Simple capitalismo
0Hay cosas simples y cosas complejas. A veces la simplicidad encubre la evidencia más obvia. Recuerdo el relato de Poe «La carta robada»: buscan una carta por toda una casa, piensan que el dueño la ha escondido, pero la carta está sobre el sitio más obvio, sobre el escritorio.
Aristóteles en su política explicó que hay hombres que por naturaleza son esclavos, los griegos no son de ese tipo pero hay griegos esclavos… ¿quiénes son los esclavos por naturaleza y quienes no? Era difícil dirimir el conflicto pero la solución al problema era sencillo: todo hombre es hombre y si se le quita la libertad es solo a través de un acto de violencia. No es tan complejo. Podemos hacerlo complejo y decir que el sistema económico necesita la esclavitud, que siempre ha sido así, que los dioses lo mandan, etc. Pero son solo palabras que intentan ocultar lo evidente: si un hombre es esclavo es porque alguien le quitó su libertad. Simple.
Con el capitalismo pasa otro tanto. Teorizamos sobre crisis cíclicas, sobre el reciclaje de materias, sobre el hecho de que el crecimiento económico hasta el infinito no ha sido contradicho con hechos, etc. Pero las cosas son más simples: la tierra es un planeta con recursos finitos, en ese contexto un crecimiento infinito es, en sí mismo, imposible. Incluso reciclando la materia prima se desgasta, la energía se disipa, los recursos se gastan. En un sistema finito no es posible un crecimiento infinito; las riquezas pueden acumularse pero no pueden crearse ilimitadamente. Hasta ahora el sistema capitalista ha funcionado, es como llenar un globo con agua: «¡Sigue llenándolo que aún no ha explotado!», «¡Sigue!», «¡Más!», «¡Un poco más!», «¡Qué no se rompe, hombre!»… ¡¡PLAS!! y se rompió. Así de simple…
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