El día de la blasfemia
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Hoy, 30 de septiembre se celebra en el mundo “El día de la blasfemia”. Más allá de lo indiscutible que sea la libertad de todos de criticar y ridiculizar ideas, me parece un exceso gratuito.
Cuando critico a la religión cristiana, musulmana, budista o cientificista, no encuentro, en ningún caso la necesidad de rubricar mi argumentación con un “me cago en Dios” o cualquier necio exabrupto. Este tipo de blasfemia no aporta nada a una argumentación racional y creo que deslegitima intelectualmente al que profiere tales valoraciones. Las religiones han hecho aportes indiscutibles a la humanidad, pero no es menos cierto que en su nombre se han cometido y, desgraciadamente, se comenten las peores abominaciones que quepan en cabeza humana. Por lo tanto, se comprenderá que no me merecen ningún respeto los sistemas de dogmas religiosos en sí, ni los ayatolás de uno y otro signo, pero herir los sentimientos de alguien que cree en algo por el simple hecho de herirlos me parece superfluo, infantil y cruel. ¿No tenemos más argumentos contra la religión que el ramplón “culo, caca, pedo, pis”?
Contaré una anécdota. Cuando era adolescente unos niños pequeños venían con sus padres de ver los Reyes Magos (personajes a mi juicio tan reales como Superman, Jehova y Osiris). Cuando iban por la calle unos niñatos gritaron “¡Los reyes magos son los padres!” varias veces. A pesar de mi edad me repugnó profundamente una acción que tenía como único fin hacer daño a las creencias de unas mentes infantiles. Evidentemente los niñatos tenían razón, los Reyes Magos son los padres, no cometían ningún delito, pero ¿es verdaderamente necesario herir los sentimientos de personas ignorantes por el simple placer de herirlos?
En este blog he expuesto argumentos contra la existencia de Dios, me he mostrado crítico con el fanatismo de todo género, no creo que haya duda sobre mi posición respecto a las religiones. Siempre que desde el islam o desde el cristianismo se ha atacado la libertad de expresión, me he puesto del lado de las víctimas, sin pretender justificar a los fanáticos. No creo en el Dios patriarcal de las religiones dogmáticas, ni que Jesús de Nazaret fuera hijo de un espíritu santo, tampoco creo que el nazareno ni Mahoma ni ningún otro considerado profeta fueran algo distinto que hombres, algunos sabios y justos, otros no. Sin embargo, repito, los sentimientos y creencias de los demás, por muy irracionales que me parezcan me merecen respeto. Racionalmente combatiré las creencias que no comparto y me reiré de las bromas ingeniosas que se hagan con esas creencias, pero no usaré el mero insulto contra la religión. Me parece el argumento más pobre.
sé feliz