Una explicación filosófica de las paradojas cuánticas
4Desde sus inicios, la física cuántica ha planteado a los investigadores aparentes paradojas que contradecían el “sentido común”. Por ejemplo, el entrelazamiento cuántico muestra que dos partículas distantes pero interrelacionadas pueden afectarse mutuamente; la distancia puede ser de varios kilómetros y, no obstante, ambas partículas se afectan entre sí. Esto se ha mostrado experimentalmente con fotones y electrones.
Junto con el entrelazamiento, la física cuántica nos presenta otras observaciones experimentales que ponen en cuestión nuestros prejuicios sobre la materia, el tiempo, la causalidad, etc. Desgraciadamente, divulgadores sin escrúpulos, o meros ignorantes, realizan temerarias extrapolaciones para sustentar hipótesis extravagantes que no están corroboradas empíricamente. Movido por el afán de luchar contra este tipo de supersticiones, quiero mostrar, divulgativamente, como algunos de los fenómenos cuánticos más inusuales son perfectamente asumibles por el pensamiento filosófico occidental.
La fuente más abundante de extrañeza, cuando se trata sobre las “paradojas cuántica” o de ciertos fenómenos relativistas, es que estas observaciones no parecen respetar las leyes ordinarias de lo que, vulgarmente, se denomina «tiempo» y «espacio». Como nuestro mundo consciente se construye bajo ciertas leyes de la sensibilidad, pensamos que esas leyes son las leyes del mundo, sin embargo, esto no tiene por qué ser así. Para cualquiera de nosotros el tiempo y el espacio aparecen como lo “objetivo” en nuestro día a día pero ¿son realmente el espacio y el tiempo “leyes del universo” o, meramente, formas de percibir la realidad macroscópica, es decir, cotidiana?
En 1781 Immanuel Kant publicó su Crítica de la razón pura, en la primera parte de la Doctrina Trascendental de los Elementos, titulada “La estética trascendental”, reflexiona sobre la naturaleza del espacio y del tiempo. Lo que llamamos “mundo real” no es más que una configuración de nuestra mente, es decir: lo que percibimos como cierto “ahí fuera” es, en realidad, algo que aparece “aquí dentro” o, lo que es lo mismo, en nuestra mente. Para construir ese mundo real el hombre necesita ser afectado por lo extrasubjetivo y esa afectación, llamada realidad, aparece bajo las estructuras mentales de espacio y tiempo. Estas dos estructuras mentales podrían tener realidad o no fuera de nuestra mente, ¿cómo saberlo?, pero son, desde luego, las “herramientas” con las que construimos el mundo entendido como realidad mental. Igual que el matemático ubica los puntos de una recta en un eje de coordenadas, nosotros situamos nuestras sensaciones y pensamientos en las coordenadas espacio-temporales. El mundo, para nuestra mente, aparece en el espacio y el tiempo de manera similar a como una ecuación es dibujada en los ejes X e Y. Por tanto, espacio y tiempo son las “formas” con las que nuestro cerebro estructura el mundo macroscópico; no tienen por qué tener realidad objetiva más allá de nuestra mente. Desde esta perspectiva se comprende que las aparentes paradojas cuánticas queden resueltas, ya que lo único que muestran es que lo que ordinariamente conocemos por espacio y tiempo no son más que modos de percibir el mundo cotidiano pero no, necesariamente, modos del ser del mundo.
Pero el pensamiento filosófico, mucho antes que Kant, ya había puesto en evidencia el carácter subjetivo de las estructuras espacio-temporales. En el medievo, el debate filosófico estaba mutilado por las preocupaciones teológicas y metafísicas. En este contexto los autores medievales se preguntaban sobre lo que significaba la eternidad de Dios. Que Dios es eterno no significa que “exista desde siempre y va a existir para siempre”, como se piensa ordinariamente; lo que realmente significa es que Dios no es afectado, a nuestra manera, por el espacio y el tiempo. Esto se ve claramente cuando nos percatamos que Dios no puede conocer sino que sencillamente sabe; si Dios conociera se produciría un incremento en Él, pero como Dios es perfecto no puede adquirir algo más de lo que ya posee, pues o no sería perfecto o ese incremento supondría una imperfección. Dios lo sabe todo porque para Él no hay antes ni después, sino que es y está en un aquí y ahora eternos. Por tanto, para algunos teólogos, la percepción del espacio y el tiempo es fruto de nuestras propias limitaciones como seres creados. Sin embargo, no es necesario que comulguemos con el dogma monoteísta para comprender las conclusiones de esta argumentación: desde la perspectiva de la totalidad (ya la denominemos Dios o Naturaleza, entendida como substrato de lo intra y extrasubjetivo) el espacio y el tiempo aparecen como formas de percibir una realidad que trasciende tales formas; en la investigación de ciertos fenómenos empírico-matemáticos, como las partículas subatómicas, pueden ser formas limitantes o inadecuadas para la comprensión.
