La aculturación de minorías migrantes en los sistemas educativos europeos
0Uno de los principales problemas al que se enfrentan las poblaciones inmigrantes es el fenómeno de la aculturación. Aquel que llega a un país extraño y del que desconoce su lengua, su cultura, etc. debe hacer un esfuerzo no solo por adaptarse sino por conservar la cultura y tradiciones de su tierra de origen. El inmigrante, generalmente, ya se ve de por sí en una situación complicada: debe encontrar un trabajo, acostumbrarse a nuevos hábitos y a la pérdida de la red social de apoyo que tenía en su comunidad… En esta situación, la reivindicación de su cultura propia, de sus raíces se convierte en una necesidad psicológica para la mayoría de los hombres y mujeres que se ven obligados a abandonar su tierra por cuestiones económicas.
Los menores inmigrantes se ven especialmente desprotegidos, sobre todo, si han nacido y crecido durante largo tiempo en el país de origen de sus mayores. El olvido de la lengua y las tradiciones propias por parte de los niños inmigrante es visto hoy en día como normal por la mayoría de la sociedad pero ¿es así?
Antes de la instauración del sistema educativo estatal, la educación de los menores corría a cargo de los padres y la comunidad. Por esto, durante mucho tiempo, incluso hoy en día, en los Estados Unidos de América las poblaciones chinas, italianas o latinas conservaron y conservan su lengua y tradiciones durante generaciones. Por contra, actualmente en muchos países europeos, los jóvenes inmigrantes pronto son absorbidos por las culturas receptoras y llegan a olvidar su propio idioma y cultura. Esto es integración entendida como anulación de la diferencia, ¿no existe otra manera de integrar a las personas de tradiciones y modos de vida diversos que enriquecen nuestra propia cultura común?
Una de las cosas que me resultan más escandalosas hoy en día, por ejemplo, es la falta de interés en integrar al alumno inmigrante dentro del sistema educativo. En primer lugar, hay chicos que llegan a clase sin saber el idioma del país de acogida y, por tanto, sin posibilidad de seguir el proceso de enseñanza-aprendizaje; para propiciar la integración escolar sería imprescindible contar con profesoras de apoyos para que estos menores en evidente riesgo de abandono escolar pudieran aprender la lengua del país acogedor. Pero también se debería de fomentar que estas alumnas pudieran aprender sus idiomas de origen dentro del horario lectivo del centro o en horario extraescolar. Fomentar el conocimiento de sus culturas de origen en los inmigrantes permitiría una verdadera integración positiva de estas poblaciones y no una integración basada en la anulación y la ignorancia de las propias raíces culturales.
Como en nuestras sociedades el origen de las poblaciones migrantes es plural mucho verán imposible que en cada centro exista un profesorado especializado en tal o cual idioma o cultura. He trabajado en centros educativos en donde además de religión católica se daba religión evangelista o musulmana, con profesores pagados para ello. Por lo visto es muy fácil agrupar a los alumnos e invertir recursos en enseñarles tal o cual superstición pero inviable cuando se trata de defender su cultura, lengua o tradiciones propias.
Algunos dirán que no es nuestra responsabilidad potenciar la identidad e integración de estos menores que están en riesgo de desamparo social. Sin embargo, muchos opinamos que no son solo los sentimientos humanitarios los que nos obligan a permitir el pleno desarrollo de los inmigrantes sino un lógico interés por el progreso de nuestras sociedades. En un mundo globalizado contar con jóvenes formados es de vital importancia, es precisamente esta globalización la que ha permitido los fenómenos migratorios actuales; en tal contexto ¿no es objetivamente útil contar con jóvenes formados de diversas procedencias y relacionados a otros territorios más o menos distantes? Creo que sería de una utilidad social evidente que los alumnos cuya lengua materna sea el chino, el árabe, el rumano, etc. pudiesen aprender su idioma y profundizar en su cultura. Evitar la aculturación evita la guetificación y los problemas para la paz social que pueden suponer las personas que son empujadas a la marginalidad. Por contra, fomentar en los menores inmigrantes el conocimiento de sus culturas con un profesorado especializado, supondría una ventaja para nuestro crecimiento económico y cultural, ya que promovería un mayor y más profundo nivel de entendimiento con otras comunidades humanas diferentes a la nuestra. Ni los asesores educativos ni los políticos que tienen a su cargo el futuro de nuestra sociedad parece preocuparles en nada la integración efectiva de las poblaciones inmigrantes más allá de algún que otro discurso bienintencionado. Aunque, naturalmente, no podemos esperar mucho en algo como la educación, cuyos frutos se recogen tras mucho tiempo, de personas que están condicionadas a preocuparse bien poco de otra cosa que no sea ser reelegido para dentro de cuatro años.
imagen extraída de:
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