La mejor escuela es la que menos aburre
1“El aburrimiento no es sino otro nombre de la domesticación. Lo que nos deleita de Hamlet y de La Ilíada, de todas las escrituras y las mitologías, es la visión del mundo incivilizada, libre y natural, que no se aprende en las escuelas.” [1]
H. D. Thoreau; Caminar; traducción de Federico Romero para la editorial Árdora.
Solo autores escogidos tienen esa capacidad de aunar tantas ideas, vaguedades y certezas como demuestra Thoreau en el fragmento citado. Aburrimiento, domesticación y escuelas frente a la literatura, pero literatura de verdad, ¿es posible un diagnóstico más agudo en tan pocas palabras?
En los sistemas políticos totales existe una natural obsesión por los porcentajes, ranking y estadísticas en general. Se evalúa a los alumnos con números para que sean “ordenados” según sus conocimientos; se publican y escrutan los tantos por ciento de aprobados, suspensos, titulados…; y se hacen informes para comparar los resultados de los alumnos con los de otros países. Por cada verdad que un número muestra, encubre otras innumerables que no tienen el don de ser matematizables. ¿Para cuándo una estadística sobre las horas de aburrimiento que pasan los estudiantes en las aulas? Si tal guarismo fuera alcanzable daría, sin duda, motivos para la controversia, aunque no dejaría de ser un porcentaje más.
Como dijo el mismo Thoreau “el mejor estado es el que menos gobierna”; igualmente, la mejor escuela es la que menos aburre. Hoy por hoy, la escuela aburre demasiado y quizás ese sea, actualmente, uno de sus sentidos pedagógicos. La escuela nos instruye y educa, sin duda, pero debería enseñarnos, también, a cómo combatir el peso del tedio que rezuman sus muros. La escuela debería no solo informarnos de sus altisonantes virtudes sino que tendría que revelar cuáles son sus límites, tras los cuales se haya un mundo vivo y pleno de subyugantes misterios.
¿Y qué mejor antídoto contra el aburrimiento y la domesticación que la literatura? Pero aquella que no puede ni debe leerse durante la jornada escolar ni es contenida por la explicación de ningún maestro; podría la escuela señalar esa escritura que no cabe en ella, que no es amordazada por doctrina, programa o secuenciación alguna. Si conociéramos estas cosas, si nos las enseñaran quizás fuéramos capaces de comprender que la escuela, en nuestro inacabado proceso de aprendizaje vital, es un refugio en la senda, no la senda misma y ni siquiera el rumbo.
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texto en inglés:
«Dullness is but another name for tameness. It is the uncivilized free and wild thinking in Hamlet and the Iliad, in all the scriptures and mythologies, not learned in the schools, that delights us.»
fuente: http://www.gutenberg.org/files/1022/1022-h/1022-h.htm
Los niños son el futuro de cualquier grupo social. Como dijo Pitágoras “Educad al niño y no será necesario castigarlo cuando sea hombre”. La educación es uno de los procesos más desafiantes en la vida. Pero… ¿enseñan realmente las escuelas o centros de enseñanza? No. Algunos países tienen buenos modelos educacionales; otros son más prusianos. El modelo prusiano es que usan instituciones o naciones modernas. Este se basa en que todo niño debe ir a la escuela, deben ser obedientes antes los dictámenes, manteniéndolos cautivos de un concepto ignorante de la realidad. Ser disciplinados, antes las ordenes de los maestros. Estar sentado en tu lugar, levantando la mano para participar. Compitiendo para que saque un 100, número que determina la calidad de un producto. Haciéndonos memorizar conceptos en vez de aprenderlos. Hojas de papel con múltiples preguntas que, supuestamente, determina lo que “sabes”. El mismo creador de las pruebas estandarizadas, Fredrick J. Kelly (1880-1959) dice: “Estas pruebas están poco desarrolladas para ser utilizadas”.
Aprender es crear, pensar de forma innovadora, creativa, independiente… no es sino el producto de saber los porqués de las cosas. Cuando aprendes, los conocimientos no son efímeros; lo adquieres por medio de estudios, razonal eso que estudias y después general un juicio al respecto. No es pensar colectivamente. Donde todos piensan igual, se piensa poco. ¡Eso es aprender!