Otra fuente de paradojas en las investigaciones subatómicas es que ciertos fenómenos no parecen adaptarse a los principios de la razón: la luz se presenta como onda y corpúsculo; igualmente, el gato de Schrödinger puede estar vivo, muerto o en un estado indefinido en un mismo momento. En definitiva, ciertas apreciaciones de la física cuántica parecen violar el principio de no contradicción, tal principio es el axioma fundamental sobre el que se asienta nuestra racionalidad consciente. Sin embargo, Friedrich Nietzsche, en su Sobre verdad y mentira en sentido extramoral (1873), pone en evidencia el carácter biológicamente adaptativo de lo que denominamos razón. Nuestra inteligencia, incluso nuestra inteligencia lógico-matemática, es fruto de una evolución biológica y cultural. La inteligencia era, ante todo, una herramienta que nuestros primitivos antepasados usaban en su lucha por la supervivencia. Así la cazadora paleolítica “inteligente” sería aquella que mejor supiera acechar a una presa o mantener al grupo seguro; buscar regularidades con las que guiarse, simplificar el flujo de los sentidos para establecer un “orden”, etc. son habilidades de esa razón adaptativa. Esta razón ha sido encumbrada por la filosofía y se autoerige como el único modo de aprehender lo real. Cuando comprendemos que la razón es una mera herramienta adaptativa al mundo macroscópico, no nos resulta chocante que tal herramienta no sea útil para interpretar unos fenómenos ajenos a nuestra percepción cotidiana, como son los fenómenos subatómicos o los que ocurren a velocidades cercanas a la de la luz.
En definitiva, cuando analizamos ciertas observaciones “paradójicas” de la ciencia con una visión más amplia que la de la razón común, es fácil asumirlas como ejemplos de los límites de nuestra comprensión ordinaria o como otros modos de manifestación del ser. Pero, claro, verlos así solo alimenta nuestra curiosidad y el deseo de conocer con mayor rigor estas cuestiones; desde luego, te hará más popular decir que la física cuántica demuestra que hay vida después de la muerte o cualquier otra estupidez.
Fuente de la imagen:
http://amamavas.tumblr.com/post/474654079/solucion-a-la-paradoja-del-gato-de-schrodinger
Gracias!
Me ha encantado el post. Yo también pienso así, y me ha encantado verlo redactado y explicado tan claramente. He conocido el blog por Menéame (109 clicks – 4 meneos!? O no lo han entendido o hay poco meneante más allá del positivismo tautológico del mono que se cree dios).
Pongo tu blog en favoritos y a seguir leyendo!
Saludos y gracias otra vez!
Mundo Cuantico
Gracias, parece ser que es este blog se puede opinar sin tener que rellenar todo un formulario que me lleve varias horas antes de poder empezar.
Creo que el mundo cientifico se autoengaña al creer que los fenomenos cuanticos tiene cierta logica desde naturalmente un mundo que se les escapa y no tiene nada de logico. Asi que se rinden a la evidencia, y buscan diez mil excusas para sortear el problema y asi no tener que abordarlo, asi que le ponen una coletilla y dicen; Señores el mundo cuantico es bien extraño pero forma parte de la naturaleza y asi debemos aceptarlo. Asi facilmente le dan carpetazo a un problema que a estado atormentando al mundo cientifico, por tanto se han rendido.
El cientifico valiente deberia estudiar el problema e intentar cojer el Toro por los cuernos como se suele decir. Asi que la ciencia actual tiene una piedra en su comodo zapato de la ciencia que no se la puede sacar.
Sin embargo si se abordara el problema tenga esta las concecuencias que tenga, por muy atrevidas que este sea, quizas se pueda encontrar una solucion. Pero el mundo cientifico tiene miedo de que pueda considera a uno un hereje, por estudiar esta rama de la ciencia que es casi considerada tabu.
Por ejemplo en el experimento de la doble rendija cada particula que lleva caminos distintos sabe de la otra y actua en consecuencia sin importar la distancias, pudiendo ser años luz, y se modifica instantaneamente, a una velocidad infinita.
Por otro lado en el mundo cuantico solo el hecho de la observacion por un ser pensante deja definido su estado, antes de esto esta en una manera indefinida.
Es logico que estos extraños fenomenos sea caldo de cultuvo para todo tipo de ideas pseudocientificas.
Por cierto no me parece Gilipollez pensar en la vida despues de la muerte, al fin al cabo no sabemos que hay despues de la muerte, ya se que es solo especulacion y no tiene nada de cientifico, quizas porque la ciencia este poco madura para poder abordar este problema o sea tema Tabu. Pero si la ciencia no aborda este problema es logico que gente comun poco formada intente hacerlo por su cuenta, aunque ya sabemos los resultados tan absurdos a lo que se puede llegar.
En primer lugar, gracias por comentar.
Es cierto que la ciencia como cualquier otro discurso, puede construir un corsé mental que impida otra perspectiva más fructífera. Para en filosofía, para en arte y, por supuesto, también pasa en la ciencia.
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