS BUENAS Y ELEGIR…LA MEJOR.
ANTE LA ALTERNATIVA DE ELEGIR ENTRE DOS COSAS BUENAS, IDENTICAS, ESTOY DE ACUERDO EN QUE LO MEJOR ES EL AZAR. UN «AZAR» DESPOSEIDO DE CUALQUIER CONNOTACION RACIONAL, PONGAMOS LA MENTE EN BLANCO Y ADELANTE.
GRACIAS
¿Es posible elegir al azar?
¿Es realmente posible realizar una elección al azar? ¿Acaso cuando tomo una elección aparentemente al azar, no estoy tomando una decisión llevado por motivos subconscientes que mi consciente no tiene presente? Cualquier psicoanalista podría dar una opiníón científica sobre este asunto.