¿Por qué reímos?
0Todos hemos reído alguna vez, la mayoría lo hacemos todos los días, si es posible varias veces. Aunque parece ser que el hombre no es el único animal que ríe, en ningún otro tiene este fenómeno las sutilezas que vemos entre los seres humanos. Muchos autores han reflexionado sobre la risa y el humor, en este artículo intentaré aunar algunas de estas teorías a fin de construir un marco interpretativo simple que permita al lector comprender mejor este fenómeno.
La risa se asocia a muchos contextos sociales y posee innumerables matices. Por ejemplo, a veces es difícil establecer los límites conceptuales entre la risa, la sonrisa y la carcajada. ¿Son diferentes modos de manifestar un mismo estado de ánimo o cada uno de estos gestos revelan algo distinto? No tengo como fin de este trabajo solucionar esas cuestiones; en este escrito voy a considerar a la risa como el proceso fisiológico que se desencadena espontáneamente cuando el sujeto percibe algo como “gracioso”. Es cierto que también reímos, o mejor dicho, sonreímos como muestra de felicidad o de autosuficiencia, por ejemplo. Sin embargo, dejaremos de lado esos usos de la risa y la analizaremos en su relación con el chiste, la broma o la observación (directa o indirecta) de un hecho fortuito-humorístico.
Observando las situaciones consideradas graciosas encontramos un elemento común y otros rasgos que sin ser comunes son bastante frecuentes. El hecho o pensamiento divertido para provocar la risa, debe romper el marco de expectativas del sujeto. Lo chocante es esencia del humor aunque puede aparecer de diversos modos. Es objeto de controversia si lo chocante es condición necesaria o necesaria y suficiente de lo “gracioso”. La postura usual es asumir que este rasgo es necesario pero no suficiente. Si fuera suficiente este rasgo para producir la risa humorística, nos resultaría divertido ver a nuestro perro muerto en casa cuando lo esperamos vivo; el hecho es chocante pero no divertido. Lo chocante de la broma o el chiste excluye, aunque ambiguamente, lo banal y lo dañino.
Si nos reímos de como a una persona le tiran una tarta en la cara en un contexto humorístico, lo hacemos, entre otras razones, porque lo que observamos no resulta habitual. De hecho, una tarta en la cara ya no produce risa en casi nadie porque es una broma repetida hasta la saciedad; lo mismo ocurre con un chiste que sabemos de memoria, no nos hace reír.
Como seres racionales estamos sometidos a una gran tensión mental. Lo racional es una construcción subjetivo-social, por tanto, estamos expuestos como individuos a una incesante presión normativo-intelectual para que nos mantengamos dentro de los límites de lo “razonable”. Sin esta presión sería imposible la cordura ni la vida social. Lo permitido-racional y lo prohibido-irracional es una dicotomía a la que estamos tan acostumbrados que no la sentimos, pero que igualmente nos limita en nuestra percepción del mundo. Este límite es vivido por el sujeto normal como frustración más o menos inconsciente.
Las bromas con el lenguaje, los juegos de palabras, el equívoco semántico o una anormal pronunciación son fuentes constantes de bromas porque suponen una ruptura del orden lógico-lingüístico que sentimos inconscientemente como opresivo y arbitrario. Los chistes en múltiples ocasiones relatan situaciones imposibles, anómalas, inesperadas, el hombre en tanto que animal simbólico precisa de la risa tanto para descansar de lo predecible-racional como para captar la fragilidad de sus propios sistemas de comprensión del mundo. Reírnos de algo es, casi siempre, reírnos de nosotros mismos o, al menos, reírnos de nuestras seguridades y expectativas racionales. La risa es satisfactoria porque destensa las redes de lo real-racional en las que vivimos y estamos atrapados.
Las bromas de Gila sobre algo tan dramático como la guerra, nos sumergen en un mundo absurdo, extraño, con otras lógicas que no son las nuestras. Son situaciones chocantes en tanto que subvierten el orden real. Así el bufón habla sinceramente donde nadie lo hace, muestra la fragilidad entre lo verdadero y la falso, lo absurdo y lo serio, y, en definitiva, pone del revés el mundo de los cuerdos para hacernos parecer todos locos, liberándonos, aunque sea por unos instantes, del sentido común.
Esta hipótesis que asocia la risa humorística a la ruptura, la incongruencia o lo inesperado ha sido diversamente formulada pero Freud es un de sus más destacados defensores. Tomando como cierta la hipótesis freudiana de que la risa genera satisfacción porque nos destensa psicológicamente de lo normativo, se comprende fácilmente por qué lo sexual o la agresividad son rasgos frecuentes de las situaciones o relatos que nos resultan divertidos.
