Los productos ecológicos: lo natural y lo artificial
3Dada la relevancia que ha ido adquiriendo la agricultura ecológica, cada vez es más frecuente encontrar artículos defendiéndola o contrarios a ella. Como en cualquier otro asunto polémico, también en esta controversia se suelen deslizar argumentos o adoptar posiciones excesivamente emocionales que impiden un debate constructivo.
Como critica, acertadamente, Cristian Saborido en su artículo “La falacia naturalista” de la revista Investigación y Ciencia del pasado mes de noviembre, nuestra sociedad cae fácilmente en el engaño de suponer que, en primer lugar, los productos ecológicos son más naturales que los procedentes de agricultura convencional; y que esa “naturalidad” los dota, per se, de cualidades positivas.
Podemos decir que los productos ecológicos han sido producidos de modo más respetuoso con el medio ambiente; o podemos decir que hacen menos uso de plaguicidas y abonos; pero afirmar que son “naturales” realmente no tiene mucho sentido pues lo son en la misma medida que los productos agrícolas convencionales. Ni la agricultura ni la ganadería son actividades “naturales”; son precisas técnicas concretas, algunas de las cuales, como la selección de semillas o el cruzamiento de especies, llevan tantos milenios aplicándose que no nos percatamos de su carácter artificial. En la tierra de labranza las zanjas no se abren solas, ni las especies que consumimos han aparecido sin más en los campos de cultivo. ¿Qué significa, por tanto, que los productos ecológicos son “mas naturales”? Como dije, podemos decir que tal o cual modalidad de cultivo es más respetuosa con el medio que tal otra (y esto habría que demostrarlo empíricamente), pero pocos, por no decir ninguno, de los alimentos que consumimos son enteramente naturales. Efectivamente, como denuncian los críticos de la agricultura ecológica, “natural” es un eslogan que no nos aporta ninguna información objetiva sobre los productos ecológicos.
Mas, aún asumiendo que los productos de agricultura y ganadería ecológica sean más “naturales” que los que se producen convencionalmente, esto no implica por sí mismo que tales productos sean mejores que los “artificiales”. Como denuncia el autor del artículo citado, pensar que algo es mejor por ser más natural es lo que se conoce como “falacia naturalista”. Para ilustrar la falsedad de tal falacia baste recordar que nada hay más natural que un virus o una bacteria abrume a un ser vivo hasta la muerte; para evitar esa eventualidad el ser humano ha inventado productos artificiales, es lo que solemos llamar “medicamentos”. ¿Deberíamos preferir las enfermedades y rechazar los medicamentos porque las primeras son eventos “naturales” y los segundos fruto de la técnica?
Los ataques que se le hacen a los productos ecológicos por esta línea me parecen pertinente ya que fomenta el escepticismo ante ciertas simplificaciones que la publicidad intenta inculcarnos. No obstante, tales ataques no afectan a la esencia del problema, es decir, no dirimen si los productos ecológicos son más deseables que los productos de agricultura convencional. Las razones por las que algunas personas consumen productos ecológicos son diversas y están bien fundadas: el respeto al medio, el fomento de relaciones comerciales más ecuánimes, mejores propiedades organolépticas, etc. Estas razones no se ven afectadas por ciertos abusos de la publicidad que deberían ser denunciados no solo por los defensores de la agricultura convencional sino también por los que se decantan por el consumo ecológico ya que, como he dicho, hay razones fundadas, de sobra, para preferir los productos ecológicos sin que sea necesario caer en un simplón “naturalismo”. De hecho, hoy en día, la extensión y perfeccionamiento de la agricultura ecológica sería inviable sin el concurso tanto del saber tradicional como del conocimiento científico.
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Al hilo de este artículo, comentar que actualmente a causa de la baja aceptación que tienen los alimentos transgénicos, las empresas que los comercializan con este tipo de productos han comenzado a abrir una nueva línea de marketing que son los ‘bio’ o ‘eco’ y despistar a los consumidores e inducirles a pensar que si son ecológicos son buenos, haciendole olvidar su posible origen transgénico. Pego también un artículo que leí hace tiempo y me pareció interesante http://estafaecologica.wordpress.com/
Muy interesante el enlaces que manda y su denuncia del uso de azufre y otros elementos químicos en la agricultura supuestamente ecológica. Las propuestas de la agricultura ecológica me resultan interesantes pero no puedo evitar que tras ello hay mucho de moda y de reivindicar bajo un nombre «guay» la agricultura que se ha realizado desde siempre y que aún hoy se practica para autoconsumo en alguno pueblos.