El inconsciente colectivo y la búsqueda del anima-animus en Carl Jung
1El concepto de inconsciente colectivo es, sin duda, uno de los más populares del pensamiento del psiquiatra suizo Carl Jung. Años antes de que Jung elaborara su tesis, Freud había consolidado la idea de que existe un inconsciente personal que influye de modo determinante en nuestro comportamiento consciente: represiones, complejos, ideas inaceptables a nuestra conciencia quedarían ocultas en el substrato de nuestra mente. Jung acepta la importancia de este inconsciente personal pero va más allá de su maestro y postula que también existe un inconsciente común a todos los seres humanos, el inconsciente colectivo o suprapersonal.
Jung en su practica terapéutica comprobó que ciertas fantasías de enfermos mentales o sueños repetían patrones e imágenes sin que los pacientes tuvieran relación directa entre sí. Lo más llamativo era que muchas de estos símbolos se encontraban en tradiciones religiosas o herméticas de diversa antigüedad y procedencia. Tales coincidencias hicieron postular a Jung la existencia de un trasfondo de contenidos mentales inconsciente común a toda la Humanidad. No solo las coincidencias citadas dan pie a creer en la existencia de un inconsciente suprapersonal, las similitudes anatómicas del aparato nervioso humano hacen consistente la creencia en unas estructuras mentales básicas comunes. Una hormiga desde la primera vez que sale del hormiguero es capaz de cortar una hoja y llevarla de vuelta, es decir tiene unas pre-imágenes instintivas que le llevan a actuar así; algo parecido ocurre en el ser humano, la diferencia es que en nosotros lo común no es solo el instinto sino también las estructuras básicas de nuestro aparato mental.
Los contenidos del inconsciente colectivo no se enseñan sino que se heredan, aparecen en cada cultura y sujeto de una manera diferente, no obstante, tras esas diferencias se revela un patrón común. El inconsciente colectivo tiene una naturaleza filogenética y no ontogogética, depende de la historia evolutiva de nuestra especie y del desarrollo de la conciencia, no de la historia psíquica de los individuos. Dadas las peculiaridades de cada grupo humano podemos afirmar la existencia de un inconsciente de raza, de estirpe e, incluso, de familia; estos inconscientes grupales no contendrían elementos diferentes a los del inconsciente colectivo general sino que acentuarían algún arquetipo o establecerían una relación peculiar entre los contenidos inconscientes generales que los distinguirían de los otros grupos humanos.
Es error común pensar que cuando hablamos del inconsciente nos referimos a una realidad estática, algo que está ahí detrás, que condiciona nuestra conducta pero que en sí mismo no evoluciona. Esto es un gran error, el inconsciente colectivo, como el personal, tiene una dinámica propia que propicia que a nivel general ciertas ideologías tanto políticas como religiosas triunfen frente a otras. Este inconsciente suprapersonal tiene unas necesidades propias que aparece en los individuos biográficamente y en el colectivo se manifiestan como historia.
El inconsciente colectivo es la fuente de todas las ideas primordiales, la conciencia se diferencia de este inconsciente pero sigue dependiendo de él. No obstante debemos evitar pensar que el inconsciente colectivo sea un mero tesoro oculto dentro de nosotros mismos que podemos descubrir en cualquier momento. Ni mucho menos es así, el inconsciente colectivo por su carácter suprapersonal tiene un carácter apabullante para la mera consciencia del individuo que cuando se acerca a él puede quedar anulado y absorbido por ideas que tienen una fuerza indómita. El fanático intransigente o aquel obsesionado compulsivamente por una idea, son ejemplo de personas que sucumben a un arquetipo suprapersonal perdiendo su propia individualidad. El inconsciente también tiene un reverso terrible para el sujeto ya que esconde ideas que nos superan y que nos empequeñecen.
En el inconsciente colectivo existen los llamados arquetipos, que serían ideas-fuerza que se manifiestan a través de mitos y símbolos en todas las culturas del globo. Un ejemplo sería el Anciano-Sabio o la Gran Madre pero no solo existen arquetipos de personas sino también de situaciones o conflictos: lucha entre el hombre y la bestia-monstruo, la iniciación, el apocalipsis… No podemos determinar de dónde surgen estos arquetipos, podrían ser fruto de experiencias pasadas comunes a todos los hombres o ser manifestaciones de verdades más allá de nuestra conciencia. En cualquier caso organizan nuestra forma de sentir, pensar y vivir.
