El peligro de los baobabs
8Desde que lo leí hace ya más de diez años me intrigó este fragmento de “El principito” de Saint-Exupéri… y durante mucho tiempo me pregunté cuál era el peligro de los baobabs. Aún hoy no estoy seguro de cual es este peligro del que nos intentaba avisar Saint-Exupéri. Quizás ya me haya convertido en una persona mayor pero, a pesar de esta contrariedad, he intentado averiguarlo mirando si en mi planeta han crecido esas malas hierbas que al principio son indistinguibles de los rosales pero que si las dejas crecer, sus raíces hacen que el planeta explote en mil pedazos.
He de confesar que a poco que lo pensé me di cuenta que inadvertidamente he dejado crecer algún baobab en mi planeta; me di cuenta a tiempo y, aunque ya había crecido bastante, con ahínco y mucho trabajo logré casi deshacerme de él… pero me temo que sus raíces están enterradas profundamente en la tierra y hayan hecho un daño irreparable a mi planeta. Así estoy ahora agobiado por los baobabs que dejé crecer y que sólo con mucha fatiga conseguí talar no hace tanto tiempo. Fui un perezoso durante demasiados años pero creo que ahora he aprendido la lección, estoy atento a los brotes que nacen en mi corazón, los miro con mucho cuidado y nunca olvido revisarlos dos o tres veces al día. Algunas veces las malas hierbas son bonitas y piensas que no importan… grave error. Al crecer lenta e inexorablemente los baobabs no tienen corazón ¿sabías que están huecos por dentro? y acaban por romper tu vida.
Yo no fui muy listo nunca, ni muy atento, ya te he dicho que fui demasiado perezoso durante algunos años pero ahora de verdad te digo que nunca olvides de deshacerte de las semillas de los baobabs nada más que las reconozcas. Si no lo haces un día te levantarás de la cama y escucharás un crujido; será tu corazón estallando por las raíces de los baobabs.
Por favor amigo, ten mucho cuidado… es sólo cuestión de disciplina.
«En efecto, en el planeta del principito había, como en todos los planetas, hierbas buenas y hierbas malas. Por consiguiente, de buenas semillas salían buenas hierbas y de las semillas malas, hierbas malas. Pero las semillas son invisibles; duermen en el secreto de la tierra, hasta que un buen día una de ellas tiene la fantasía de despertarse. Entonces se alarga extendiendo hacia el sol, primero tímidamente, una encantadora ramita inofensiva. Si se trata de una ramita de rábano o de rosal, se la puede dejar que crezca como quiera. Pero si se trata de una mala hierba, es preciso arrancarla inmediatamente en cuanto uno ha sabido reconocerla. En el planeta del principito había semillas terribles… como las semillas del baobab. El suelo del planeta está infestado de ellas. Si un baobab no se arranca a tiempo, no hay manera de desembarazarse de él más tarde; cubre todo el planeta y lo perfora con sus raíces. Y si el planeta es demasiado pequeño y los baobabs son numerosos, lo hacen estallar.
«Es una cuestión de disciplina, me decía más tarde el principito. Cuando por la mañana uno termina de arreglarse, hay que hacer cuidadosamente la limpieza del planeta. Hay que dedicarse regularmente a arrancar los baobabs, cuando se les distingue de los rosales, a los cuales se parecen mucho cuando son pequeñitos. Es un trabajo muy fastidioso pero muy fácil».
Y un día me aconsejó que me dedicara a realizar un hermoso dibujo, que hiciera comprender a los niños de la tierra estas ideas. «Si alguna vez viajan, me decía, esto podrá servirles mucho. A veces no hay inconveniente en dejar para más tarde el trabajo que se ha de hacer; pero tratándose de baobabs, el retraso es siempre una catástrofe. Yo he conocido un planeta, habitado por un perezoso que descuidó tres arbustos…»
Siguiendo las indicaciones del principito, dibujé dicho planeta. Aunque no me gusta el papel de moralista, el peligro de los baobabs es tan desconocido y los peligros que puede correr quien llegue a perderse en un asteroide son tan grandes, que no vacilo en hacer una excepción y exclamar: «¡Niños, atención a los baobabs!» Y sólo con el fin de advertir a mis amigos de estos peligros a que se exponen desde hace ya tiempo sin saberlo, es por lo que trabajé y puse tanto empeño en realizar este dibujo. La lección que con él podía dar, valía la pena. Es muy posible que alguien me pregunte por qué no hay en este libro otros dibujos tan grandiosos como el dibujo de los baobabs. La respuesta es muy sencilla: he tratado de hacerlos, pero no lo he logrado. Cuando dibujé los baobabs estaba animado por un sentimiento de urgencia.»
no cuidas q no crezcan baobabs
si la ultima vista ha sido el 25de diciembre del 2008 10:48 podrian crecer muchos baobabs,, por ahi,
muy intersante nunca lo habia sabido.
GRACIAS….
GRACIAS….
gracias no me sirvio nada eee
Comparativa de los Baobabs de la vida
Es muy interesante lo que transmite el autor y nos deja aun sin quererlo cierta libre interpretación de estos arbolitos, que para mi son comparables al menos en mi caso, con los problemas, osea a los problemas como a los baobabs debemos podarlos ni bien surgen ya que al crecer son mas grandes y nos pueden matar,,,,,
tontos
si comen ****** que les ase pensar que un arbol es capas de destruir un planeta es capas de perforar la tierra para establecer su vida les digo ignorantes de ****** por que no mejor talan a esas personas que con palabras psicologías asen creer que el mundo es un lugar mejor sin esos arboles jajaj como un arbol nos puede matar si nosotros somos la humanidad tan despreciable y salvajes como lo somos todos todos somos organismos vivos y tenemos derecho de vivir la destrucción la destrucción somos nosotros mismos
debes entrar en el contexto del libro, cada cabeza es un mundo, los baobabs son los arboles malos, no tanto que sean arboles sino los vicios de nuestra vida, es claro que al encontrarnos con ellos, debemos sacarlos de raíz, porque sino terminaríamos como alguno de los demás personas del principito enfrascados en su vicio ignorando a todos los demás, creo que el único que como mierda eres tu…deberías arrancar los baobabs que no te dejan ver lo esencial del mensaje
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