El nombre del mundo es bosque
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A pesar de mi afición a la ciencia ficción, no había leído hasta ahora nada de la norteamericana Ursula K. Le Guin. La lectura “El nombre del mundo es bosque” ha sido uno de los descubrimientos literarios del año.
La acción del libro transcurre en el planeta Athshe que significa en el idioma de los habitantes del planeta “Bosque”. El planeta está compuesto fundamentalmente de agua y continentes e islas repletas de bosques, todo él habitado por una rica fauna y una raza inteligente, los athshianos. Los humanos han entrado en contacto con este planeta y lo someten a explotación forestal y agrícola: talan su madera que es un recurso de lujo en una Tierra desforestada, y usan los desmontes para cultivar productos vegetales.
Los athshianos, llamados crichis despectivamente por los hombres, tienen sobre un metro de estatura, unos enormes ojos y una pelanbre verde que le recubre todo el cuerpo, pero en lo demás son seres antropomorfos. Viven en pequeñas organizaciones tribales independientes pero intercomunicadas unas con otras; cada tribu se autogobierna con una especie de matriarcado. Poseen inteligencia, artes y lenguaje. Los “soñadores”, una especie de chamanes, tienen acceso al tiempo-sueño a través de sus visiones oníricas. Lo más destacable de estos seres es su incapacidad de usar la violencia con sus semejantes.
Sin embargo, la llegada de los hombres perturba la paz del planeta. La sobre explotación forestal destruye el bosque y el ecosistema de Athshe se ve perturbado. La relación con los athshianos es aún peor: los hombres, viendo el carácter pacífico de los crichis, violan a las hembras, los esclavizan y los masacran cuando no cumplen las órdenes. Para los hombres los crichis no son seres humanos, son holgazanes, estúpidos y, en definitiva, meros animales; tristemente observamos que esta mentalidad no es diferente a la de cualquier colonizador “civilizado”. En este entorno de sufrimiento insostenible para los nativos se produce una revuelta de los athshianos que por primera vez hacen uso de la violencia organizada. La novela trata sobre este enfrentamiento y la evolución de las relaciones entre los nativos y los hombres.
La novela, escrita en 1972, no es una obra inocente o superficial. La misma autora declaró que la escribió como una crítica a la guerra de Vietnam, contemporánea a la obra. Los athshianos viven en grutas subterráneas, no tienen poder centralizado, son de baja estatura; los hombres son violentos, usan lanzallamas, desforestan el bosque y usan helicópteros para desplazarse por el planeta; las similitudes entre el libro y la guerra de Vietnam son obvias.
Sin embargo, la novela se puede leer ignorando esta referencia al conflicto de Vietnam, ya que los temas sobre los que Le Guin nos invita a reflexionar van más allá de la guerra de Vietnam. Por ejemplo, los athshianos se organizan matriarcalmente: la relación entre una vida en armonía con la naturaleza y pacífica y el ideal matriarcal de cierto feminismo es evidente y digno de consideración. El problema del ecologismo y la cuestión sobre si es posible conciliar progreso y medioambiente, está, como se ve, muy presente en la novela.
También tiene un tinte New Age el tema del chamanismo de los athshianos y como conjugan el “tiempo-sueño” con el “tiempo-mundo”, algo que no deja de tener interés para aquellos que les guste reflexionar con las relaciones entre lo que consideramos real y las realidades alternativas generadas por otros estados alterados de conciencia.
Pero el tema principal del libro es, a mi juicio, la violencia. Por un lado, nos vemos a nosotros mismos como especie y descubrimos que la violencia ha sido el motor de nuestra historia; ocupando, aún hoy, la mayor parte de los informativos. ¿Es natural el exterminio de animales de una misma especie con la saña y conciencia con la que la ejercemos los humanos? ¿Es posible otro modo de organización social, otro motor de nuestra historia? Pero más interesante es el problema que se plantea cuando los nativos empiezan a usar la violencia… ¿se puede abandonar el camino de la violencia una vez adoptado? Cuando matamos a un semejante, bajo la justificación que sea, ¿no estamos abriendo una caja de Pandora difícil de volver a cerrar? Como dijo Nietzsche «Aquel que lucha con monstruos, cuídese de no llegar a ser monstruo a su vez. Y si miras por mucho tiempo un abismo, el abismo también mira dentro de ti.»
Dejo un fragmento del libro en donde Selver, un nativo, analiza a los colonizadores terrestres (llamados yumenos por los athshianos):
“ Matan hombres y mujeres; no perdonan a quienes piden clemencia. No saben cantar en la contienda. Han dejado sus raíces en otra parte, tal vez en ese otro bosque de donde ellos vienen, ese bosque sin árboles. Por eso toman venenos para poder soñar, pero sólo consiguen embriagarse o enfermarse. Nadie puede saber con certeza si son hombres o no lo son, si están cuerdos o locos, pero eso no importa. […] Si los yumenos son hombres, son hombres ineptos, incapaces de soñar y de actuar como hombres. Por eso mismo van de un lado a otro, atormentados, y destruyendo y matando, impulsados por los dioses que llevan dentro, esos dioses que no quieren liberar y que ellos tratan de destruir y negar. Si son hombres, son hombres malvados, que han renegado de sus propios dioses, y que temen verse las caras en la oscuridad.”
este libro esta padricimo
mer gusto mucho ese libro
He leído varias reseñas del libro y la tuya es profunda y acertada, la perspectiva de enfoque cubre los rasgos principales del libro. Interesante el símil con la guerra de Vietnam. Saludos