Platón: la ciudad ideal y sus degeneraciones
1La justicia para Platón es que la parte racional controle a la parte irracional y apetitiva con ayuda del alma irascible. Así la justicia queda definida como aquel estado de cosas en donde cada uno atiende a lo suyo y cumple su función.
Del mismo modo que existen tres almas en el hombre en el estado deben existir tres partes; el estado justo será aquel en el que sus partes cumplan sus funciones más armónica y estrictamente. El pueblo productor se corresponde al alma apetitiva en el estado; los guardianes (ejército) se corresponde al alma irascible; y, por último, los filósofos son al estado lo que el alma racional es al individuo. La función de la clase filosófica es la de gobernar el estado, del mismo modo que el alma racional en el hombre justo debía controlar sus actos; los guardianes tienen como propósito defender el estado y auxiliar a los filósofos en la tarea de gobernar pero siempre estando a sus órdenes; finalmente, el pueblo trabajador tiene como función cumplir las órdenes que emanan de las otras clases superiores.
Así como en el individuo la armonía entre las partes de su alma tenía como fin la felicidad, del mismo la armonía de las jerarquías del estado ideal platónico tiene como finalidad la felicidad del cuerpo político. Para evitar que se trastoque el fin del estado y los gobernantes y los guardianes empiecen a buscar su lucro personal se deben instituir ciertas normas en el estado. En primer lugar, entre los guardianes todo debe ser común y no debe existir propiedad privada; comerán todos juntos como una familia y dormirán en habitaciones comunes como si fueran soldados en campaña. Entre los guardianes, hombres y mujeres tendrán los mismos derechos y vivirán también en común, Platón se adelantó 2.500 años a la lucha por la igualdad de género. Las relaciones entre hombres y mujeres serán libres y no se establecerán familias tal y como las conocemos ya que, los hijos de los guardianes serán criados todos en común y ni siquiera los padres sabrán quienes son sus hijos. De la casta de los guardianes saldrán los gobernantes filósofos, aquellos que destaquen en inteligencia y justicia serán los seleccionados. La casta de guardianes-filósofos no se mezclará con el resto del pueblo.
Para asegurarse que los gobernantes sean lo mejor posible para la función de dirigir el estado deberán ser educados estrictamente para cumplir con su tarea. Los filósofos-guardianes aprenderán música, gimnasia, matemáticas y, por último, los más inteligentes de todos, dialéctica. Aquellos que sean capaces del conocimiento supremo de la idea de Bien serán los gobernantes-filósofos a una edad no menor de los cincuenta años.
El estado ideal es llamado por el autor aristocracia que significa “gobierno de los mejores” pero este estado ideal puede degenerar. Cuando en este estado ideal los guardianes guerreros empiezan a ocupar la posición que le correspondía a los filósofos aparece el primer sistema político degenerado: la timarquía. En la timarquía los guardianes acumulan riquezas y el poder a espaldas del pueblo trabajador, no cometen excesivos desmanes pero el deseo de honores es lo que mueve sus decisiones en vez del bien de la mayoría.
La timarquía degenera en oligarquía (gobierno de pocos) en donde la clase dirigente está compuesta ya no por los guerreros sino por aquellos que poseen las riquezas. Ya que en la timarquía el fin de los gobernantes era acumular honores y riqueza es lógica la evolución hacia la oligarquía. El mayor problema de la oligarquía es la cohesión social, en este sistema de gobierno existen dos estados en uno: el estado de los pobres y el estado de los ricos siempre en conflicto entre sí.
La paupérrima situación de la clase pobre en la oligarquía lleva a esta a degenerar en democracia (gobierno del pueblo). Los pobres se alían entre sí y arrebatan el poder a los más ricos estableciendo en lo posible un sistema igualitario de participación política y la mayor libertad política. Pero este sistema también es imperfecto ya que mientras que en la oligarquía había dos cuerpos políticos en la democracia hay infinidad de ellos, tantos como individuos o familias.
La democracia degenera en el sistema político más alejado del buen gobierno: la tiranía. En el estado democrático un demagogo se presenta como salvador de los pobres o de una amplia capa de población, con palabras zalameras toma el poder en la asamblea y todos lo siguen. Tras conseguir el poder político necesita una guardia que le proteja de las agresiones de sus enemigos, con esta guardia y con la connivencia de otros aliados de la ciudad o extranjeros se hace con el poder absoluto.
La reflexión política de Platón con su crítica a la democracia y a la tiranía resulta, aún hoy, de actualidad.
Este artículo pertenece a «Apuntes para superar el examen PAEG de Castilla – La Mancha».
la timarquia venezolana
Tenaz…