El genio político del Gran Khan
0Desde que tuve conocimiento del sistema de lucha de las hordas mongóles me fascinó. Eran grandes grupos de guerreros a caballo que cuando entraban en combate incitaban a sus enemigos a cargar contra ellos, una vez que el enemigo avanzaba, los tártaros retrocedían mientras que desde sus monturas disparaban flechas que diezmaban a los enemigos. Me llamó la atención este sistema de lucha que además implicaba tanto una gran maestría ecuestre como una rígida disciplina para mantener el orden de las filas. Pero sobre todo me interesó este sistema de lucha por la manera particular que tuvieron los mongoles de manifestar esa idea tan oriental según la cual en ocasiones es preciso retroceder para avanzar y avanzar para retroceder. De aquí la grata sorpresa experimentada cuando leí en el Libro de las maravillas del mundo de Marco Polo esta descripción del sistema de lucha de los tártaros:
“Vencen en las batallas tanto avanzando como retrocediendo, porque mientras huyen siguen lanzando flechas, y sus caballos se revuelven como si fueran perros. Cuando sus enemigos creen que los han derrotado haciéndolos huir, se encuentran con que los derrotados son ellos, porque les han matado todos sus caballos a flechazos. Al comprobar los tártaros que han terminado con los caballos de sus enemigos, se lanzan sobre ellos y los derrotan valientemente. Con esta táctica han ganado muchas batallas”
Marco Polo; El libro de las maravillas del mundo; capítulo 69, de la traducción de Manuel Carrera Díaz para la Editorial Cátedra.
De este modo el Gran Khan conquistó gran parte de Asia y Europa, entrando en China y estableciéndose como poder legítimo después de expulsar a los líderes autóctonos. El problema fue cómo pacificar a una horda de jinetes nómada y salvaje hasta hacerlos ciudadanos de una de las civilizaciones más avanzadas del momento. ¿Cómo podía el Gran Khan hacer uso de sus guerreros nómadas para mantener el poder y dotar al nuevo estado de suficiente estabilidad? Una manera hubiese sido emprender sucesivas guerras de conquistas, se intentó la invasión de Cipango pero el kamikaze impidió que el Khan consiguiera su propósito.
Aunque la victoria sobre los chinos había sido incontestable, la población china no veía con buenos ojos a los nuevos dueños. En esta situación, el Gran Khan no tuvo mejor idea que transformar a sus jinetes en… ¡funcionarios públicos! Montó una enorme red de carreteras con numerosas posadas-postas que jalonaban todo el territorio del imperio mongol, estas “oficinas de correo” daban alojamiento y relevos a los mensajeros que llevaban noticias al Khan y a los diferentes mandos intermedios del imperio. Se pacificaron zonas, se construyeron comunicaciones y unos jinetes nómadas “amantes de la velocidad y el riesgo” se encontraron formando parte de la estructura del estado. Verdaderamente, Marco Polo no equivocaba su juicio cuando manifestaba admiración por el genio político de los mongoles.
“Desde esta ciudad se envían muchos mensajeros destinados a las distintas provincias: unos van a una, otros a otra, y así sucesivamente, porque a cada uno se le indica su destino. Al salir los mensajeros desde Pekín, cualquiera que sea la ruta que sigan, cada veinticinco millas encuentran una casa de postas, formada por un enorme y hermoso edificio destinado a los correos del Gran Khan. Allí cada uno dispone de una cama con colcha de seda, y todo lo que pueda necesitar, hasta el punto de que se podría dar adecuado recibimiento a un rey. En estas casas de postas se hallan a disposición de los mensajeros hasta cuatrocientos caballos que el Gran Señor ha destacado allí con la orden de que estén preparados para los mensajeros cuando esos deban emprender viaje.
Hay, como he dicho, una casa de postas cada veinticinco millas a lo largo de los caminos reales que van a las provincias de las que hablábamos antes. En cada una de estas postas hay entre trescientos y cuatrocientos caballos a disposición de los mensajeros. Los edificios son tan hermosos como decían antes, y en ellos se alojan los mensajeros con el lujo al que me referí. Así viajan por todas las provincias del Gran Señor. Cuando se atraviesan lugares deshabitados, las casas de postas están más distanciadas entre sí, a treinta y cinco o cuarenta millas.
De esa manera viajan los mensajeros del Gran Khan por todas las provincias, contando con albergues y caballos aparejados en cada etapa. Esta es la mayor grandeza que puede tener un emperador o cualquier hombre: nada menos que doscientos mil caballos a disposición en las postas para el servicio de los mensajeros.”
trad. cit. cap. 97
Share