La interpretación spinozista de los milagros
2“El vulgo llama milagros a los fenómenos extraordinarios de la naturaleza, es decir, obras de Dios; y ya por devoción, ya por antipatía a los naturalistas, se complace en la ignorancia de las causas, y no quiere oír hablar de lo que admira, es decir, de lo que ignora”
Baruch de Spinoza, Tratado teológico político; cap. VI, trad. Julián de Vargas y Antonio Zozaya
En la primeras líneas del capítulo sexto del “Tratado teológico-político” encontramos ya estas palabras de Spinoza. Durante casi los principios de la modernidad, mientras la ciencia adquiría más y más entidad y con ella mayor capacidad de predecir y explicar los fenómenos de la naturaleza, se planteó el debate de los milagros. La cuestión era si era posible que Dios, habiendo estipulado unas leyes eternas y buenas para el orden natural, pudiera o quisiera contravenir el orden de la naturaleza y violar sus leyes para producir un milagro, entendiendo milagro como un hecho inexplicable según el orden natural ordinario.
Spinoza, en primer lugar, se ve forzado a explicar que para Dios voluntad y poder se confunden. Lo que Dios quiere, lo puede y Dios puede lo que quiere, no como limitación de su omnipotencia sino como manifestación de su potestad. El hombre quiere cosas que no puede, por eso distinguimos entre poder y querer, en Dios omnipotente esa distinción carece de sentido. Si Dios, en su suprema majestad, impuso al orden natural unas leyes, esas leyes son las que deben ser y son invariables, en esa invariabilidad se manifiesta el poder de Dios. Sería como si creyéramos que un matemático es mejor porque pueda equivocarse en un cálculo si quisiera, ¿quién no podría errar? De hecho lo que distingue al sabio del ignorante es que el sabio se equivoca en menos ocasiones que el necio y si tuviera la suprema sabiduría, no erraría nunca. Por tanto, Dios no puede querer un mal, no porque no tenga poder para quererlo, sino porque querer y poder en Dios, son uno. Por poner otro ejemplo, todos podemos hacer daño a las personas queridas si queremos, cuanto mayor sea nuestro amor menos podremos porque no querremos hacerlo ¿es esta imposibilidad una falla en nuestro amor o manifestación de su fuerza.
No obstante, Spinoza constata que hay hechos extraordinarios como el paso de Moisés por medio del mar rojo o como las curaciones milagrosas que narran los evangelios. Pero ¿son estos hechos extraordinarios perturbaciones del orden normal del mundo? Para el filósofo holandés no. Lo que ocurre es que el vulgo confunde su incapacidad de dar explicación a estos fenómenos con la imposibilidad de darlos. Muchos acontecimientos que no fueron explicados en su momento encuentran explicación con el avance de la ciencia o, sencillamente, con una comprensión profunda de esos mismos acontecimientos. Como dice la tercera ley de Clarke: “Toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”.
Hay que tener en cuenta que para Spinoza los milagros son hechos naturales de los que las personas ignorantes no tienen explicación o aún no la han encontrado pero nunca son perturbaciones del orden natural ya que como dice en el capítulo antes citado:
“Si, pues, en el universo se produjera un fenómeno contrario a las leyes generales de la naturaleza, sería igualmente contrario al decreto divino, a la inteligencia y a la naturaleza divinas, y lo mismo si Dios procediera contra las leyes naturales obraría contra su propia esencia, lo cual es el colmo del absurdo.”
trad. cit.
Por tanto, para este pensador judío si los milagros fueran, como creen los ignorantes y los supersticiosos, violaciones de las leyes de la naturaleza, lejos de mostrar el poder de Dios, nos mostrarían su debilidad y volubilidad. Los milagros como se entienden vulgarmente, potencian el ateísmo, antes que la creencia en Dios. En definitiva, aunque para los ignorantes los milagros son necesarios para su fe, el filósofo debe comprender sus causas y no fascinarse menos por estos hechos extraordinarios que ante las leyes naturales que podemos constatar a cada momento.
Spinoza con esta visión de los milagros como hechos naturales inexplicados pero explicables, construye una interpretación racionalista y actual sobre los fenómenos anormales. Es triste comprobar como trescientos años después muchos abultan su nómina potenciando la superstición ignorante que combatió y sufrió este pensador moderno.
Artículo: El Tratado teológico-político.
Artículo: Sobre la importancia de la libertad de pensamiento el Baruch Spinoza.
esta genial
pero si spinoza no creía en los milagros,no estaría negando la existencia de Dios,pero ala vez no le gusta que lo debiliten diciendo que cambia las leyes de la naturalez…
es eso lo que quiere decir Spinoza
exelente comentario.
Igual dios es la misma naturaleza, es la energía que esta en todo el universo y lo que en el existe, busquemoslo dentro nosotros mismos, Dios es el centro de la armonía universal sin ponerle punto a ese centro.