El fomento del gregarismo: la locomotora Toodle
0La tendencia de la sociedad norteamericana al gregarismo —es decir, a configurar un hombre que pertenece en medida creciente a un grupo y juega en equipo— fue bien acogida e instigada por vastos sectores de la industria norteamericana. La gente que se fusiona en grupos, como sabe cualquier general, es más fácil de guiar, dominar, enfrentar y conducir. El concepto de «equipo» fue una ayuda, si no una necesidad directa, para el mundo de los grandes negocios del trabajo organizado en grandes sindicatos y de los gobiernos grandes que llegaron a dominar la escena norteamericana a mediados de siglo. Charles Wilson, graduado en la escuela de los grandes negocios y que trabajó por cuenta de un gobierno grande como Secretario de Defensa, resumió las nuevas ideas cuando, en 1956, contestó gruñendo a algunos de sus principales subordinados que ventilaban sus sentimientos: «El que se niegue a jugar en equipo y levante la cabeza puede encontrarse en un serio aprieto.»
A principios de la década de 1950, Fortune, frecuente vocero de los grandes negocios, consideró dicha tendencia concierta inquietud y utilizó el término orwelliano «ideología de grupo» para describir gran parte de lo que estaba sucediendo. Dijo que mientras los hombres de negocios deploraban el avance del socialismo en Washington, bien podían observar algunos de los «cambios sutiles pero penetrantes» que se operaban en el patio de su propia casa. El autor del artículo, William H. Whyte, hijo, afirmó: «Ha estado ocurriendo algo muy curioso en este país sin que casi lo notemos. En un país en el que el individualismo —la independencia y la confianza en sí mismo—, ha sido el lema prevaleciente durante tres siglos, ya se está aceptando la opinión de que el individuo en sí no significa nada si no es como integrante de un grupo. Dijo que una «conformidad racionalizada» se estaba convirtiendo en el ideal nacional y citó la aparición en número creciente de los «ingenieros sociales», dispuestos a contribuir a la solución de los problemas que las empresas tuvieran con su personal. Señaló que estos ingenieros sociales se asemejaban un poco a los especialistas en relaciones humanas de la Elton Mayo School, los primeros en diagnosticar los factores que nos hacen trabajar con más entusiasmo. «Pero donde éstos se detienen ante la idea de manipular a seres humanos —agregó— los ingenieros sociales no sienten tales escrúpulos.» A comienzos de 1957, el señor Whyte manifestó sus aprensiones en el libro The Organization Man.
Esta tendencia hacia el gregarismo fue un hecho profundamente interesante para todo persuasor interesado en una manipulación más efectiva del comportamiento humano. Tal tendencia se pone de manifiesto en muchos aspectos de la vida norteamericana, incluyendo novelas, programas de T V y libros infantiles.
El sociólogo David Riesman dedicó un capítulo de su libro The Lonely Crowd, a un interesante análisis de uno de los cuentos infantiles de más venta de mediados de siglo, Toodle, the Engine, editado por la colección Little Golden Book con una tirada de cientos de miles de ejemplares. Toodle es una pequeña locomotora que va a una escuela en donde se le enseña como lección principal detenerse siempre ante una bandera roja y nunca salirse de la vía. Allí aprende que si obedece, diligente, esas dos máximas, podrá llegar a ser una gran locomotora. En sus primeras salidas, Toodle obedeció las órdenes, pero luego descubrió lo divertido que era desviarse para recoger flores. Se descubren sus desvíos porque en el guardaganado hay signos inequívocos de haber andado de parranda. La indocilidad de Toodle produce una crisis en el pueblo de Engineville, y sus ciudadanos se reúnen para pensar cómo obligar a Toodle a que permanezca en la vía. Toodle se obstina en descarriarse. Por último el pueblo inventa un plan para mantenerla en su lugar. La próxima vez que se sale de la vía se topa con una bandera roja. Condicionada a detenerse ante las señales rojas, se para y cambia de dirección sólo para encontrarse con otra roja banderita. Entonces advierte que hay banderas rojas en todas partes. Toodle da vueltas y las esquiva pero no encuentra ningún lugar para retozar. Por último contempla de nuevo la vía. Allí una bandera verde y blanca le da «vía libre». Entonces retorna alegre a su vía y promete andar por ella y ser una buena locomotorita en adelante, entre los vítores de la población. El doctor Riesman deduce: «La historia parece apropiada para enseñar a los niños un conformismo gregario. Así aprenden que es malo salirse de la vía y jugar con flores y que a la larga, no sólo se obtiene éxito y aprobación sino también libertad al obedecer las luces verdes.»
Vance Packard; Las formas ocultas de la propaganda; capítulo dieciocho de la traducción de Martha Mercader de Sánchez-Albornoz para la editorial Sudamericana. (las negritas son mías).
Otros fragmentos de esta obra de Vance Packard:
Análisis de Las formas ocultas de la propaganda.