¿Qué nos enseña «El arte de la guerra» de Sunzi?
2Desde su descubrimiento en Occidente El arte de la guerra de Sunzi ha fascinado a la mentalidad europea. Es curioso este interés teniendo en cuenta que es un libro de estrategia militar, disciplina sumamente especializada, pero realmente la obra no ha sido leída como un tratado castrense sino, en general, como si examinase las relaciones y conflictos que naturalmente tienen lugar entre individuos inmersos en una comunidad. Emprededoures, sindicalistas, políticos y hombres de a pie han encontrado en Sunzi inspiración para triunfar o, al menos, para no ser pisoteados en un entorno social que, vía liberalismo económico, es conceptualizado como una guerra de todos contra todos.
Jean Levi acierta en el prólogo de la obra en la edición de Trotta. Desde hace ya mucho Occidente vive sumergido en una cosmovisión belicista. Este camorrismo mental, tan infantil y corto de miras, explica la predilección con la que el público euroamericano acoge las reflexiones de Sunzi. Irónicamente esta predisposición mental hace que olvidemos que una de las enseñanzas básicas del libro es que el conflicto es por sí mismo nefasto y agotador y que el verdadero estratega no es el que vence al enemigo luchando con él sino aquel que alcanza la victoria sin necesidad de enfrentamiento.
“obtener cien victorias sobre cien combates no es lo mejor. Lo más deseable es someter al enemigo sin librar batalla con él.” (Sunzi; El arte de la guerra; cap. III, trad. de Albert Galvany para la editorial Trotta)
Sunzi comprende la necesidad de la guerra pero no cae en una torpe belicosidad que enaltezca las virtudes guerreras por ellas mismas. Más bien al contrario, tacha de insensato al príncipe o general que anhela y busca el conflicto en vez de buscar el camino verdaderamente sutil y elevado de vencer sin enfrentamiento. En definitiva, Sunzi, de continuo, recuerda la necesidad de evitar o, cuanto menos, acortar en el tiempo el conflicto. Si no es posible vencer sin luchar, intentar vencer con el menor número de batallas es lo segundo mejor.
Otro rasgo que se tiende a olvidar en la obra de este estratega es la importancia que concede al conocimiento, tanto de uno mismo como del enemigo. A muchos les complace la guerra como modo de ocultarse a ellos mismos su debilidad, como el chulo de gimnasio que acude a la discoteca buscando bronca. Hoy muchos leen a Sunzi buscando inspiración para triunfar frente a otros. ¿Qué muestra esa inclinación? ¿Debilidad o fortaleza en el carácter? La percepción continua del otro como un enemigo a batir que tan extendida está señala una deficiencia de la personalidad antes que un ánimo aguerrido y elevado. Si queremos extrapolar las reflexiones de una obra que fue escrita específicamente como un tratado de estrategia militar a otros ámbitos ¿por qué circunscribir la extrapolación hacia el conflicto que desarrollamos contra otros, por qué no la extrapolamos a la lucha que tiene lugar dentro de nosotros mismos? Aquel, que como un arrogante bravucón, se cree y se manifiesta fuerte es el más débil de todos y puede ser fácilmente vencido si sabemos utilizar la dirección de su fuerza en nuestro favor; conocer nuestra debilidad, cuáles son los flancos más desprotegidos no garantiza la fortaleza pero es condición de posibilidad de ella.
“Quien conoce al enemigo y se conoce a sí mismo disputa cien combates sin peligro. Quien conoce al enemigo pero no se conoce a sí mismo vence una vez y pierde otra. Quien no conoce al enemigo ni se conoce a sí mismo es derrotado en todas las ocasiones” (Sunzi; El arte de la guerra; cap. III, trad. cit.)
La esencia del arte de la guerra es el engaño como queda enunciado en el primer capítulo de esta obra. Mostrarse desorganizado cuando se está organizado, parecer que se avanza cuando se está retrocediendo o que el enemigo piense que estamos lejos estando realmente cerca, son estratagemas que todo general victorioso conoce. De nuevo me gustaría subrayar el exceso en la extrapolación que se comete con este libro porque es indudable que en un conflicto por la supervivencia o la supremacía la sinceridad es fatídica pero ¿lo es igual en el resto de relaciones humanas? Por supuesto que las enseñanzas de este tratado pueden ser utilizadas por un empresario, una madre o un profesor con respecto a sus trabajadores, hijos o alumnos pero, precisamente, ¿no estamos hablando de un tipo de relación humana radicalmente distinta a la que establecemos con un enemigo?
En definitiva, la obra de Sunzi tiene el defecto de toda obra profunda: la facilidad con la que es simplificada. El valor literario y la hondura de algunas de sus líneas son innegables mas leerla, uńicamente, con el prisma conflictivista al que estamos acostumbrados, hace que nos perdamos lo más esencial de sus enseñanzas.
Hola, buenas. Estoy de acuerdo contigo respecto al mal uso de la filosofia y obra de Sunzi. Mucha gente lee pero no reflexiona, o bien lee y entiende pero hace una mala praxis. Si levantara cabeza Sunzi y observara como se utiliza su sabiduria seguramente utilizaria una buena caña de bambu para repartir unos buenos palotes por ahi…..Las doctrinas originales de los filosofos y profetas hay que ver como las desvirtuan algunos apologistas que no entienden en profundidad la esencia del pensamiento y las limitaciones que tambien pueda tener. Es dificil tener buen juicio y precisamente la filosofia nos ayuda a aproximarnos a la verdad y evitar los dogmatismos de cualquier indole. ¡¡¡ Mejor que Sunzi no levante cabeza…!!!.
Dejemos a Sunzi donde esta y sigamos viviendo en un mundo de muertos.