Samsara de Pan Nalin
1 La palabra samsara, que da nombre a la película que comento hoy, significa para el budismo el ciclo de la vida, muerte y reencarnación. El ideal del nirvana es la liberación del samsara, del flujo de los sentidos.
La película de Pan Nalin trata de como Thasi, un monje budista, regresa de una meditación de más de tres años su monasterio y como poco a poco va siendo atrapado por el mundo de la ilusión. La película no es una película budista sino sobre el budismo, no es una película budista porque en vez de defender el retiro y la huida del mundo intenta mostrar que la iluminación es posible en el deseo.
Thasi al salir de su meditación vuelve al monasterio, al poco tiempo de su vuelta descubre el impulso sexual y más tarde el amor. La lucha de un hombre entre los hombres, la vida conyugal, la paternidad, la responsabilidad social, etc. van convirtiendo a Thasi de monje en campesino hasta que al final de la película el personaje se ve abocado a una decisión y es asaltado por la pregunta que muchos intentan evitar: ¿qué vida quiero y debo vivir?
La película no es muy famosa pero es interesante y hermosa. Paisajes exóticos, una historia de amor y la búsqueda de una vida plena se mezclan perfectamente en este film que sin ser una obra maestra del cine es una película que merece estar en mi filmoteca particular.
Termino esta breve reseña con un acertijo budista que aparece en el largometraje:
¿Cómo evitar que una gota se seque?
Arrojándola al mar.
La película de Pan Nalin trata de como Thasi, un monje budista, regresa de una meditación de más de tres años su monasterio y como poco a poco va siendo atrapado por el mundo de la ilusión. La película no es una película budista sino sobre el budismo, no es una película budista porque en vez de defender el retiro y la huida del mundo intenta mostrar que la iluminación es posible en el deseo.
Thasi al salir de su meditación vuelve al monasterio, al poco tiempo de su vuelta descubre el impulso sexual y más tarde el amor. La lucha de un hombre entre los hombres, la vida conyugal, la paternidad, la responsabilidad social, etc. van convirtiendo a Thasi de monje en campesino hasta que al final de la película el personaje se ve abocado a una decisión y es asaltado por la pregunta que muchos intentan evitar: ¿qué vida quiero y debo vivir?
La película no es muy famosa pero es interesante y hermosa. Paisajes exóticos, una historia de amor y la búsqueda de una vida plena se mezclan perfectamente en este film que sin ser una obra maestra del cine es una película que merece estar en mi filmoteca particular.
Termino esta breve reseña con un acertijo budista que aparece en el largometraje:
¿Cómo evitar que una gota se seque?
Arrojándola al mar.
La película cortesía de WebIslam está aquí:
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Sí, recuerdo ese epitafio de la película. Pero a mi entender se daba allí la mitad de la solución, ya que:
– ¿Cómo es posible evitar que una gota se seque?
– Arrojando sobre ella el mar.
Del mismo modo en que desde su propia inquietud Kong-tzu (Confucio) concluyera:
– ¿Cómo es posible que un solo hombre o un solo pueblo conserve la plenitud (el Sol en su mediodía)?
– Compartiendo la plenitud.
Claro que es más seductor sumirse entre el acontecer común, consuetudinario y naturalizante, a tener que constituirse como verdadera gota de individualudad o como entera atalaya incluso entre las corrientes inerciales de lo mas regular, templado y acogido. Constituirse como gota entera y única y tras ello compartir, tener algo consistente, áureo y renovador que dar, acoger desde lo portentoso a otros (la otredad, el mar), afablemente.
La idea del budismo (del Buda) no es la de «huir» sino la de alcanzar, allegar, acercarse. Plenamente. Sin resquicios. No es de mediatez alguna sino de lo inmediato. No es la mediatez el verdadero desafio humano, sobrehumano [Nietzsche] sino lo inmediato. A eso, a ese «ocaso» lo denominamos «espiritualidad» (inmediatez, Absoluto en Hegel), algo, por lo común, bastante alejado de filosofías «a martillazos» y religiones (racionalismo intelectual o cultual).
Se comprende que la procreación (se diga humana o etológica o animal) no es el ideal espiritual ni por tanto tampoco es el ideal budista. Ni el tipo de «telos» ni de apegos ni de emociones que eso provee o de lo cual se nutre. Así, no se trata de llenar el cántaro sino de disponerlo, y ante todo saberlo vaciar [Lao-tzu, taoismo], hacer del vacío mismo la manera y fragancia más propicia y próvida de plenitudes. Sin olvidar que «vacío» no equivale a «vacuo». Por todo ello, si se me permite la franqueza, resulta decepcionante, profano y hasta vulgar el pretender describir, entender y analizar el espíritu en términos de un candoroso ritmo racional, enternecedor, familiarizante.
Ese mensaje es el resultado, callejero, profano, de anteriores resultados de olvido, cultural, histórico. Época tras época forjamos conclusiones, las unas, y pelamos las otras sobre tanto que desconocemos, lo cual en ocasiones nos lleva a desvirtuar hasta llegar a la caricatura y la parodia, sobrevalorar esto e infravalorar aquello.
Pero en tal ademán, ¿qué o quién sale perdiendo?
Porque al igual que antaño, la gota no va al cine. Y ella eludia y elude y sobrepasa ese mar tumultuoso, pues antes que homogeneizarse elegiría secarse. Ella prefiere otro mar, el budista o esencial (esencia divina).
Por fortuna le queda otra opción: la que transcribí al principio.
Un saludo.