Libertad, individuo y sociedad
2“En fin, el hombre aislado no puede tener conciencia de su libertad. Ser libre para el hombre como tal por otro hombre, por todos los hombres que lo rodean. La libertad no es, pues, un hecho de aislamiento, sino de reflexión mutua, no de exclusión, sino al contrario, de alianza, pues la libertad de todo individuo no es otra cosa que el reflejo de su humanidad o de su derecho humano en la conciencia de todos los hombres libres”
M.A. Bakunin; Dios y el Estado.
“La única libertad que merece tal nombre es la de perseguir nuestro propio bien a nuestra propia manera, siempre y cuando no intentemos privar a otros del suyo o impidamos sus esfuerzos para alcanzarlo. Cada uno es el verdadero guardián de su propia salud, ya sea corporal, mental o espiritual. La humanidad ganará más si tolera que cada uno vida como le parezca bien que si obliga a vivir a cada uno como le parezca bien al resto.”
J.S. Mill; Sobre la libertad; “Introducción”, traducción de Cesar Ruiz Sanjuán para la editorial Akal.
Las dos citas que encabezan este artículo esbozan una de las dualidades básicas en el análisis teórico de la libertad. Casi todos hemos escuchado en nuestra adolescencia esa máxima de que nuestra libertad acaba donde empieza la de los demás; con ella querían nuestros padres o mentores hacernos conocer los límites concretos de nuestras acciones dentro de la sociedad. Sin embargo, esta máxima es engañosa, define la libertad individual y el freno que supone para ella la sociedad pero olvida, precisamente, que la sociedad humana es, en buena medida, condición de posibilidad de nuestra libertad como particulares.
Desde la Modernidad hasta hoy, se ha ido imponiendo un concepto individualista de la libertad; libertad se asocia a derechos individuales o a la capacidad de los sujetos para realizar acciones determinadas. Y, verdaderamente, no es una falsedad que los otros hombres son un freno a mi libertad; su juicio, fuerza, deseo… limitan mis acciones y pensamientos en ocasiones asfixiantemente. Muchas libertades civiles son pactos socialmente asumidos por las que el individuo puede actuar en contra de la mayoría. Por ejemplo, la libertad de expresión es el reconocimiento de que cualquier individuo puede expresar opiniones divergentes al resto del grupo social sin ser perseguido por ello; asimismo, la libertad sexual supone no solo el derecho a mantener relaciones sexuales con quien se quiera sino también, y sobre todo, el derecho a no mantenerlas ni contraer matrimonio con quien no se desee. En las sociedades desarrolladas se comprende que el individuo posee ciertos derechos en los que el colectivo no puede inmiscuirse; por mucho que ofenda la opinión de un disidente o que alguien nos rechace sexualmente, no se reconoce a la sociedad la potestad de coartar o condicionar nuestras acciones sin una razón justa. No podemos menospreciar el valor del individuo ni sus derechos inalienables pero tampoco dejar de lado el hecho de que la libertad no es únicamente una construcción del individuo, el resto de la sociedad no solo aparece como muro que limita mi libertad concreta sino también como elemento imprescindible para la consecución y defensa de tal libertad personal.
De esa vertiente social de la libertad es de lo que trata Bakunin en el fragmento citado. ¿Por qué afirma el filósofo ruso que la libertad es alianza antes que exclusión? Paseando solitariamente por la montaña encuentro un sendero cerrado por una avalancha, intento pasar pero no puedo, no tengo fuerza para remover las piedras ni equipamiento para sortearlas; solo me queda volver hacia atrás y encontrar otra ruta. Si hubiese ido con un compañero él me podría haber ayudado a apartar los escollos o a trepar por encima de ellos; con él soy más libre, puedo hacer cosas que solo no podría. Extrapolemos el ejemplo a nuestra sociedad global. Gracias al desarrollo tecnológico, somos más libres que hace un siglo para movernos, vivir saludablemente, aprender… Con el avión podemos viajar al otro lado del Atlántico en horas y no en semanas; nuestras vidas tienen una duración mayor lo que nos dota, indudablemente, de un mayor campo de actividad mientras vivimos; gracias a Internet y la difusión de bibliotecas podemos acceder a una cantidad de información ingente entre la que escoger… Todo ello merced al progreso de la ciencia, fruto de la colaboración entre personas. El obrero que construye una carretera aumenta mi libertad de movimientos; el científico que investiga una cura aumenta la duración de mi existencia y con ella mi capacidad de acción; el informático, la panadera, la artista, el amigo… en definitiva, los otros son en más ocasiones posibilitadores y sostenedores de mi libertad que enemigos de ella. Lo que ocurre es que esta posibilitación se da por supuesta, vivimos en ella, sin embargo, el estorbo que supone otras voluntades es algo de lo que tenemos una conciencia más enérgica.