Para que exista sociedad es necesaria la represión, especialmente, de los impulsos biológicos primarios como la agresividad y el deseo sexual. Como toda sociedad se construye sobre prohibiciones de estos impulsos (por ejemplo, el niño no debe pegar al padre o desear a la madre) es normal que nos riamos cuando en chistes o situaciones se relativice esas prohibiciones.
Aunque nos reímos de alguien cuando se cae, por ejemplo, todo el mundo entiende que no es nada divertido caerse. En ocasiones nos reímos de situaciones en donde alguien sufre una agresión o un accidente, esta risa no está, en todo momento, permitida socialmente ya que denota una personalidad cruel. No obstante, el humor cruel siempre ha acompañado la historia del hombre. Reírnos del guiñol que sufre un golpe de mamporro es algo normal (piénsese en Filemón persiguiendo a Mortadelo); también nos reímos de las parodias de políticos o minorías. A un nivel ético no es correcto que nos riamos de alguien que sufre o que es objeto de escarnio, sin embargo, por unos instantes, el humor nos libera de nuestras obligaciones morales en el juego y la fantasía. Es curiosa, y muy compleja, la relación que existe entre moralidad y humor; mientras que todos estamos de acuerdo, excepción hecha de los fundamentalistas de lo políticamente correcto, en que reímos de una agresión o accidente que sabemos ficticio es algo moralmente no reprobable; reírnos de un sufrimiento real lo consideramos, por lo general, como un acto de crueldad. Dejo al lector un vídeo para que reflexione sobre ello… ¿es legítima la broma que vemos en esta grabación? ¿es, verdaderamente, divertida?
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Por todo lo anterior, creo que se comprenderá el lugar tan importante que tiene lo sexual en el humor. La palabrota obscena dicha en medio de un monólogo, hace reír a muchos, tanto porque rompe con el tabú social que pesa sobre las palabras malsonantes como por las connotaciones sexuales que tales palabras suelen tener. La picardía y los dobles sentidos son elementos típicos del chiste, la canción popular jocosa o las bromas vulgares. De nuevos vemos como la risa funciona como un mecanismo que permite, lúdicamente, hablar de lo que no se debe.
Otro elemento menos frecuente en el humor es lo escatológico. La flautulencia aristofanesca nos hace reír porque relativiza el tabú higiénico-simbólico que pesan sobre las funciones excretoras de nuestro organismo en la mayoría de las sociedades.
La risa dice mucho de un individuo pero mucho más de una sociedad. Una sociedad sin risa será una sociedad intelectualmente muerta, opresiva, en donde el pensamiento normativo se ha tornado en dogma inatacable, sobre el que no cabe bromear. Por otro lado, una pregunta que debemos hacernos cuando queremos comprender una sociedad, su modo de entender el mundo y la economía psíquica de la mayoría de sus integrantes es ¿de qué se ríe? Unas sociedades prefieren las burlas sobre políticos, banqueros, religiosos y otros miembros de las élites directoras; otras prefieren reír de los más débiles: inmigrantes, minorías, débiles mentales, etc. ¿Qué dice esto sobre tal o cual sociedad? Algunos grupos humanos ríen de los sinsentidos lógicos que encuentran en su vida cotidiana, algunos monólogos son ejemplo de lo que digo; otros ríen del caca, culo, pedo, pis… La frecuencia de chistes de carácter sexual en una comunidad dada, habla del nivel de represión sexual en esa comunidad o de la capacidad de relativizar las normas represivas. En definitiva, nuestro sentido del humor y el de los que nos rodean, dicen más del mundo social en el que vivimos, y de nosotros mismos, de lo que, por lo general, imaginamos.
(Para exponer esta interpretación freudiana de la risa me he basado en la lectura de ciertos trabajos que reseño en estos artículos:
El humor.
El chiste y su relación con el inconsciente.
Además, la lectura de “El chiste como paradigma hermenéutico” (Dianoia, vol LVI, número 67) del profesor Sixto J. Castro, de la Universidad de Valladolid, me ha sido también de utilidad para definir algunos conceptos y conocer otras perspectivas de análisis. En este trabajo, S. J. Castro acentúa la importancia de la comprensión para entender la naturaleza de la risa en el chiste)
foto de: http://sindromecoleccionista.blogspot.com.es/2010/11/frases-de-charles-chaplin.html