La religión de los indios Cuervo
3Entre 1907 y 1916, el antropólogo estadounidense Robert H. Lowie visitó las exiguas comunidades de indios cuervos que aún persistían en Norte América. El autor citado comprobó que uno de los elementos centrales de la vida espiritual de estos indios era la búsqueda de la visión. Los jóvenes adolescentes en su desarrollo iban adquiriendo conciencia de las desigualdades de estatus que se producía en su poblado: ¿por qué Cráneo-Amarillo era despreciado por cobarde o Espalda-Pequeña vivía en la pobreza mientras otros miembros de la tribu gozaban de prestigio y consideración generalizados? La respuesta era que los agraciados habían recibido algún tipo de bendición sobrenatural. Algunos obtenían la visita de espíritus de manera espontánea pero la mayoría de los individuos solo recibían una visión tras someterse a dolor y privaciones. Los jóvenes pronto se sentían compelidos por la presión social y sus propias ambiciones a buscar una visión que les elevase a los ojos de su comunidad.
El candidato decidido se internaba en el bosque y buscaba un lugar solitario en el que practicaba ayuno completo durante cuatro días, o más si fuere preciso, y se sometía a torturas corporales mientras invocaba al Sol o a cualquier otro poder para que le fuera otorgada la revelación. Lowie recoge una de estas plegarias típicas al Sol:
¡Hola, Anciano, soy pobre! ¡Tu que me ves, dame algún poder! ¡Dame larga vida; haz que pueda tener un caballo, que me apodere de un arma de fuego, que venza a mi enemigo! ¡Que llegue a ser jefe, que tenga muchas cosas!
(Robert H. Lowie; Religiones Primitivas; trad de José Palao para Alianza Editorial 1976, página 26)
Sin embargo, el Sol rara vez se manifestaba, por contra en las narraciones que nos trasmite Lowie, al visionario se le aparecen parejas de jóvenes, grupos de soldados, etc. El Sol era un dios demasiado poderoso así que eran otros seres sobrenaturales los encargados de transmitir los dones. Estos dones eran de muy diversa naturaleza: caballos, invulnerabilidad, algún don curativo-espiritual… El antropólogo se plantea la cuestión de la sinceridad de las visiones de los indios ya que la posibilidad de ser visitado por seres sobrenaturales no casa con nuestra mentalidad racionalista. Lowie acepta rotundamente la sinceridad de los visionarios: se mutilan, ayunan e, incluso, reconocen haber fracasado en la búsqueda de la visión; cuando narran su experiencia subrayan su anterior estado de indigencia social y cómo la visita sobrenatural les rescató de tal situación. Al mismo tiempo, los Cuervo no son crédulos con los cuentos de cualquiera, la magia se muestra verdadera si el don prometido se obtiene; el poder o las profecías pueden ser falsas pero también engañosas, es decir parcialmente ciertas, tanto como verdaderas. Solo los hechos y no el mero testimonio del celebrante muestran el cariz de una visión.
Que cualquier miembro de la tribu pudiese transformarse en chamán gracias a la intervención de seres sobrenaturales impidió que entre los Cuervo se instaurase una clase sacerdotal que impusiese un dogma a seguir. Los indios Cuervo no tenían que creer en un determinado relato de la creación o admitir una concepción del más allá; la esencia de la religión estaba en la propia comunidad de fieles. Incluso la excepcionalidad sacra (maxpé) no era exclusiva de los chamanes sino que era extensible a cualquier individuo extraordinariamente afortunado como un guerrero que mataba a enemigos sin ser herido; estos sujetos eran considerados como favoritos de algún ser poderoso.
A pesar de carecer de ortodoxia, los indios Cuervo poseían un profundo sentimiento religioso:
“El indio Cuervo se acerca al universo con una sincera humildad que contrasta grandemente con su orgullo ante sus compañeros de tribu. Da muestras de ese sentido de absoluta dependencia respecto de algo que no es él mismo. El hombre en sí mismo no es nada, pero en alguna parte del mundo hay unos seres misteriosos más grandes que él, de cuya buena voluntad depende su fortuna. Lo importante para un individuo era que durante un rapto extático había entrado en contacto con algo sobrenatural, y que ese algo era su dios, mientras que todo lo demás quedaba relegado a un plano relativamente subordinado.” [trad. cit. p. 37]
En cualquier caso, el Sol ocupaba un lugar preeminente en la economía psíquica de los indios Cuervo y era el objeto más elevado para sus súplicas. Antes de salir de expedición se le ofrecía plumas de águila o pieles de zorro; en una expedición de caza, la piel de un búfalo blanco era siempre ofrendada al Sol. El astro rey era lo más parecido al Ser Supremo que tenían pero su mitología se desdibujaba y su intervención solía ser excepcional; en ocasiones se llegaba a confundir al Sol con Viejo-Coyote, un héroe burlón y vulgar de su mitología. Viejo-Coyote fundó muchas técnicas y artes de los indios como el labrado de la piedra o el encendido del fuego, pero no fundó la moral tribal que viola flagrantemente casándose con sus hijas y manteniendo relaciones con su suegra.