La percepción dogmáticamente individualista de la libertad lleva a considerar al prójimo como un escollo a nuestro desarrollo cuando no siempre es así; pero sustituir tal dogma por una visión meramente social o, si se prefiere, socialista de la libertad peca también de parcialidad y puede suponer un exceso. Una perspectiva excesivamente social de la libertad puede llegar a concluir que las libertades individuales son un freno a la libertad colectiva. Así, el disidente o, sencillamente, quien es diferente ataca la homogeneidad grupal e incomoda a la mentalidad común por lo que debe ser eliminado. Por ejemplo, la intolerancia religiosa que prohíbe el ateísmo en una comunidad determinada se justifica aduciendo que el ateo es un riesgo y un escándalo para la mayoría y como la persona particular para vivir necesita el concurso de la sociedad, esta puede, legítimamente, negarle el derecho a disentir. Ciertamente la sociedad contribuye a la construcción de nuestra propia individualidad y permite ampliar nuestro grado de libertad pero no es menos cierto que el progreso de la sociedad solo es posible cuando en ella existen individualidades fuertes y capaces de influir en el cuerpo colectivo. Personas concretas que concienciaron a su tiempo de injusticias, artistas que realizaron creaciones excepcionales que han enriquecido nuestra historia o héroes anónimos que sacrificaron su vida en aras de un mundo más humano, son ejemplos de que la individualidad es algo digno de ser promovido frente a la homogeneidad social. La libertad del individuo es, en buena medida, una construcción social pero el progreso y libertad de las sociedades también es fruto de individualidades específicas.
La perspectiva individualista de la libertad asume implícitamente que puedo ser más libre a costa de la libertad de los otros: si la libertad de los demás es un límite a mi propia libertad, anulando la libertad de los otros aumentaría mi propia libertad. El esclavismo parte de esta idea: el amo adquiere poder e independencia gracias a que otros hombres sin libertad trabajan para él. El capitalismo impone esta visión individualista y simplista de la libertad no solo porque fomente ideológicamente la competitividad frente a la cooperación sino porque las sociedades capitalistas basan su alto grado de libertad material en el pillaje y opresión contra otras sociedades. La explotación de recursos naturales de otros pueblos, el chantaje económico de la deuda o el comercio con países en donde los trabajadores carecen de los más mínimos derechos laborales, son ejemplos claros de como las sociedades capitalistas cimientan su libertad y desarrollo en la esclavitud y empobrecimiento de otras sociedades. Por ello, aunque no debemos olvidar la importancia que tiene la defensa de la individualidad, hoy por hoy urge subrayar que las libertades individuales y colectivas son fruto, en muy buena medida, de la colaboración social; en un mundo globalizado nuestra libertad ni como individuo ni como sociedades puede fundarse en la esclavitud de otros sujetos o grupos. Como sostiene Bakunin, la plena libertad humana solo se alcanza cuando comprendemos su valor absoluto, cuando vemos el reflejo de nuestra libertad en la libertad de todo hombre; sin esta mirada nuestra libertad individualista se convierte en nuestra propia celda, el otro en un enemigo.
Libertad, individuo y sociedad.
La única libertad que hay es la de perseguir nuestros sueños o bienes sin dañar los de las demás personas , cada uno es el que cuida su vida y su salud ; la sociedad estaría mejor si se le acuerda dejar vivir a todos como le parezca bien a los demás.
Por medio de los padres los niños y jóvenes han logrado recibir unas enseñanzas sobre como enfrentarse a la sociedad en este tema de la libertad , Ciertamente la sociedad contribuye a la construcción de nuestra propia individualidad y permite ampliar nuestro grado de libertad pero no es menos cierto que el progreso de la sociedad , La perspectiva que tenemos es que usted puede lograr ser mas libre a costas de otro esto quiere decir que si los demás tienen una libertad mas digna que la mía tenemos que llegar a tener la misma.
El capitalismo impone las opiniones individualistas debido porque las sociedades capitalistas basan su alto grado de libertad material en el pillaje y opresión contra otras sociedades. Estos chantajes y de mas conllevan a que tengamos mas pobreza; Como sostiene Bakunin, la plena libertad humana solo se alcanza cuando comprendemos su valor absoluto , esto sucede cuando tenemos y vemos el derecho de nuestra libertad que se convierta en la libertad de todo hombre.
Me pueden dar ejemplo de libertad del Individuo y También sus Límites