¿Por qué funciona la ley de Murphy?

Conocí la enunciación de la ley en mi adolescencia en los primeros años de instituto de mano de un profesor de biología. En un principio tomé la ley como una broma, una excusa ingeniosa o una cita que usar en determinados contextos, sin embargo, la experiencia me ha demostrado que al menos aparentemente esta ley se cumple con bastante frecuencia, sobre todo la formulación “débil” de la misma que dice: “Si algo puede salir mal o bien tenderá con mayor frecuencia a salir mal”.

A nivel probabilístico la ley no se sostiene, pero mucha gente y yo mismo estamos convencidos de su validez. Por ejemplo, algunos lectores del blog ya saben que trabajo como profesor, desde que desarrollo este trabajo suelo decirle a los alumnos: “No os dejéis nada para el examen, que después seguro que sale”, a lo que los alumnos, convencidísimos, suelen responder que ya han corroborado este hecho en innumerables ocasiones.

A un nivel meramente racional, la ley de Murphy no debería funcionar tan fielmente como muchos sostienen, entonces ¿por qué tenemos la percepción de que sí lo hace?

La primera razón es que hay circunstancias objetivas en donde la ley sí funciona. Una de las aplicaciones más clásicas de la ley de Murphy es aquella que dice que si una tostada con mantequilla cae al suelo, siempre caerá por el lado de la mantequilla. Según la Wikipedia existe un estudio ((2000) El libro del siglo XX. Blume, grupo Clarín.) que demuestra que una tostada con mantequilla tiene mayor probabilidad de caer por el lado untado, sin embargo, la razón parece que es que la altura de la mesa da tiempo a que la tostada, cargada con el peso de la mantequilla, dé media vuelta pero no una vuelta entera, por lo que siempre cae del lado de la mantequilla.

Muchos casos de “siempre que corro un riesgo ocurre lo peor” son casos como el de la mantequilla: realmente las condiciones objetivas en las que tomamos esos riesgos hacen que esos riesgos tomen forma de la peor manera posible. Por ejemplo, si alguien dice “nunca que voy en el coche la policía me hace un control de alcoholemia, pero el otro día que iba bebido, la policía me lo hizo”, puede que las circunstancias en las que se sitúa sean circunstancias de riesgos en las que la policía está alerta y controla el nivel de alcohol de los conductores. Siguiendo con el ejemplo, imaginemos que una persona va sobria al trabajo a las 8:00, se entiende que esta no es hora en la que la policía suela hacer muchos controles. Pero, sin embargo, si esta misma persona decide volver bebido a casa un viernes a las 2:00, tiene una mayor probabilidad de ser parado por la policía sobre todo por que hay una menor densidad de tráfico y un mayor número de controles en puntos claves.

Otro ejemplo sería la persona que ensaya un número de magia en privado y siempre le sale bien, pero al realizarlo en público le sale mal. Esta persona podría decir que una variante típica de la Ley de Murphy (“si las cosas pueden salir mal, lo harán en el peor momento”) se ha cumplido en su caso, no obstante, ¿acaso la tensión de una actuación pública no incrementa objetivamente el riesgo de que las cosas salgan mal?

Por lo tanto, vemos que la ley de Murphy se cumple en ocasiones porque probabilísticamente nos situamos en la “línea de fuego” de la mala fortuna. Sin embargo, no creo que sea suficiente para explicar la percepción que tenemos de que la ley se cumple frecuentemente.

Una explicación de porque lo peor ocurre con mayor frecuencia que lo mejor podría ser, desde una perspectiva ontológica, que el mundo en sí mismo es perverso. No comparto esta opinión, pero Schopenhauer, sin ir más lejos, llegó a decir que este era “el peor de los mundos posibles”. Teológicamente podríamos explicarlo por el hecho de que el mundo es una creación de las fuerzas del mal o que Dios ha abandonado al hombre y se complace en castigarlo. Estas explicaciones parecen algo drásticas pero más gente de la que creemos viven o han vivido bajo esta cosmovisión, yo las cito para exponer todas las teorías pero personalmente no las considero corroborables ni me parecen que tengan intuición de verdad.

A mi juicio, la razón por la que la ley de Murphy funciona es fundamentalmente de orden psicológico. Volviendo al ejemplo del examen, cuando dejamos sin estudiar un tema y este tema no cae no solemos decir “¡Cuánta suerte he tenido, no me ha caído lo que no sabía!” y si lo decimos no solemos abundar en esa certeza; los mecanismos psicológicos de nuestra autoestima y la lógica alegría del logro hace que nuestra memoria nos traiciones. Sin embargo, si el caso es el contrario solemos recordar con mayor viveza el hecho de haber suspendido “porque tuve la mala suerte de que me cayó lo que no me sabía”.