Existen, finalmente, muchos entes sobrenaturales en la mentalidad Cuervo: el sagrado Tabaco, la sagrada Roca, el Lucero del Alba… Sin embargo esta hueste de espíritus y deidades carecen de una clara sistematización o coordinación y su importancia difiere de un grupo tribal o entre individuos de una misma tribu.
Aunque creen en fantasmas que vagan por los bosques y campamentos no asocian estos seres a las almas de antepasados muertos. Consideran que los espíritus de los muertos campan y viven en un lugar hacia el oeste pero en condiciones mucho más ventajosas que los vivos.
Un ritual interesante es el de la cabaña-sauna. Aquellos indios que hubiesen tenido una revelación o la hubieran comprado erigían un recinto de sauce con forma de cúpula. Para los Cuervo la sauna no se tomaba por motivos terapéuticos sino que, en la mayoría de las ocasiones, su construcción estaba condicionada por un consejo espiritual en tal dirección. Una vez elevada la estructura se cubría con mantas, después uno de sus ocupantes echaba agua sobre unas rocas al rojo vivo y la cabaña quedaba llena de vapor. Durante unos minutos los celebrantes permanecían dentro de la sauna hasta que, por fin, levantaban un lateral para enfriar un poco la cabaña. Luego se volvía a cerrar y se repetía el proceso hasta un total de cuatro ocasiones. Cada una de las etapas se asociaba a una plegaria y los sueños o visiones obtenidos por este procedimiento se consideraban válidos. Al final de la experiencia se levantaban las mantas y los celebrantes corrían al arroyo más cercano a refrescarse.
Otro ritual que glosa Lowie es la Danza del Sol. Esta danza tenía como objetivo la venganza contra una incursión enemiga; a través de bailes ante un muñeco sagrado los danzantes esperaban obtener la visión que indicase que una incursión contra los enemigos resultaría propicia. Bailando y cantando hasta la extenuación, con la mirada fija ante el ídolo y presas de una intensa tensión emocional fruto de la pérdida de algún ser querido a manos de los enemigos, los celebrantes daban por terminada la Danza cuando alguna visión propicia, como la de un adversario sangrando, llegaba.
Según Lowie, la visión es el eje central alrededor del cual orbita la vida religiosa del pueblo Cuervo. Estas visiones son buscadas, generalmente, para obtener prestigio social lo que evita comportamientos antisociales. Sin embargo, no debemos idealizar la vida de los indios Cuervo y pensar que viven sin tensiones psicológicas de orden moral o social. Algunas visiones imponen ciertos tabúes como llevar el escudo de una determinada manera o no comer un alimento concreto; la violación de estos comportamientos y el sentimiento de culpa asociado es algo que se aproxima íntimamente a lo que los cristianos llamarían “pecado”. Pero la principal preocupación para el individuo en esta sociedad tribal no es de orden moral sino social:
“El individuo Cuervo está efectivamente exento de los dictados de cualquier clase sacerdotal, pero se halla atenazado por una autoridad más poderosa, precisamente por ser más sutil. El conjunto de ideas y emociones característico de su grupo social modela su total visión cósmica como modela la misma forma en que se desarrolla la visión. Hay ciertas nociones que recibe desde niño como indiscutibles, aun cuando no están formuladas como muchas otras proposiciones; y si bien pueden estar desprovistas en sí mismas de todo valor religioso, delimitan y tiñen inevitablemente todo lo que adquiere tal valor.[…] La implícita filosofía de la realidad, mamada con la leche materna, limita y predetermina las ideas religiosas de los individuos, lo mismo que las normas sociales aceptadas en su comunidad predeterminan sus valores en la vida y los deseos que trata de satisfacer a través de la religión. […] Así, incluso el más extremado subjetivismo puede transformarse en abyecto servilismo, no hacia la autoridad de una dictadura personal, sino hacia el dominio impersonal, aunque no por eso menor real, de las creencias y costumbres tradicionales.” [trad. cit. p.47-48]
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[…] tiempo la soledad prolongada debilita los lazos sociales y, por tanto, la represión perceptiva. Los indios Cuervo merced este método obtenían visiones de divinidades en relativamente cortos lapsus de tiempo; en el mundo grecolatino antiguo pervivieron […]