Frente al inconsciente colectivo ¿qué somos nosotros como individuos? A nivel profundo, es decir inconsciente, el individuo es un recorte parcial del inconsciente colectivo. No podemos abarcar con igual profusión todos los arquetipos así que el individuo es un recorte parcial del inconsciente suprapersonal. La peculiaridad de cada individuo sería la manera como se ha efectuado ese recorte pero no los contenidos en sí mismo ya que son generales. Ese substrato colectivo parcial conforma el inconsciente personal y de este modo al sujeto.
La individualidad es crucial para Jung, entiende que de ella depende la autenticidad de la vida vivida, por ello aunque seamos tan frágiles frente al substrato colectivo, la experiencia humana fundamental pasa por autodescubrir el particular inconsciente general e integrarlo en la conciencia. Hay dos riesgos para encontrar nuestra individualidad, el primero es la masificación social; llega decir Jung que las potencialidad morales y espirituales de una sociedad dada son inversamente proporcional al número de individuos que la conforman. El grupo social cuanto mayor es, más y más oprime al individuo hacia la conformidad, empujándolo a que asuma estereotipos de comportamiento socialmente pautados como si fueran los propios. El segundo peligro, que depende del anterior, lo representa la “persona” que debemos entenderla etimológicamente como “máscara”. Persona es lo que otros creen que soy, aquello con lo que me muestro ante la sociedad y ante mi mismo. El individuo de la sociedad de masa busca en su persona un asidero seguro para su autoconcepto: soy lo que represento que soy. De este modo quedan eliminados los elementos inconscientes y el sujeto aparece unidimensionado: es empleado, otaku, profesora, ama de casa… asumiendo como lo que es sin más, aquel rol que ha escogido entre los que la sociedad le ha dado para elegir. Para aquellos que creen ser solo lo que aparentan ser los días se deslizan lenta y anodinamente hacia la muerte sin magia, misterio ni verdad.
Oculta tras la máscara de la persona existe el arquetipo de “anima-animus”. La consciencia es solo parte de lo que somos, oculto dentro de nosotros existe otra realidad inconsciente y numinosa con la que debemos reconciliarnos para alcanzar un mayor nivel de comprensión. En el varón esta contrapartida inconsciente se denomina anima y es de genero femenino, por el contrario en la mujer el animus es masculino. Este anima-animus tiene características tanto tranquilizadoras como temibles, es el otro yo que debemos seducir y aceptar. Cada uno de nosotros proyecta en sus primeros años su anima-animus en los padres. Después cualquier persona del genero contrario puede servirnos para proyectar el anima-animus pero especialmente las personas con las que establecemos relaciones afectivas. Por ello en ocasiones las relaciones de pareja son tan complicadas, no son solo relaciones entre personas sino también entre proyecciones de nuestro inconsciente. Como arquetipo que es el anima-animus se manifiesta diferente en cada persona pero es un motivo recurrente en la mitología y simbolismo: el dios andrógino, el matrimonio sagrado, la unificación yin-yang, hierogamía…
En una sociedad tradicional el encuentro con nuestra contrapartida femenino-masculina podría tener la forma de encuentro con una deidad o sueño revelador. En la sociedad postcristianas de occidente Jung propone el método de la imaginación activa, literalmente imaginar un diálogo con nuestra anima-animus en el que la conversación no se fuerza sino que se presente como espontánea. Aún cuando es un método que en su simplicidad puede parecer ridículo, Jung invita a sus lectores a que experimenten con él sin abandonar el espíritu crítico y sin dejar de estar atentos a otras revelaciones o intuiciones internas que nos permitan reencontrarnos con esa otra mitad de nuestra alma para alcanzar una comprensión más plena.
Hey hey, súper momento de lectura, compresión sencilla de un tema aparentemente complejo.
En mi experiencia profesional haberme acercado al concepto «inconsciente colectivo» hace 30 años, me permitió usarlo como herramienta para entender mejor las motivaciones colectivas. Leer el artículo resultó refrescante por sus aportes.
Gracias